Revista Diario

Mi Lionville

Por Desmadreando @desmadreando

Ya tenía ganitas de escribir por aquí pero la verdad es que la vida 1.0 me absorbió y me dejé absorber…pero en eso recordé que hoy es una fecha especial: hace cuatro años aposenté este cuerpo serrano en mi chulo Lionville.

No les mentiré. Al principio no fue nada fácil. Llegar en verano, buscar hogar, ver más de setenta pisos ¡sin exagerar! y no encontrar ese que “yo quería”, vivir quince días en un hotel y después andar con un mapa para arriba y para abajo para no perderme no fue la mejor etapa. De hecho compré a Torro por internet porque necesitaba cariño ¡y tener un amigo! Palabrita.

Pero poco a poco fui logrando cositas. Encontré el piso que quería desde un inicio, me propuse sacar mi carnet de conducir (pensarán vaya chorrada pero en México casi nunca conducía ¡lo odiaba! y mas aún le tenía pánico por haber sido paramédica y haber visto miles de accidentes terribles), me metí a clases de francés, de esgrima, a tirar curriculums a ver si lograba algo, a leer, a conocer la ciudad y sobre todo a vivir día a día sin perderme diariamente la visita a la Catedral.

Antes de ser madre, me sentaba en la terraza del Restaurante Las Termas durante horas para leer mientras la Catedral me vigilaba. Cuando tenía calor entraba para refrescarme y para iluminarme con su luz.  Como leí en un libro “La Catedral de León es más cristal que piedra, mas luz que cristal, mas espíritu que luz”.

Mi Lionville

No dejaba de pensar en mi México, en mi familia, en mis amigos y claro los primeros años te la pasas comparando. Sin embargo alguien, creo que otra madre exiliada, me dijo que a los cuatro años es cuando realmente “echas raíces”. Quizás me mintió para darme ánimos, para ponerme una “falsa meta”…pero hoy puedo decirles que es cierto.

No pensé que encontraría “la felicidad” en una ciudad pequeña, yo soy rata de ciudad, de asfalto, de las que veo el Starbucks y me emociono, de las que creo que las ciudades grandes ofrecen todo lo que necesitas en la vida…Y sin embargo hoy puedo asegurarles que nada como esto para ser feliz.

Soy feliz porque mi chulo Lionville me ha permitido encontrarme con “mi familia”. Lograr una dinámica que en una ciudad grande es cuasi imposible. Día con día puedo comer con Semenator, por la tarde podemos dar un paseo o ir al parque con Critter. Puedo sentarme a ver como mi hija juega en la calle sin temor. Puedo andar por las calles del Barrio Húmedo después de tomarme una morcilla en la Bicha y saber que no tengo porque tener miedo. Puedo disfrutar de las mejores croquetas del mundo de la Bodega Regia y zamparme una ración de 30 yo solita. Puedo ir con mi hija de la mano a ver los mejores fuegos artificiales en las fiestas y hacer un picnic a las doce de la noche en el parque. Puedo ir andando a donde quiera ¡a la hora que sea!

Hace cuatro años comencé una vida nueva y hoy sé que ya tengo raíces. Mi hija siempre hablará con orgullo que es leonesa y yo no sé donde terminaré pero si termino aquí el resto de mi vida se que lo haré agradecida.

Gracias Lionville por permitir a una mexicana perderse entre tus tierras y encontrarse nuevamente.

 


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