Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán.
A quienes sólo han tenido noticia del Michoacán violento, agobiado por la delincuencia, la injusticia, la ineptitud y la corrupción, conviene recordarles que no siempre fue así: hubo tiempos mejores en esas tierras, donde el trabajo organizado, en un ambiente de paz y armonía, marcaba el progreso de la sociedad.
Época extraordinaria fue el siglo XVI, cuando luego de la Conquista, cuyos excesos provocaron la rebelión indígena, llegó ahí uno de los hombres más progresistas, rectos y generosos de la historia, el obispo Vasco de Quiroga, quien con paternal amor a los vencidos no sólo pacificó la región, sino que entre 1531 y 1565, año en que murió, realizó una fecunda labor de organización económica y social sin paralelo en el país.
La industria, la agricultura, la instrucción pública y la beneficencia le deben a Tata Vasco, como le llamaban los indios, gran parte del impulso que perduró por siglos.
Inspirado en La Utopía de Tomás Moro, Vasco de Quiroga realizó en Michoacán el pensamiento de la fraternidad, del mutuo auxilio, de la educación civil y religiosa, de la organización del trabajo en común y de la extinción del pauperismo y la mendicidad. En su tiempo, nadie tenía derecho a lo superfluo, pero nadie podía carecer de lo necesario.
Al que tenía mala conducta se le arrojaba de la comunidad, y no se consentían pleitos ni litigios, sino que todas las cuestiones se resolvían o arreglaban amigablemente por los principales y regidores.
Buscando no sólo la cultura sino la unión entre los pueblos de Michoacán, y que unos necesitasen siempre de la industria de los otros, sin hacerse ruinosas competencias, don Vasco estableció talleres de artesanías en todas las comunidades, especializándolas en determinados artículos, muchos de los cuales aún se elaboran, como las guitarras de Paracho, el cobre de Santa Clara, sombreros y redes de Jarácuaro, lacas en Quiroga y Uruapan, y muchos otros.
En materia agrícola, fue él quien sembró la primera planta de plátano, traída de Santo Domingo.
Ojalá que el generoso espíritu de Tata Vasco ayude a devolver la paz y la fraternidad a este querido Estado.