Una nueva aportación para el proyecto Emotionage, esta vez para el micro-relato Drakkar Just de Clara del Río.
Elegí este conglomerado de carpas KOI (llamadas también “pez dragón”) pujantes para poder comer algo a pesar de no necesitarlo, como metáfora de los corruptos que envenenan nuestra sociedad…esperemos que llegue pronto este dragón poliglota y sanguinario…
Orlando Betancor, otro participante del proyecto Emotionage, aportó algo que, a pesar de haber sido pura coincidencia, delata la existencias de estas correlaciones mágicas que añaden más sentido a algo que uno siente emotivamente. El pez dragón es una figura mitológica de la que se habla en la leyenda “Koi-no-Takinobori. Según lo que resume Orlando, la leyenda cuenta que, en algún lugar profundo del río Amarillo, existe una puerta mágica que transforma en dragones a todos los peces que la atraviesan. Se dice que KOI nada contracorriente para alcanzar el naciente del río y cuando lo consigue, se convierte en dragón…
La leyenda es una alegoría sobre las personas que deciden seguir la vía y, como las carpas koi, remontan el río (la vía) y se aventuran sin miedo hacia la fuente. Uno se convierte en DRAGÓN cuando a logrado superar su mayor prueba, conquistar contracorriente la cima de la más alta montaña, uno mismo. El mayor reto, AMAR a quien uno es. Tal vez, conquistando esa cima, podamos convertirnos en Dragones políglotas y de esta manera, los corruptos puedan ser erradicados de cualquier lugar donde se encuentren.
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Drakkar Just
Descalzo, boyante por la orilla de la playa, busca. Busca al niño caracola, escondido en su concha, porque el silencio nunca esta vacío. Amigo de infancia. Un barco pirata de efigie de dragón voraz y sabio de las profundidades, dónde nunca se divisa un humano. Un dragón políglota que susurra el paradero de su amigo a cambio devorará a los mas ricos y hacerse con su oro.
Sanguinario los aniquiló uno a uno apetitosos, adinerados. Extrayendo su sangre y sus monedas.
Cumplió su promesa y así fue como ese país se libró de los corruptos.
Autor de la imagen – Giuseppe Satriani
Autor del micro-relato – Clara del Río