Revista Cultura y Ocio

Minuto 5, segundo 45

Publicado el 08 junio 2013 por Evagp1972

Minuto 5, segundo 45
Llevo tres días enganchada a Up in the air, el último vídeo de los Thirty Seconds to Mars. Hay muchos momentos hermosos en este vídeo, empezando por la elegante sensualidad de Dita Von Teese y siguiendo por la no menos bella espalda tatuada de Jared Leto, pero hay uno en concreto que prefiero entre todos, aunque no dure nada, apenas un par de segundos: es el minuto 5, segundo 45, que estáis viendo. Jared salta sobre la batería de su hermano Shannon y éste le mira directamente a los ojos, sonríe y sigue moviendo la cabeza al ritmo de la música, en señal de asentimiento. Parece gustarle que su hermano salte sobre su batería, que juegue con él, que hagan los dos un poco el bestia, como cuando eran críos. En ese minuto 5, segundo 45, ambos comparten una emoción que es sólo de ellos dos.

Es cierto que podemos vivir estos momentos de conexión con nuestros amigos o amantes, pero nuestros hermanos y hermanas nos conocen desde hace más tiempo. Juegan con ventaja porque nos guardan el tiempo de la niñez, la adolescencia, los años compartidos en la misma casa, la primera de todas. Son familia.

¿Recuerdas? Tú y yo hemos jugado con un objeto brillante atado a una bobina de hilo para tomarle el pelo a los gatos callejeros. Te he visto ganar batallas en Kamchatka y construir imperios romanos en tu ordenador. Te recuerdo masticando Palidul y llevando botas negras de militar. Nos hemos tronchado con René y el capitán Gruber en Allo Allo. Yo te traía Conguitos cuando venía a verte. Hemos esperado emocionados el momento en que una salpicadura de sangre ascendiera a los cielos frente a Conan el Bárbaro (minuto 7:37. De nada). Tú y yo hemos jugado partidas de parchís con dos colores a la vez cada uno y quince fichas en cada color. Eran partidas interminables. Queríamos que lo fueran. Nunca me perdonaré tu angustia el día que se me olvidó pasar a recogerte a la salida del cole. Sigues recordándome tanto a The Black Adder. Fue una canción de tu querido Calamaro  la que nos mantuvo unidos, yo escuchándola en un taxi, tú sin oírla en una mesa de operaciones, aquella noche terrible en que yo no sabía si volvería a verte sonreír.
Más allá de la ceja enarcada de Dita, más allá del angélico y camaleónico Jared, ahí está el minuto 5, segundo 45. El más bello de todos. Salta cuando quieras, hermano. Mi sonrisa y mis ojos están ahí, esperándote.


Volver a la Portada de Logo Paperblog