Orden judicial en mano, y
con un representante de Bankia al lado, los mossos d’esquadra subieron las
escaleras hasta llegar al tercer piso de aquella vivienda de Nou Barris. Los
fueron sacando a todos con prisas y sin tiempo para cortesías, dejándolos en la
calle, observados por los jubilados que iban congregándose. El niño no paraba de gesticular, señalando su
antiguo hogar. Empezó a gritar. Gritó tanto que un sargento avisó al padre: «o el niño se calla o os venís con nosotros, detenidos». El niño estaba indignado. No le habían dado
tiempo de recoger su cuaderno de matemáticas, con los deberes hechos para el
día siguiente.Inspirado en el Arte de la
disculpa, un texto que encontré en un libro de texto de mi hija.