Creo que no lo había contado, pero yo compré este dominio para abrir el blog al poco de saber que me había quedado embarazada.
Un blog para contar el embarazo en tiempo real…
Mi idea era ir contando mi vivencia, porque muy pronto descubrí que cuando me salía del guión de «esto es lo mejor que me ha pasado en la vida» las caras se torcían… y consideraba que hacía falta crear espacios donde se pudiera hablar de esos otros embarazos, los que no son una «dulce espera», sino más bien todo lo contrario. En ese sentido, estoy enormemente agradecida a Chibimundo, por su libro, por su blog, y por todo el valiente trabajo que ha hecho contando cómo es ser madre con TLP.
En mi caso, una terrible aprensión me sobrevino muy pronto. En medio de mi pánico a que mi terrible estado anímico tuviera consecuencias sobre el bebé, pasé varios meses obsesionada con que el embarazo no llegaría a término. Algo de lo que también se habla muy poco, a pesar de que es bastante frecuente y muy doloroso, y una vivencia que, también, necesita sus espacios (entre los que aprovecho para recomendar la labor de Umamanita, asociación de apoyo al duelo perinatal y neonatal). No me atreví a crear el blog por si luego todo salía mal; no quería dejar huella.
… que se transformó en un blog para contar la experiencia a posteriori…
Cuando por fin nació Monete (y, a pesar de mis miedos, en perfecto estado de salud), pensé que por fin iba a poder centrarme en mi maternidad y a escribir sobre la experiencia. Pero es que ese año me vine muy arriba. Terminé el grado en Psicología cinco meses después de que naciera mi bebé, y mientras aún daba el pecho hice mi TFG y mis prácticas de investigación. Una experiencia que, si bien puede ser factible, no puedo recomendarle a nadie, la verdad.
Y, así, llegó 2019. Empecé la especialización en psicología perinatal (vale, no será madresférica, pero me siento obligada a recomendar también el blog de Ibone Olza, por sus muy pertinentes reflexiones sobre maternidad y activismo, ¡y sus recomendaciones de lecturas!) y estaba convencida de que esta vez, sí que sí, me sentaría a escribir con tranquilidad y hasta evidencia científica sobre lo que habían sido los dos años anteriores. ¡Incluso me planté en el MBDay, contentísima de compartir espacio con tanta gente con intereses afines!
Pero resultó que cada vez era más difícil mirar a través de la bruma que los envolvía: los recuerdos parecían viejos, caricaturescos, ajenos. Quise escribir para acompañar el embarazo de una de mis mejores amigas, pero me sentí intrusa: aquella ya no era yo. Me sentí mentirosa reescribiendo aquellas visitas médicas, aquellas inquietudes nocturnas, aquellas emociones ante las primeras prendas diminutas, aquel amor todopoderoso que se atrevía con todo menos con el terror en el que viví durante meses a que algo pudiera pasarle a mi criatura favorita de la galaxia.
… que seguramente se transforme en un blog para acompañar y sentirse acompañada
Ahora llega 2020 y como cada año nuevo parece que toca hacer propósitos. Miro de reojo mi lista de 2019 y pienso que me vale casi cualquiera. Incluso volver a dejar de fumar después de la enésima recaída. Y, por supuesto, «retomar el blog». Ahora, al menos, siento que los recuerdos, las emociones, se van integrando, que tienen coherencia (o, al menos, una ilusión de ella; pero qué es la biografía sino es).
Pero este año tengo que depositar una tesis y estoy trabajando en un proyecto de emprendimiento para poder poner en valor toda esta experiencia, todo lo aprendido, y todo lo compartido, acompañando a otras personas en esta transición tan increíble que es la aventura de convertirse en familia. Así que, con el corazón en la mano, no puedo garantizar que vaya a cumplirlo.
Ser así de honesta me quita un peso de encima. Pero si nos olvidamos de los tengoqué y pensamos en lo que nos nutre, es cierto que escribir sana, que leer acompaña, y que algunas de las personas que más me han apoyado estos años han llegado a mi vida gracias al mundo virtual (y, así, mi última recomendación es para La maternidad era esto, con quien llevo un año de deliciosos debates sobre maternidad, conciliación y neoliberalismo que me recuerdan que yo antes de madre iba de intelectual; y a @Lasti, más tuitera que bloguera pero mi brújula en lo que se refiere a pensar desde la infancia y no solo sobre ella).
Y merece la pena encontrar un espacio, aunque sea chiquitito, para las cosas que nos sientan bien. Como este rato. Como este post sin pretensiones. Porque por algún sitio hay que empezar.
Que 2020 nos sea propicio, y que sea un año lleno de letras.
La entrada #mi2019bloguero: Un 2019 de pensar mucho y escribir poco se publicó primero en Mamá Monete.