¿Quién no ha visto o ha oído hablar de la serie estadounidense Gossip Girl? La serie de televisión estadounidense que conquistó a millones de corazones con sus jóvenes protagonistas y su ostentosa vida. Escandalosa, irreverente, con outfits de infarto, pero sobretodo, subida de tono. Jóvenes ricos a quien les sobra el dinero para gastarlo en juergas, vestidos, drogas, alcohol, negocios, apuestas, viajes lujosos… Un ambiente en el que se mueven los jóvenes más importantes de la Gran Manzana, creciendo entre ellos rivalidades, amistades, romances, infidelidades… Con esta descripción es difícil no imaginarse una escena de esta serie que arrasó en audiencia y que levantó tanto pasiones como críticas.
Ya han pasado 4 años desde que la serie emitió su último capítulo, pero aún hay millones de fans que viven deseando que exista este universo paralelo que se recrea en la serie. Lo que estos fans no saben es que este mundo sí existe, no en Nueva York, un poco más abajo, en México. Y es que la descripción, más o menos acertada, dada del argumento de esta ficción no se aleja tanto de la realidad de los mirreyes.
Estos jóvenes son hijos de importantes empresarios, políticos o famosos (incluso narcos) que viven su vida al límite, y que gastan el dinero de sus padres sin medida, sin que les importe nada ni nadie, solo pasarlo bien. Hace un mes aproximadamente saltó la noticia de que un exclusivo instituto de la Ciudad de México había grabado un vídeo como símbolo del final de sus estudios de secundaria en el que se mostraba una parte de la vida diaria de estos chicos. El vídeo no fue muy bien acogido por la prensa internacional, porque a parte de que evidenciaba el alto nivel económico, transmitía valores machistas, se denigraba a mujeres. El corto acabaron por hacerlo privado para que solo ellos lo pudieran ver, evitando levantar tantas criticas.
Viernes noche. En las mejores discotecas de la Ciudad de México se agolpa una muchedumbre deseando entrar. El aire está impregnado del olor a gomina y perfumes caros, el rastro que han dejado los mirreyes después de pasar por las puertas sin tener que esperar en la cola. ¿Y como lo hacen? Se distinguen de los demás por colocarse en la frente la tarjeta negra de American Express, equivalente a la consumición de unas cuantas botellas de champagne (del caro). Después de pasar una noche de juerga desenfrenada, cogerán un jet privado que los llevará a Los Ángeles o navegarán por el Caribe en yate. Incluso tienen su propia pagina web, Mirreybook, que en un principio era una plataforma para ridiculizarlos pero acabó siendo el mejor escaparate para mostrar sus excesos. Parece que Gossip Girl estuviera basada en la vida real de estos jóvenes, muy surrealista.
¿Cómo ser un mirrey? Siguiendo estos sencillos pasos:
1. Siempre usa camisa, sin importar que estés en traje de baño o en pijama, y procura abrirte al menos 3 botones (el clima tampoco debe afectarte), es importante que tengas más escote que tu novia (mejor conocida como lobuki).
2. Cuando hables de tus padres con otras personas, refiérete a ellos como “mi pa y mi ma”.
3. Menciona constantemente la cantidad de dinero que tienes y lo bien que se siente tener dinero (aunque no tengas).
4. Refiérete a tus amigos con alguno de los siguientes nombres: Papaloy, Mirrey, Mirrey Midas, Milord, Papagallo, Papawh, etc.
5.- Utiliza un tono de voz muy fuerte en lugares donde se debe guardar silencio como el cine (para demostrar que tu puedes todo).
6. Di que juegas golf aunque no tengas idea de como.
7. Dile a los camareros “capi” y a las camareras “reina”.
8. Agrega el sufijo ‘uki’ o ‘irri’ a todas las palabras que puedas (Ej. Playeruki, lobuki, peluki, fiestirri, besirri, etc.)
“Hablan con una voz muy grave, llevan la camisa abierta, sin abrocharse los botones, usan Gucci en todas partes, menosprecian a la gente que no está en su nivel social”, así definen jóvenes universitarios mexicanos a los mirreyes. Y como no, también existe una versión femenina, aunque ellas buscan conquistar a uno para que les pague todo, ya que no tienen tanto dinero. Son las lobukis, un grupo de mujeres que siempre rodea a los mirreyes, vestidas con tacones de aguja, minifalda y tops de escotes infinitos salen a las discotecas a cazar a algún joven que les pague las consumiciones de la noche. Si no lo consiguen, al final de la noche saltan al plan B, se quitan prendas de ropa hasta quedar medio desnudas y bailan en las mesas para conseguir el corazón (más bien la cartera) de algún junior.
Todo este universo, que para estos jóvenes es su realidad, no puede quedar más lejos del mundo mexicano, donde más de la mitad de la población vive en una situación de precariedad extrema, pasando hambre y apenas trabajando para sobrevivir. El promedio de ingresos de una familia en el país es de 15.000 pesos (unos 900 euros aproximadamente) mensuales, los llamados mirreyes pueden derrochar ese dinero en una sola noche de fiesta. Lo ostentoso del video que se ha publicado es ofensivo ante las situaciones de miseria y de pobreza en la que está la mayoría de la población mexicana.
Esta tribu urbana, porque no deja de ser eso, una tribu, hace pocos años que existe en México bajo este nombre, pero ya existía antes bajo el nombre de juniors, fresas… Puede que sea un fenómeno con fecha de caducidad, pero lo que nunca desaparecerá serán los jóvenes hijos de papá que derrochan el dinero de sus progenitores como si el mundo se acabara mañana. Los valores narcisistas y clasistas que defiende esta clase social nunca desaparecerán en México, un país donde ser rico te soluciona la vida, pero ser pobre puede significar vivir solo para sobrevivir (y la mayoría de la población pertenece a este segundo grupo).
Si vas a México y ves fuera de un restaurante un coche de unos cuantos miles de euros, junto con un grupo de guardaespaldas (con armas incluidas), puedes deducir que compartirás aire con un mirrey. Los reconocerás por su particular forma de vestir, camisas abiertas, gomina y mocasines, y su forma de hablar. Si tienes la oportunidad de conocer a uno de estos jóvenes, no dejes pasar la oportunidad y pregúntale un par de cosas, porque el dinero no hace ni la clase ni la inteligencia. Ay güey!