Originalmente publicado en Cartas a 1985:
No tengo hijos.
Al menos que yo sepa.
Supongo que si tuviese un hijo intentaría inculcarle mis aficiones. Le compraría una guitarra o una batería; vería con él mis películas preferidas con la esperanza de que algún día sean las suyas o puede que le prestase mi colección de cómics con el anhelo de que en el futuro (quizás dentro de 20 o 30 años) por fin podríamos tener una conversación seria y madura la noche de año nuevo sobre quién ganaría en una pelea entre Hulk y Lobezno.
Música, cómics y cine. Digamos que podrían entrar perfectamente dentro del ámbito de interés de un chaval.
Mi padre intentó la misma jugada conmigo. Lo que ocurre que a mi padre le gustaba otra cosa.
A mi padre le gustaba la caza.
Yo tenía nueve años.
─¿Quieres venir de caza?
De caza. Ojo. A un niño. Le preguntas eso a un…