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Miedos y lluvia

Publicado el 18 diciembre 2010 por Cluisa
Miedos y lluviaHoy tengo que salir y sigue lloviendo. En la esquina de mi cuarto la peineta azul que planeo colocarme en el moño descansa en la peinadora, el paraguas verde que use el día anterior se inclina sobre la pared. Mi cuerpo tirita del frio y del miedo, si, te quiero contar un secreto: le tengo miedo a la lluvia. La lluvia me trae dos recuerdos trascendentales, como dicen en las novelas o en las películas.  Uno es de terror, de miedo,  cada gota de lluvia que suena en el techo, que roza los ventanales de mi apartamento me devuelven a diez años atrás cuando la casa donde vivía se vino abajo.  Otro es de placer, de alegría,  de sabanas y hoteles en días de lluvia.
Con el primer recuerdo no puedo conciliar el sueño, me inmovilizo. La destrucción y a incertidumbre de no saber que va a ocurrir.Con el segundo me relajo, y ese pensamiento es un sedante  benéfico y tranquilizador. La alegría y la certidumbre de saber que lo que ocurrió cambio tu vida para siempre. Temo a la lluvia todavía, pero antes tenía mucho más miedo, antes no podía vivir si llovía, me quedaba suspendida en el aire, aletargada. Con el tiempo el temor ceso y la lluvia paso a ser un fenómeno de la naturaleza como cualquier otro. Es lo que dicen que sucede ante una experiencia traumática: solo el tiempo cura. Y es que cuando tenía 18 no solamente casi muero esos días en que el barro acabo con todo, si no que tuve que presenciar la ruina de otros, el hambre de la mayoría que me acompañaron casi dos días en un barco: inmundo y repleto de gente. Recuerdo como llegue allí ese día y todavía no se, como puse por encima de mi temor el sentido de supervivencia.En esos otros días de lluvia, también la supervivencia me hizo buscar el placer en habitaciones de siete horas, esas a donde van las parejas a matar sus ganas. Tardes de lluvia, menos violentas, mucho más dulces con tus manos en mi cintura, tu aliento en la boca y mi corazón escapándose del pecho, sonando como un motor.No sé cuál de esos dos recuerdos es más fuerte, si el trágico o el otro, ese recuerdo del caos, esa elucubración de placer, esa nostalgia de un olor, de una compañía, de una piel. Hoy tengo que salir y sigue lloviendo, no tengo a quien llamar, no tengo con quien hacer tiempo mientras escampa, pienso que me gustaría verte llover pero sobre mi espalda. 

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