Revista Arte

Mick Rock y una pandilla de hedonistas ingleses

Por Calamar
El texto que escribí a continuación iba a publicarse en ILike, pero luego lo cambiamos por otro. Aunque la exposición que menciono ha terminado, el catálogo está accesible en  PDFaquí. Mick Rock y una pandilla de hedonistas ingleses The man who shot the 70's
Estamos en la era de los vuelos baratos en la que mucha más gente que en la época de nuestros padres puede ir a muchos más lugares. Los escenarios urbanos de las grandes capitales, sus epicentros turísticos, se llenan de cybercafés, bares con alcohol barato para mochileros lonelyplanet, tiendas cutres de souvenirs y camisetas de equipos de fútbol y parejas de funcionarios en escapada de fin de semana. Al mismo tiempo desempolvan sus viejos iconos para atraer a un turismo low cost que no tiene mucha más intención que fotografiarse junto a esas postales. Por ejemplo aquí, en Londres, se promocionan más que nunca los autobuses rojos de dos plantas semivacíos, los taxis nuevos que intentan parecer antiguos (“altos para que cualquier caballero pueda entrar y salir sin quitarse el sombrero de copa”), las cabinas rojas en la era de la telefonía móvil, y una noria gigante en medio del pueblo que podría haber tenido un hueco en el capítulo de Marge Simpson contra el monorraíl.
Algo parecido ocurre con las programaciones de museos y galerías, basadas en un alto porcentaje en contenidos mainstream en detrimento de producciones más arriesgadas e innovadoras. Un buen ejemplo es la muestra que he ido a ver, The man who shot the 70's, la retrospectiva de la Idea Generation Gallery en la capital inglesa de la obra de Mick Rock: un buen puñado de fotografías icónicas en la capital más icónica del mundo. No hay que confundir a Mick Rock (es su verdadero apellido) con Mickey Rourke. El primero es un fotógrafo inglés y el segundo es el actor americano raro. Esto va del primero, un hombre que se levantó una reputación tomando fotografías a algunas de las celebridades musicales más populares desde los años 70 hasta hoy. He dicho populares.
Mick estaba estudiando en la Universidad de Cambridge cuando utilizó por primera vez una cámara fotográfica y, según cuenta, fue en un estado de embriaguez in the highest degree como descubrió su talento, pero no aclara más. Algo más tarde fue su amigo Syd LSD Barret quien le pidió una fotografía para la portada de su primer álbum en solitario The Madcap Laughs, y desde entonces desarrolló su carrera profesional.
Algunas de sus fotografías más famosas las tomó entre el 71 y el 74, en pleno auge del glam british. A mí antes, en general, el glam me parecía un coñazo y con los años me ha ido pareciendo el mismo coñazo con más años. Esos desarrollos largos y esos virtuosismos toscos me aburren mucho, y la estética cabaretera de estampados de leopardo, plataformas y chisteras me parece el festival de fin de curso del instituto, pero lo que no se puede negar es que intentaron romper con la imagen del rockero macho que predominaba por entonces, y de alguna manera, lo lograron. Y se lo pasaron bien, y eran los 70. (Por cierto, Brandon Flowers, ya sabemos que tienes una chaqueta de plumas de gallina, ahora haz canciones).
 Cualquier manual de Taschen dirá que el padre de esta pandilla de hedonistas británicos fue Sir David Bowie, y es verdad (junto a Marc Bolan), un tipo que trasciende a cualquier clasificación estilística, filosófica o sonido que exista. Lo voy a decir: Bowie es junto con Bob Dylan la influencia más importante en la cultura popular del último medio siglo. El Duque Blanco es la gran musa de esta muestra y lo ha sido del trabajo de Mick Rock durante los últimos 40 años.
Mick Rock conoció a Bowie en el 72 y lo contrató como fotógrafo oficial de la gira Ziggy Stardust. Eran jóvenes que hacían cosas que escandalizaban a sus padres, o como diría un cursi, vivían en alianza perpetua con la transgresión. En las fotografías podemos ver al autor de Rebel Rebel rezando, cantando, viajando en transporte público, en picado y contrapicado, desnudo, mirándose al espejo, con una Rickembacker, con un saxo y con una docena de cardados diferentes. Es una excelsa colección de fotografías tan voyeur como desafiantes, que logran capturar el espíritu libertario y voluptuoso de aquellos días liderados por el andrógino alter ego del pelirrojo Ziggy Stardust. Destaca el original de la famosa imagen costumbrista del almuerzo de Bowie y Mick Ronson en un tren camino a Aberdeen en el 73, y otra, inédita hasta ahora, en la que se abraza a Iggy Pop y Lou Red, quien por cierto parece que está, incluso, a punto de sonreír. A Bowie lo descubrí tarde, quizá porque cuando me tenía que haber gustado ya le gustaba mucho a mi hermano mayor y busqué en otros rincones. Hoy es el concierto de un músico vivo por el que más pagaría.
Otro famoso original que se puede ver es la famosa portada del álbum Queen II, en la que aparecen los cuatro queens de brazos cruzados y mandíbula levantada formando un rombo, y que años más tarde reutilizaron en el videoclip Bohemn Rapsody. Y para completar unos cuantos retratos de escritores y músicos, por ejemplo varios Warhol poniendo caras, otro espléndido de Ray Davies, unos cuantos de los Ramones y Syd Barret, y hasta uno de Lady Gaga, que no se tú, pero yo no se aún de que palo va esta chica.
Por cierto, Bowie colaboró con Mickey Rourcke en el disco Never Let Me Down, y le escribió el guión de Homeboy.

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