Revista Cultura y Ocio
Como no me gusta estar demasiado tiempo alejado de los buenos articulistas, me sumerjo hoy en las páginas de Millones al horno, un entretenido paseo por varios textos de Julio Camba, en el que brillan las ingeniosidades y donde (ay) también grisean algunos ladrillos en exceso coyunturales. (Es el gran peligro de quienes viven adheridos a la actualidad periodística: que el tiempo, que diluye el fulgor de los temas, desgaste también los escritos que han generado).Aguda forma de mirar las cosas sí que tenía Camba. Imposible negarlo. Y, desde luego, muchísima retranca. Esas cualidades le permiten elaborar líneas de airosa sociología hispana (“El español concibe mejor el palillo de dientes sin comida que la comida sin palillo de dientes”), sentencias de filosofía cotidiana (“Cuando uno piensa en su vida siempre se pone triste”), aforismos de marmórea negatividad (“Triste o alegre, lo general es que la vida no tenga importancia ninguna”), severas consideraciones sociales (“Donde no hay ley no hay libertad”) e incluso simpáticas definiciones ante las que no sabemos si asentir o sonreír o aplaudir (“La mentira no es, después de todo, más que una forma de la aventura”).Acudiré, segurísimo, a otros libros de Julio Camba.