El minimalismo es ante todo un camino para empezar a descubrir que es lo que realmente te mueve, lo que realmente te apasiona y en qué quieres invertir tus recursos para sacarle el máximo de provecho. No se trata de renunciar a los pequeños placeres de la vida, pero sí de ponerlos en contexto y de aprovecharlos en vez de hacerlo por inercia o porque siempre lo hiciste así. Recorta en lo que no te importe e invierte en lo que te aporta felicidad y bienestar.
El lugar más idóneo del bienestar es sin duda el cuarto de baño, especialmente para las mujeres. Champú, acondicionador, mascarilla, limpiador de cutis, crema de día, crema de noche, crema para la zona sensible debajo de los ojos, crema corporal hidratante son solo lo más básico. Después vienen perfumes, maquillaje, esmaltes y todo lo demás necesario para poder enfrentarse a este mundo. Paradójicamente este bastión de la belleza para muchas mujeres es un reto más profundo que el reto del proyecto 333.
Imágenes de belleza y cuentos de hadas
La imagen de la mujer que nos transmiten muchos medios es bastante unidimensional: blanca, pero bronceada, talla 36 como máximo, alta, pelo largo, sin arrugas, impecable, bien vestida, bien maquillada. Además nos presentan con algunas incoherencias: si trabaja y tiene familia, entonces está abandonando sus hijos. Si trabaja y es soltera, pobrecita que no tiene ni tiempo para conseguir un buen marido. Si no trabaja y tiene familia, es una perezosa que se aprovecha del marido. Si es muy atractiva, seguro que es tonta. Y si es demasiado inteligente, mejor que no lo demuestre, porque sino se va quedar soltera para siempre.
Hay dos puntos de estas ideas que nos llevan al armario del baño:
- Es imprescindible encontrar un hombre que te haga feliz.
- Si no consigues lo que quieres, la responsable eres tu.
Y la solución por supuesto es la nueva crema con partículas de perlas del lejano océano que te dejarán 10 años más joven. El rimmel que te alargará las pestañas hasta el infinito. O quizás el champú íntimo. Es el aspecto exterior el que resuelve tus inquietudes, y que ni se te ocurra volver a la universidad, hacer un curso de masaje o Reiki, o enseñarle a tu marido a hacer la colada. Esto no está previsto en el mundo mediático.
Limpieza de armario y un reencuentro
A mi también me afecta la publicidad y la sociedad. Aunque he disminuido el consumo voluntario de publicidad a un mínimo es imposible escapar del todo. En el metro, en la revista en la sala de espera del médico, en la radio, en las webs que visito sigue vigente el mismo paradigma. Y es por ello que mi armario también estaba llenísimo de sueños de pelo más brillante, piel más clara, ojos más impresionantes y uñas mas elegantes. Casi todo utilizado una sola vez, casi nada fue utilizado con regularidad. Así que me decidí a hacer una limpieza total, basando en quién soy y cómo me siento en mi mejor día, y no a partir de la imagen que quiere proyectar sobre mi una industria con ganas de vender más cosas.
El procedimiento es el mismo que en todas las limpiezas: sacar todo del armario, limpiarlo, y mirar cada cosa preguntándome: ¿Lo has utilizado en los últimos 6 meses? ¿Te sentiste bien utilizándolo? En caso afirmativo puede volver al armario, de lo contrario o a la cola de repuestos, o fuera. Y mientras haya todavía un champú nutritivo en la cola de repuestos no compraré otro.
Me he dado cuenta que no necesito 45 tonos de esmalte. Al final voy a utilizar los 5 colores de siempre. Así el resto lo puedo regalar. He notado que no hace falta tener tantas sombras diferentes si al final siempre me pongo el mismo color. Decido sentirme bien conmigo misma. Sin dejar espacio a cosmética caducada en mi entorno.
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Imagen: r4n / flickr