Miguel Grau Seminario, héroe de la marina. Nació en San Miguel de Piura el 27 de julio de 1834. Hijo del colombiano Juan Manuel Grau y Berrío y de Josefa Luisa Seminario y del Castillo. Su infancia transcurrió entre la ciudad de Piura, entonces pequeña y aldeana, y el puerto de Paita, donde empezó su carrera en el mar a la temprana edad de nueve años, cuando se embarcó en el bergantín granadino Tescua, al mando del capitán Manuel Herrera. Luego de haberse salvado de un naufragio en las aguas de la isla de La Gorgona, sentó plaza en la goleta Florita, del mismo capitán. Por más de diez años viajó por mares, islas y puertos muy distantes como Macao, San Francisco, Hong Kong, las islas Marquesas y Sandwich, Shangai, Singapur, Londres, Burdeos, Baltimore, Boston, New York y Río de Janeiro.
En agosto de 1853 se presentó a la marina de Guerra, ingresando como guardiamarina al 14 de marzo de 1854 a los 20 años de edad; dos años después alcanzó el grado de alférez. Adquirió experiencia en las naves Rímac, Vigilante y Ucayali. Según propia confesión, su afán de participar en un combate naval, más que razones políticas, le hizo tomar parte en 1856, a bordo de la fragata Apurímac, en la sublevación de Arica, encabezada por Lizandro Montero a favor del conservador Vivanco y en contra del presidente Castilla y la Constitución liberal. Debelada la rebelión, Grau fue separado de la marina de Guerra y sirvió por espacio de dos años como comandante de la nave mercante inglesa María Cristina, recorriendo los mares de China y la India, hasta retornar a Lima en 1860. Acogiéndose a una ley de amnistía se reincorporó a la marina de Guerra el 12 de septiembre de 1863, siendo destinado al vapor Lerzaundi al mando de Aurelio García y García, junto a quien fue comisionado a Europa para la adquisición de barcos de guerra, ostentando ya el grado de teniente primero. En 1865 retornó al Perú y fue designado comandante de la corbeta Unión, participando en 1866 en el combate de Abtao, durante la guerra con España.
Al producirse el nombramiento del marino norteamericano John Tucker para comandar una expedición de la escuadra peruana a Filipinas, Grau y un grupo de oficiales de la marina de Guerra expresaron su protesta presentando su renuncia, siendo confinados a la isla de San Lorenzo. Una vez libre, regresó en 1867 a la marina mercante y ese mismo año contrajo matrimonio con Dolores Cabero y Núñez, con quien tuvo 10 hijos. El 27 de febrero de 1868, ante el llamado de Diez Canseco, dejó su destacada posición en la marina mercante y aceptó su nombramiento como comandante del Huáscar, buque en el que se mantuvo hasta su inmolación en las aguas de Angamos, con excepción del tiempo en que fue diputado por Paita y cuando ocupó un cargo administrativo en la marina. Participó en las legislaturas de 1876 y 1878 en representación del Partido Civil; en ejercicio de su diputación propuso leyes de ascensos en la armada según méritos, y la reorganización del ministerio de Guerra y Marina. En 1877 se desempeñó como comandante general de la Marina. Eran años de graves contratiempos políticos y cuando se produjo la captura del Huáscar por el caudillo Piérola, Grau votó por la suspensión de las garantías constitucionales. Viajó a Chile para repatriar los restos de su padre e informó de inmediato al gobierno peruano sobre la supremacía naval del país del sur. En días previos a la declaración de guerra de Chile a Perú se hace cargo nuevamente del Huáscar, a pesar de conocer las ventajas de las fuerzas chilenas por mar y tierra, asumiendo su rol de defensa del mar peruano. El 21 de mayo de 1879, en el primer combate de Iquique, su generosidad desbordó la admiración de sus enemigos, al rescatar a los sobrevivientes de la Esmeralda, hundida al tercer espolonazo del Huáscar; el 26 del mismo mes, en el primer combate de Antofagasta, después de destruir las defensas portuarias, se retiró sin bombardear a la población indefensa. El 8 de octubre de 1879, cuando el Huáscar retornaba de una de sus incursiones, se encontró en Punta Angamos con la escuadra enemiga; comprendiendo que no había escape posible y manteniendo la serenidad, dio la orden de combate. Diez minutos después una granada enemiga perforó la torre de comando y el cuerpo de Grau voló en pedazos. Sus restos, inicialmente enterrados en Santiago de Chile, fueron repatriados el 15 de julio de 1890 y trasladados a la Cripta de los Héroes el 8 de setiembre de 1908. El 26 de octubre de 1946 fue ascendido postumamente al grado de almirante. En su calidad de ex diputado, conserva una curul permanente en el Congreso.