¿Qué hacer después de alcanzar el éxito masivo? Un puñado de artistas afortunados tienen que enfrentarse en algún momento a esa pregunta. Pese a no ser un desconocido en aquel entonces, imaginamos que Michael Nyman se planteó esta cuestión tras el gran reconocimiento y difusión que alcanzó su música para la película “El Piano”. Lo bueno para él fue que en el mundo de la música para cine no hay demasiado tiempo para pensarse las cosas. Los encargos llegan y una vez aceptados los plazos de entrega son tan cortos que no admiten demasiadas reflexiones.
Las primeras bandas sonoras tras “El Piano” fueron para dos películas intrascendentes y probablemente ya estaban escritas cuando se desató el torbellino que supuso el film de Jane Campion alrededor del músico. Podemos considerar entonces la de “Carrington” (1995) como la primera obra para la gran pantalla que Nyman compuso después de convertirse en una estrella planetaria y eso, con toda seguridad, supuso un desafío muy importante para él puesto que la película en la que Christopher Hampton relataba las interioridades del conocido como “Grupo de Bloomsbury” era una cinta con mucha proyeción y estaba protagonizada por dos estrellas como eran en aquel momento Jonathan Pryce y Emma Thompson.
Hablabamos antes de los cortos plazos de entrega que rodean a la música para el cine. La banda sonora de “Carrington” no iba a ser una excepción lo que en el caso de Nyman se iba a agravar por el hecho de no haber trabajado nunca con Christopher Hampton y carecer así de los automatismos que tan buenos resultados le habían dado en su larga colaboración con Peter Greenaway. Contaba el músico en una entrevista que no tenía nada claro el tipo de música que Hampton esperaba de él por lo que le sugirió que escuchase sus discos anteriores y le dijese qué obras encajarían mejor con lo que tenía pensado para la película. El director aceptó la sugerencia y al poco tiempo respondió con una elección: el “Cuarteto de Cuerda No.3”. Tanto le entusiasmó aquella música que la utilizó como música de prueba o “temp track” en los montajes previos de la película. La otra referencia iba a ser la música de Schubert, compositor que, según había leído Hampton, entusiasmaba tanto a Lytton Strachey como a Dora Carrington, personajes centrales del film.
Jonathan Pryce como Lytton Strachey
La música de su tercer cuarteto de cuerda se contaba entre las más inspiradas que nunca había escrito Nyman y, por algún motivo, no había alcanzado la repercusión que merecía. Originalmente era una obra coral escrita para un documental de la BBC titulado “Out of Ruins” sobre el terremoto de Armenia de 1988 que el músico adaptó para cuarteto de cuerda tiempo después. La posibilidad de reutilizarla en la película de Hampton era una gran oportunidad para rescatar aquella melodía.
El cuarteto es prácticamente reconvertido en su totalidad en el primer corte del disco titulado “Outside Looking In”. El resto de la banda sonora, con un par de excepciones, está compuesto de temas de muy corta duración con el clásico estilo de Nyman. Así, “Opening Titles” es un breve pasaje introducido por los vientos que luego se desarrolla ya de la mano de las cuerdas. La faceta más rítmica del compositor aparece en “Fly Drive”, una de las mejores piezas del disco. Con “Cliffs of Fall” entramos en terrenos más dramáticos al estilo de algunos pasajes de “Drowning By Numbers” aunque sin la inspiración de aquella banda sonora. “Every Curl of Your Beard”, como más tarde “Painting the Garden of Eden” o “If This is Dying” recupera el tema central del “Cuarteto No.3” con alguna pequeña variación. “Virgin on the Roof” es una muestra del Nyman más enérgico y otro de los grandes temas de la banda sonora tras el que llegan dos cortes dedicados a uno de los personajes centrales de la película: Mark Gertler. “Gertler”, con la melodía a cargo del saxo, tiene la fuerza del Nyman de su etapa con Greenaway y es una pieza muy elaborada, lejos de los esquemas repetitivos habituales en el músico. “Leaving Gertler” es mucho más contenida y grave, en la linea de piezas ya clásicas del repertorio de Nyman como “Memorial”. “Partridge” es el siguiente personaje en tener tema propio, una bonita melodía de cuerdas en su primera parte que se transforma en una animada danza en su segunda mitad. “Floating the Honeymoon” es un tema de piano que rompe la linea de la banda sonora hasta este momento. Aunque busca, quizá, un enganche con el espectador similar al de la banda sonora de “The Piano”, y no sólo por el instrumento en sí sino por el material melódico, no termina de estar a la altura. “Brenan” es otro tema muy emotivo que no es sino una variación de alguno de los materiales del tercer cuarteto de cuerda del músico sin recurrir a la cita directa como en otros momentos de la banda sonora. Con todo, no llega a tener la categoría del tema principal. Más adelante, “Leaving Brenan” recuperará estas melodías. El personaje de Beacus Penrose también tiene su momento musical con “Beacus”. En este caso la similitud con la banda sonora de “Drowning By Numbers” es innegable ya que se repite uno de los esquemas más característicos de esta punto por punto: Las maderas repitiendo una cadenciosa secuencia de dos notas que va variando con cada repetición mientras las cuerdas ejecutan la melodía central. “Ham Spray House” es un corte meramente incidental sin nada demasiado destacable. En cambio, “The Infinite Complexities of Christmas” tiene una de las mejores melodías del trabajo que también es uno de los momentos más emocionantes de toda la banda sonora. “Something Rather Impulsive” no es sino una nueva variación de otro de los temas anteriores y nos deja con “If this is Dying” de la que ya dijimos antes que no es sino una vuelta sobre el tema principal de la banda sonora.
El disco se completa con el “adagio” del “Quinteto en Do” de Franz Schubert, obra seleccionada por Hampton para aparecer en la película y de la que Nyman toma prestados algunos motivos para su propia partitura.
La repercusión de la banda sonora de “Carrington” no fue ni de lejos la misma que tuvo “El Piano” pero tampoco las películas tuvieron un éxito comparable. Sin embargo, si comparamos una partitura con la otra creemos que la del film de Hampton es superior a la de su predecesora lo que no hace sino confirmarnos que el éxito es algo muy caprichoso. Se confirmaba también que el músico había experimentado un claro cambio en su estilo, parejo a su desvinculación de la obra de Peter Greenaway. Sus nuevas bandas sonoras eran mucho más asequibles y menos arriesgadas que las que hizo junto al autor de “El Contrato del Dibujante” lo cual no es necesariamente malo ya que lo que Nyman no perdió en el proceso fue su personalidad. Comoquiera que, tanto “Out of the Ruins” como el disco en el que aparecen sus tres primeros cuartetos de cuerda no son nada sencillos de encontrar hoy, la opción de hacerse con una melodía tan inspirada como la que hace las veces de tema central en “Carrington” es una buena excusa para añadir el disco a la colección de cualquier aficionado interesado en Nyman.