Revista Arte

Michel Onfray: Cinismos – Retrato de los filósofos llamados perros

Por Peterpank @castguer

Michel Onfray: Cinismos – Retrato de los filósofos llamados perros

Prefacio

La filosofía, el maestro y la vida

Aquel año, mi viejo maestro de filosofía antigua me había hecho conocer a Lucrecio y su poema De natura renim. Entonces me dirigí a Roma siguiendo las huellas del pensador de quien, salvo algunas otras pocas cosas,sólo se conoce ese libro. Los datos de su vida son inciertos: ignoramos si trató a Cicerón, lo cual puede haber ocurrido, presumimos que era un poco loco o incluso demasiado,comprobamos que nunca concluyó su obra mayor,imaginamos un suicidio. Eso es todo. Lo que sí sabemos es que vivió en Roma y eso me bastó para sentir deseos de ver el cielo que él vio y de respirar el aire que respiró. Iba yo, pues, a buscar el eco de Lucrecio en el foro romano y las ruinas antiguas.

Lo primero que sentí fue decepción: había allí tantas piedras muertas y silenciosas, tanta confusión y tantos siglos mezclados. Pero la imaginación debe de haber mitigado la indigencia y, bajo un sol ardiente, despreocupado de cualquier orden o cronología, descubrí las tribunas, la columna de Focea, los vestigios del lago Curtius y los templos de Antonino y de Faustino. Los recientes certificados de arte y arqueología antiguos, preparados para la ocasión, me proporcionaban algún argumento e incluso más de una anécdota. Ale enfrentaba a la piedra negra y sus misteriosas inscripciones, que me petrificaban y hechizaban.

El calor danzaba alrededor de mí, que, insensible a los visitantes que vagaban por el lugar, por unos instantes creí que en verdad el espíritu de Lucrecio vendría a visitarme. ¿No sería sorprendente que se manifestara?

Michel Onfray: Cinismos – Retrato de los filósofos llamados perros


Volver a la Portada de Logo Paperblog