Estaba yo sentado en un banco junto al andén de la estaciónde ferrocarril de mi pueblo. Había otras personas sentadas a mi lado. Íbamos auna manifestación a Valencia. De repente noto un cosquilleo en mispantorrillas; el reflejo inmediato es mirar hacia allí; y ¿con qué meencuentro? Pues con un gatito precioso. Mis ojos (mi mirada) tropiezan con losdel gatito. ¿Porqué no han ido a parar a su boca, a su nariz, a sus orejas… no.Las dos miradas, la del animal y la de la persona se han entrecruzado: ¿Quéesperan? ¿Por qué a los ojos? Es evidente: Una mirada de cierta inteligenciaquiere escrutar la otra mirada para descubrir las intenciones “del otro”, ymirando a la barbilla esto no se ve. No hace falta que a ningún animal le digasque tiene que hacer esto. Es instintivo. En ese escrutinio está lasupervivencia. Los animales que no lo hicieron, murieron y no se reprodujeron. Ahíradican entre otras cosas las intenciones, ahí se ve “el alma” y cualquieranimal sabe enseguida si hay agresividad, miedo, sorpresa, expectación, amenaza…
Esto es lo más importante de la expresión corporal, lamirada. Hay un montón de expresiones corporales que nos indican (e indicamos)nuestro estado de ánimo o voluntad, pero ninguna como lo que se dice en lamirada, lo que se percibe o lo que indicamos con ella. Y quizás por ello (o porinseguridades) muchas veces la apartamos. No queremos mostrar nuestra bondad (omaldad), nuestras debilidades. Cuando miramos, no sólo vemos sino que nosven.
Es muy fácil mirar el lenguaje corporal de otro (aunque seaen la distancia) y descubrir sus intenciones. La rapidez o acompasamiento delos gestos, por ejemplo, nos informa de qué está pasando en esa otra persona oanimal. No hace falta tener un Master para ver esto. Es el sexto sentido (posode la vida) quien nos informa de ello. Es muy sencillo mirar un rostro y ver siestá enojado, satisfecho, o inseguro…
Siguiendo esta “curiosidad”, en multitud de ocasiones heintentado “acotar” el mensaje corporal proveniente de otro Ser Humano o animal.Me he centrado en el rostro “despreciando” otras expresiones corporales. Unosojos muy abiertos o entrecerrados, unos párpados arqueados o fruncidos, unaboca abierta o firmemente cerrada… No sabemos cómo pero todo nos habla de esapersona. A partir de la fotografía podemos ir descartando información colateraly centrarnos directamente en los ojos. Si coges sólo los ojos de la foto de unapersona y extraes todo lo demás, es posible que incluso con esto sólo, puedasver “su alma”. Unas pupilas dilatadas, unos párpados contraídos, unos ojoschispeantes… esto nos puede estar hablando del sentimiento interior de esapersona y de su reacción ante nuestra mirada. Veremos si es inteligente o no,si es opaca o transparente, si es agresiva o pacífica… si te acepta o no,incluso si es noble o si te quiere. Muchas cosas (demasiadas) para ver sólo enuna mirada. Aún no he descubierto del todo claramente cómo es posible ver todo estocon sólo mirar a los ojos. ¿Cómo es posible que algo tan limitado comounos ojos pueda tener tal capacidad de expresión? ¿Tú cómo lo “ves”?
Otra cosa son los mecanismos que llevan a interpretarrostros. Esto ya es diferente. Es curioso que aceptemos o rechacemos en base(quizá) a informaciones anteriores, basadas en experiencias positivas onegativas con “otras caras”. Este aspecto sobre la relación lenguajecorporal/relación experimental depositada en el subconsciente, merecería unareflexión con más profundidad en mejor ocasión.
Es lamentable que sólo porque el rostro de una persona quese me presenta, se le parezca a otra que me gastó una mala pasada, es unalástima que instintivamente la rechace cuando podría tratarse de la persona demi vida. También podría darse lo contrario: que confiara en un rostro porquealguien fue bueno conmigo en otra ocasión, y que en este caso se tratara de unamala persona. Habría que estar al tanto de estas cosas. Esto no son sólocuriosidades.
Hoy no vamos a dar caña. Hoy sólo invitaremos a observar,reflexionar y profundizar en “lo que nos pasa”; sólo por ese camino se puedellegar al autoconocimiento. Y sin autoconocimiento podrá haber satisfacción puntual,pero no felicidad.
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Juan-Lorenzo[email protected] Más Artículos sobre Humanismo