Esta foto de Corralejo es cortesía de TripAdvisor
Sentada en una hamaca, frente a un inmenso mar, mar color paraíso, arena color del oro,
Corralejo, mi descanso, mi sueño, mi paz, intentando descansar y evadirme de la rutina diaria, las prisas y el estrés, cerré los ojos y mi mente comenzó a viajar al pasado.
¿Dónde se fue aquel caballo blanco que me seguía por esta playa y jugaba conmigo entre las olas como un fiel amigo y que nadie veía más que yo?
¿Dónde quedó la ilusión de acostarse pronto la noche de reyes para despertar cuanto antes y descubrir los regalos que dejaban y toda su magia?
¿En que momento desapareció aquella muñeca de trapo que dormía junto a mí?
En medio de todo este viaje al pasado lleno de dudas, mi hijo, se sentó sobre mis rodillas y mi mujer nos miraba sonriente, éramos una familia, ella yo y el, dos mujeres y un preciso niño que inocente y feliz abrió un cuento mientras me preguntaba.
¿Mama me lo lees?
La miré a ella, mi amor, mi mujer, le miré a él, mi hijo, nuestro hijo.
En ese momento todas mis dudas se disiparon, con él llegó la respuesta.
El, mi hijo y ella mi mujer, son ahora todas esas cosas.