(Foto: AP Photo/Chuck Burton)
Que nadie se asuste, no estoy hablando de que el más grande haya decidido volver a las canchas a sus 47 primaveras (por mucho que ese rumor nunca termine de extinguirse, no entiendo por qué). Me refiero a que ayer se hizo público que Michael Jordan se convertirá a finales del mes de marzo en el propietario mayoritario de la franquicia de los Charlotte Bobcats, si así lo aprueba el resto de propietarios de la NBA.
Hagamos un poco de memoria. En el año 2004, un magnate de la televisión llamado Bob Johnson pone sobre la mesa 300 millones de dólares para comprar la nueva franquicia de los Charlotte Bobcats, y así devolver a la ciudad un baloncesto de primer nivel que había desaparecido desde que los Hornets se marcharan a New Orleans en 2002. Johnson hacía historia al ser el primer propietario de raza negra en la historia de las grandes ligas del deporte profesional estadounidense. Sin embargo, el proyecto de los Bobcats ha sido deficitario desde su inicio, y la mala gestión de Johnson tiene parte de culpa, como señalan muchos expertos. El principal argumento contra él es el que tiene que ver con el "absentismo", ya que Johnson nunca abandonó su residencia en Washington en lugar de radicarse en Charlotte para dirigir su empresa en primera línea.
Michael Jordan entra en escena para los Bobcats en el año 2006. MJ no había tenido una buena experiencia como gestor en su anterior etapa con los Washington Wizards, de los que había salido escaldado por su desavenencias con el desaparecido Abe Pollin. Ahora bien, lo de los Bobcats era otra cosa. Al contrario que en la capital del país, en el estado de North Carolina Jordan es casi un Dios. Aunque nació en Brooklyn, pasó su infancia en Wilmington -donde jugó al basket en su instituto- y se enroló en los Tar Heels de la Universidad de North Carolina, a los que llevó al título de la NCAA (con una canasta suya en el último segundo) en 1982. Por eso, el hecho de que adquiriera una pequeña parte del accionariado de los Bobcats hizo pensar a muchos que estaba comprando "el equipo de su tierra".
Jordan se convirtió así en un propietario minoritario en lo económico, aunque con plenos poderes en lo deportivo, teniendo la última palabra en cualquier operación de los Bobcats. A pesar de ello, a Jordan siempre se le ha achacado cierta falta de compromiso con el equipo, al no prodigarse en entrenamientos, viajes o actos institucionales de la franquicia. Algo parecido a lo que se le achacaba a Bob Johnson. Pero parece que ahora la situación ha dado un giro radical, y Jordan está dispuesto a asumir (a través de su empresa MJ Basketball Holdings LLC) el 100% de la propiedad del equipo, un equipo que ha acumulado más de 150 millones de dólares de déficit y que está entre los peores de la NBA en afluencia de público y en tirón comercial.
Así pues, ¿qué se puede esperar de este movimiento financiero que pone a Michael Jordan al frente (ahora como propietario mayoritario) de una franquicia de la NBA?. En primer lugar, el impacto para los Bobcats no puede ser sino positivo, especialmente a nivel mediático y de marketing. Jordan es todavía considerado casi unánimemente como el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, y ese tirón sigue ahí. Además, si por algo ha destacado Mike en su carrera es por su afán prácticamente enfermizo de superarse a sí mismo y de pasar por encima de cualquier obstáculo que se le ponga por delante. Así lo hizo en su carrera deportiva y nadie duda que trasladará ese ímpetu a su carrera como gestor. Por otro lado, su sola presencia y su compromiso público con el equipo hará crecer casi con toda seguridad la afluencia de público al Time Warner Cable Arena, algo que aumentará los ingresos de la franquicia de forma sustancial.
En cuanto al plano deportivo, las cosas también parecen pintar bien para los Bobcats. En su sexta temporada en la NBA, el equipo no ha conseguido clasificarse nunca para los Playoffs, aunque el año pasado estuvieron cerca de conseguirlo (35-47). Este año, Charlotte está también peleando por entrar en los ocho primeros, y aunque a día de hoy está fuera del cuadro de la postemporada (noveno con 28-29), ha pasado muchas semanas en la zona noble de su conferencia, mostrándose especialmente fuerte cuando juega en casa, donde posee un respetable record de 20-7, el tercero de todo el Este. Además, ha colocado por primera vez en su historia a uno de sus jugadores (Gerald Wallace) en el All-Star Game.
De la buena marcha del equipo tiene gran culpa Michael Jordan. Y eso que no se puede decir que tenga buen ojo para detectar jóvenes talentos. Ya patinó (y mucho) en 2001 cuando eligió a Kwame Brown como número 1 del Draft para sus Wizards, y la historia se repitió en 2006 cuando -en su primera decisión importante con los Bobcats- escogió con el número 3 a un Adam Morrison que nunca ha justificado una posición tan alta. Tampoco le salieron bien sus elecciones en primera ronda en 2007, ya que Brandan Wright fue traspasado para conseguir a Jason Richardson y Jared Dudley apenas dispuso de minutos.
Pero la cosa empezó a ir mejor a partir del verano de 2008. MJ tuvo mejor ojo en el Draft, escogiendo en el número 9 a un D.J. Augustin que acabó en el Segundo Quinteto Rookie. Pero sin duda su mejor decisión fue confiar el timón del equipo a Larry Brown, un veterano entrenador experto en sacar petróleo de plantillas limitadas. Jordan remendó la plantilla para adaptarla al estilo de su nuevo coach, prescindiendo de jugadores espectaculares aunque con lagunas defensivas como Richardson y adquiriendo a otros de claro "corte Brown" como Raja Bell o Boris Diaw. Como he señalado antes, en la 2008-09 el equipo estuvo cerca de meterse en Playoffs, aunque finalmente se quedó a las puertas. Esta temporada, de nuevo Larry Brown ha influido en las decisiones deportivas de Jordan (traspaso de Emeka Okafor por Tyson Chandler), unas decisiones que tienen su momento cumbre cuando, a principio de curso, los Bobcats se hicieron con los servicios de Stephen Jackson procedente de los Golden State Warriors. Con un Jackson sorprendentemente centrado y discreto, Charlotte empezó a ganar partidos hasta situarse cómodamente en zona de Playoffs, aunque recientemente hayan perdido esa condición.
A partir de ahora se abre un nuevo futuro para la franquicia más joven de la NBA, con un proyecto deportivo interesante en proceso de consolidación y sobretodo con una leyenda viva al frente de las operaciones deportivas. A Jordan nunca se le escapó ningún reto de los que se propuso como jugador. ¿Podrá hacer lo mismo desde los despachos?