Revista Cine

Mirabelle, la muñeca diabólica

Publicado el 28 octubre 2014 por Anionce
Mirabelle, la muñeca diabólica
Domingo por la tarde. El día perfecto para acompañar a tu familia a la feria del pueblo y pasar un par de horas con tu querida hija Lauren, a la que apenas ves desde que te hicieron socio en el bufete y te diste cuenta de que todavía no habías cumplido tu cuota anual de casos pro-bono. 

— Papá, ¿por qué no estás nunca en casa? ¿Es que ya no me quieres? ¿Es cierto que mamá y tú os vais a divorciar? ¿Es por mi culpa?

Esas palabras te persiguen en sueños y no puedes soportarlo. Decides tomarte el domingo libre ("que le den a Mike Carrington y su estúpida denuncia por acoso") y convertirte en un padre ejemplar.Tu esposa y tú apenas os habláis y ya no dormís en la misma cama. ("Estoy harta, John, ya no puedo más. Nunca te vemos, tu hija no hace más que preguntar por ti y yo ya no sé qué decirle. ¿Acaso es más importante tu trabajo que tu familia?") Sin embargo, por el bien de vuestra hija, decidís hacer borrón y cuenta nueva, por enésima vez. 
— Esta vez voy a cambiar de verdad, Susan. Las cosas serán diferentes, te lo prometo.

En la feria estatal, Lauren se queda prendada de una muñeca de porcelana de aspecto totalmente angelical. Y como no puedes permitirte volver a decepcionar a tu familia, preguntas por su precio, aunque el vendedor insiste en regalártela, "Nunca podría hacerles pagar por esto", exclama haciendo gala de una insólita y desinteresada generosidad.

Mirabelle, la muñeca diabólica

La inocente Mirabelle

El hombre, que parece extrañamente aliviado al librarse de la preciosa muñeca, te asegura que sus antiguos dueños vivieron muy tranquilos y felices durante sus 35 años de vida y que la trágica muerte por apuñalamiento accidental de su hija de diez años no tuvo absolutamente nada que ver con Mirabelle.

Por supuesto, tampoco la de la joven pareja, que falleció envenenada poco después, también accidentalmente, tras recibir un curioso y extraño mensaje: "Os dije que no intentarais tirarme a la chimenea, malditos hijos de puta. No podéis destruirme".Al llegar a casa, te das cuenta de que la muñeca está sonriendo. "Qué raro, me había parecido que antes no lo hacía", comentas sin darle más importancia al asunto; al fin y al cabo, se trata de una simple muñeca, ¿no?  Tu hija parece contenta con su nueva amiga. Está aprendiendo cosas nuevas.— Me los ha enseñado Mirabelle responde ella alegremente cuando le preguntas consternado dónde ha aprendido a decir tantas palabrotas, obscenidades e improperios.— Susan, creo que nuestra hija necesita ir al psicólogo. Me temo que es por mi culpa. No estuve ahí cuando claramente necesitaba una figura paterna. Y ahora puede que sea demasiado tarde.Unas noches después, Mirabelle aparece sentada en la mecedora del dormitorio, justo cuando Susan y tú os estáis reconciliando bajo las sábanas.— Maldita sea, John, ¿por qué nos mira así? pregunta Susan visiblemente alterada. ¿Qué quieres decir? contestas tú tras contemplar a la inocente muñeca de ojos rojos, vestido ensangrentado y cuchillo en mano—. Cariño, solo es Mirabelle. No tienes por qué preocuparte.— Ah, sí. Tienes razón.


Mirabelle, la muñeca diabólica

Tranquilos, prometo ser buena.

Al cabo de unos días, Lauren empieza a comportarse de forma extraña. Tras el desafortunado accidente de su perro Timmy  quien murió al saltar por la ventana del quinto piso, pese a tener un pánico terrible a las alturas tu hija parece aterrorizada por alguna extraña razón que no logras comprender. Además, sorprendentemente, ya no quiere dormir con Mirabelle.— ¿Pero qué tonterías estás diciendo, hija? No querrás que Mirabelle se enfade, verdad?

— Créeme, papá, lo último que quiero en este mundo es que Mirabelle se enfade.— ¿Ves? Pues ya está. Ale, bien juntitas, bajo las sábanas.

A la mañana siguiente, Lauren insiste en llevar a Mirabelle al colegio. A ti te alegra que por fin muestre señales de recuperación.

— ¿Qué tal la escuela, cariño? -le preguntas por la tarde.

Amanda se ha reído de mí y nos hemos peleado. Pero luego la profesora nos ha obligado a hacer las paces.

— ¿Ah sí? Qué bien, me alegro mucho. Por cierto, ¿dónde está Mirabelle?

— Se la he regalado a Amanda.

— Qué amable por tu parte, cariño. Así me gusta.

Volver a la Portada de Logo Paperblog