Revista Espiritualidad
De repente, se encontró en una valle. Un valle muy oscuro. Siniestro, quizás no hubiera pasado por allí a no ser que el Altísimo lo hubiera llevado. El ya estaba acostumbrado a que el "Ayudador" lo transportase. Pero la imagen que contemplaba a su alrededor era épica.
Todo un valle lleno de huesos en el suelo. Como si hubiera habido alguna batalla. Como si ejércitos hubieran perecido en combate en dicha zona. El paso del tiempo quizás de una guerra acontecida muchísimos años atrás. Se imaginaba como había podido ser dicha contienda, con los cuernos de guerra "sofars", sonando a toda marcha. ¿Por qué pelearon? ¿Cuál fue el motivo? ¿Y porqué estaban allí?. Eran preguntas que pasaban por la cabeza del enviado.
El Altísimo preguntó si esos huesos vivirían. El profeta que estaba acostumbrado a las excelencias de su Dios no se decantó por dar una respuesta, si no que advirtió que todo era posible.
El Altísimo pidió al profeta que profetizase sobre esos huesos. Que les hablase a ellos como si fueran personas, como si aun quedase aliento de vida en ellos. Como si de ellos dependiese alguna futura victoria. Como si tuvieran que resurgir de sus cenizas. Como que con Dios, era posible que volvieran a cobrar vida.
Yechezqe no dudo de lo que podía pasar. Porque si por una batalla todo había sido condenado. Por otra todo de nuevo volvería a la vida.
Y clamando a viva voz en dicho valle ocurrió lo indecible, lo impronunciable, y lo que muchos enemigos deberían de haber visto para entender con que clase de Dios tenían contienda..
Un gran temblor sacudió la tierra. El gran estruendo hizo que los pájaros intentasen escapar de lo que podía pasar en dichos contornos. Los cielos empezaron a nublarse, el tono rojizo de la apuesta de sol se transformo en oscuridad.Todo temblaba alrededor del profeta.
Pero algo estaba cambiando, los huesos empezaron a cobrar vida. Y a recuperar todos los tendones, y la carne que volvía de nuevo a ellos....Yechezqe empezó a aguantar fuertemente la vara, debido al temblor. La vibración del suelo era inaguantable,.debido a la tormenta que se estaba originando. Nunca sus ojos habían contemplado la tenebrosidad del acontecimiento. Los huesos quedaron cubiertos de carne, pero... no había en ellos espíritu. No había aliento de vida. No tenían el soplo de vida del Altísimo. Los escritos contaban que hubo un tiempo donde separó las aguas de un Mar, donde paró el Sol y donde derribo los muros de una gran fortaleza. Ese Altísimo de las leyendas de antaño era capaz de levantar un ejercito de donde nadie esperaría nada.
(continuará)