Los que me conocen ya sabréis que yo no dejo libros a medias. Va en contra de mis principios. Me los acabo, cueste lo que cueste. Muy pocas, pero que MUY POCAS veces me he encontrado ante una novela que no he podido terminar.
Pero este… este me ha ganado el pulso. En el 42% (en Kindle) era dejarlo, romper el móvil o arrancarme los ojos.No sé muy bien cómo hacer esta reseña sin sonar excesivamente agresiva, pero, de nuevo, quienes me conozcan sabrán que puedo ser más basta que un arado, así que pido perdón, pero es que…Soberana mierda de libro, por favor.Esta novela, si acaso puede merecer tal nombre, carece de historia, ya para empezar. Algunos libros no tienen un hilo argumental en sí, sino que siguen las vivencias de los personajes. Y no pasa nada.Pero sí pasa cuando esos personajes son así.No sé por dónde empezar a enumerar. ¿Tal vez por don “no soy un hombre sin escrúpulos, pero me follé a una chica, la dejé preñada, le di pasta para que abortara y me olvidé de ella y de asegurarme de que no hubiera parido a mi hijo”? ¿O puede que doña “tú yo nunca tendremos nada pero a la mínima de cambio te como la boca y lo que no es la boca”?Solo hay dos personajes con un mínimo de coherencia. Uno es un niño de cuatro años, y es sordo (motivo principal por el que decidí leer el libro). El otro es Chris, el adolescente de turno, el único del que se entiende la actitud errática.Los demás ya no es que sean planos e insulsos, es que son inverosímiles. Desde los protagonistas absolutos hasta los secundarios más lejanos, no hay ni uno que tenga un mínimo de coherencia. Son personas adultas de más de treinta años y se comportan como adolescentes con un chute extra de hormonas.Se supone que estamos ante personajes fuertes (Livvy es Capitana, y Aarón es Teniente), pero el único fuerte (y de la peor manera) es él. Ella, en cambio, sigue siendo una damita en apuros en todo momento, y una mártir, y más indecisa que mi abuela, que lo era mucho.Jimmy es un retrasado, la hija de Livvy es gilipollas, Livvy repito que es una mártir imperdonable, Aarón un cabrón sin sentimientos.Y si hablamos del romance, es el más plano, incoherente e inverosímil que me he encontrado JAMÁS, incluso más que los personajes, lo cual ya es mucho decir. La atracción es inmediata y los sentimientos no van apareciendo, sino que de pronto “ah, no, verás, es que estoy enamorado, tía”. Venga, hombre.Y sí, estoy siendo muy dura. Puede que no lo fuera tanto si no hubiera visto 103 reseñas de 5 estrellas en amazon.Esto ya no es cuestión de gustos, amigos míos, no; ya no es cuestión de que no me guste esta clase de personaje por X o por B. Se trata de que, no entiendo muy bien por qué, cada vez hay más personas a las que les importa un comino la coherencia, la verosimilitud, la continuidad o el argumento: quieren chicha, quieren dramas y porno. ¿Y qué, que el estilo sea penoso, no haya historia y los personajes carezcan de sentido? ¡Hay sexo! ¡Hay líos! ¡Hay mierdas!Llegados a este punto, estoy avergonzada como escritora, y estoy avergonzada como lectora. Es muy grave que un libro te haga sentir así.1. Desastre