El slogan para motivar fue “si la gente no va al museo, el museo irá donde está la gente”. El Piag ya tiene seis años rodando, llevando arte y música en vivo a las escuelas
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La vocación de Mireya Pérez Power ha sido pintar y enseñar. Ha sido una carrera que le ha dado grandes satisfacciones y sorpresas que no terminan. Esta creadora venezolana llegó a Estados Unidos en los ochenta tras el futuro de sus hijos y allí llevó su galería, que tras el esfuerzo de un grupo excepcional se convirtió en lo que hoy es un proyecto maravilloso y real, el Piag Museum en Miami.
Todo empezó hace casi diez años cuando con un grupo de artistas decidió presentar un proyecto de cuadros flotantes con temática ambiental para exponer en el Reflecting Pool en Washington. No fue tan fácil, le comentaron que tenían que formar una ONG para lograr la ayuda financiera y desarrollar la idea. Así nació el PIAG Museum en el 2003. A partir de allí empezaron las negociaciones con el gobierno local. “En el 2005 fuimos a hacer unos cursos en un parque y llevamos una escultura y tres cuadros y tal era el entusiasmo de los niños… que quisimos traer más obras. Pero pensamos ¿cómo lo trasladamos? y se nos ocurrió un autobús”. La unidad en desuso sufrió algunas modificaciones y con un motor nuevo, la eliminación de los asientos y pintura, se convirtió en el “PIAG MUSEUM on wheels”. En el 2005 se hizo la inauguración formal.
“Comenzamos a ofrecerlo en las escuelas porque vimos la necesidad de que los jóvenes estuvieran en contacto con el arte. Nuestro slogan fue Si la gente no va al museo, el museo irá donde está la gente. El Piag ya tiene 6 años rodando, llevando arte y música en vivo a las escuelas. Los niños entran con su maestra y participan en la exposición. Antes de ello planificamos cuáles son las obras adecuadas para llevar según los grupos de edad”. El museo también atiende a niños discapacitados, para ellos se buscan obras que se adapten a las necesidades y profesionales especializados. Cuando Mireya presentó el proyecto inicial le preguntaron cuántas personas atendería y ella haciendo un cálculo rápido dijo dos mil. La persona que le atendió le pidió un número razonable advirtiéndole que le podían quitar la ayuda porque los mejores planes no podían más que con trescientas personas. Y el Piag llegó a brindar servicio a 19 mil personas en un solo mes. “Nos enviaban cartas y cartas de solicitud para que el museo fuera a los colegios. La señora del gobierno que nos atendió antes no nos podía creer”. El nuevo logro del Piag Museum es un edificio de 22 mil pies que le otorgó el gobierno de Miami que se destinará a exhibición y a enseñanza.
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Por Heidy Ramírez@ideagenialMiembro de la red Periodismo ante el Cambio Climático