Revista Música

Mis 10 de dylan (6): my back pages

Publicado el 12 mayo 2011 por Lou Rambler
MIS 10 DE DYLAN (6): MY BACK PAGES
La primera versión que escuché, la que más me gusta y la que posiblemente ha motivado que esta hermosísima canción esté en mi lista de 10 dylanianas, es la de The Byrds. Pero en cualquier caso no deja de ser una canción de Bob Dylan y, para quien esto escribe, una de las mejores y más bellas que ha compuesto.
Ah, But I was so much older then,I’m younger than that now...
Uf… ese estribillo tiene algo de mágico, algo de especial que siempre me cautivó (o quién sabe si es que con la edad estoy empezando a desear creérmelo…).
A finales de agosto del 98, mi amigo Juanma y yo, y otra gente que nos fuimos juntando –en total éramos diez o doce- fuimos a una zona de selva alta a pasar una semana con un chamán. El lugar era idílico y paradisíaco, con una vegetación exuberante entre la que se podía ver todo tipo de flores (especialmente orquídeas) y de aves, y con una cascada cercana que caía sobre una pequeña poza de aguas cristalinas en la que todos y todas nos bañábamos en pelotas. Dormíamos todos juntos en un par de cabañas de madera bastante destartaladas situadas en lo alto de una pequeña colina y nuestra alimentación consistía en una comida al día completamente frugal. No había nadie en kilómetros y kilómetros a la redonda. Un camino de tierra adaptado para el tránsito de vehículos llegaba hasta unas dos horas de allí, el resto era una trocha abierta a base de machete que había que hacer a pie con el equipo y las provisiones. Fueron unos días de ensueño, casi irreales, en los que se estableció una especie de extraña química entre todo el grupo que nos hacía sentirnos “conectados” los unos con los otros y también con todo cuanto nos rodeaba. Apenas nos conocíamos entre nosotros, nos habíamos ido juntando una… dos… tres personas hasta formar ese extraño y variopinto grupo en el que había gente de 6 nacionalidades. Sin embargo, la armonía que reinó entre todos durante esos días nunca más la he vuelto a sentir, no de esta manera. Nos levantábamos con el sol y, tras encender un pequeño fuego para calentar agua y tomar café, té o mate con un pedazo de pan, nos íbamos a recoger agua y buscar leña por los alrededores. Después de eso cada uno hacía lo que le daba la gana hasta el medio día en que nos reuníamos para almorzar. La verdad es que procurábamos no alejarnos demasiado de las cabañas, ya que en la selva, como todos saben, hay animales, pero bueno, salvo por alguna araña un poco grande de vez en cuando, alguna que otra serpiente inofensiva (o eso nos dijo el chamán), o por una noche en que sonaron unos rugidos sospechosamente cercanos, la verdad es que no nos llevamos demasiados sustos. A veces el chamán nos enseñaba las diferentes plantas medicinales que había por allí y a veces recogíamos algunas y algunos las probaban. Pero al final casi todo acababa, como era de esperar, con juerga general y comunal en la cascada. Después del almuerzo era igual, aunque casi todos nos terminábamos apalancados tumbados sobre la hierba fumando cosas, haciendo una pequeña siesta, o conversando tranquilamente. Todo comenzaba un poco antes de caer el sol, entonces nos reuníamos junto a la hoguera y el chamán repartía la ayahuasca, el que quería la tomaba y el que no, simplemente se quedaba ahí acompañando al resto (queríamos acompañar a nuestros compañeros en su experiencia, ser partícipes de ella… aunque ese día no “viajáramos” estábamos metidos de lleno en ese “viaje”). Un viaje de ayahuasca puede durar cuatro o cinco horas, pero a veces tras un par de horas el chamán ofrecía otra toma para quien quisiera prolongarlo más. Y durante toda la sesión tocaba la flauta y cantaba en lenguas amazónicas diferentes canciones sagradas para inducir y acompañar el trance, que entra siempre muy suavemente. Los primeros síntomas son físicos, sientes que se te agudizan los sentidos, el tacto, el oído… lo oyes todo, lo percibes todo… hasta que finalmente tu cuerpo se relaja por completo y simplemente “sientes” o “ves”. Es curioso, porque puedes estar metido de lleno en tus visiones, tus intuiciones o tus enseñanzas, pero en ningún momento pierdes la consciencia de cuanto sucede a tu alrededor, de quién eres, de dónde estás, de qué estás haciendo y por qué lo estás haciendo; se trata de una experiencia completamente individual pero al mismo tiempo te sientes uno con todo y con todos cuantos te rodean, a veces incluso se produce una especie de extraña conexión entre dos o más personas, como si nuestros pensamientos o visiones pasaran de uno a otro en décimas de segundo, pero sin dejar de estar viviendo tu propia experiencia particular como tus compañeros están en la suya… Mientras tanto el chamán va de uno a otro guiándole en su viaje, cantándole, hablándole, diciendo palabras y cosas que a veces no entiendes y que sin embargo comprendes, a veces paras un rato, simplemente paras y te dedicas a observar a los demás, hablas con ellos, ríes, te matas de risa… o no puedes evitar que te salten las lágrimas… o todo a la vez…, y luego vuelves a meterte de lleno en tu viaje… Ya entrando la madrugada poco a poco la gente se iba retirando a dormir a las cabañas, hasta que te volvías a despertar con el sol y con el canto de cientos de aves. La única música que me llevé para esos días con mi viejo walkman fueron un par de cintas, una de Pearl Jam y otra variada de noventa minutos que normalmente escuchaba tumbado sobre la hierba en la modorra de después del almuerzo. No fue premeditado, pero en esa cinta estaban Love, Jefferson Airplane, The Doors, The Mamas & The Papas, Buffalo Springfield, Bob Dylan, The Byrds… vamos que todo muy flower power, últimos sesentas..., joder, si es que encima recuerdo que me había puesto mis viejos pantalones de la mili y allá en medio de la selva y con ese ambiente tan irreal me sentía que poco menos que un veterano del Vietnam… En fin, desde entonces siempre que escucho “My Back Pages” lo asocio con esa experiencia y recuerdo escucharlo una y otra vez allá tumbado sobre la hierba, entre toda aquella gente completamente desinhibida y rodeado de toda aquella naturaleza… Algo inolvidable... aunque ahora yo me sienta como el jodido protagonista de “Glory Days”
Y para versiones gloriosas la del propio Dylan junto a Roger McGuinn y otros ilustres (o ilustrísimos) amigos del bardo en su concierto del 30 aniversario el 16 de octubre de 1992. Aun recuerdo la sensación de extraña felicidad que sentí en su día cuando vi ese conciertazo inolvidable...

Neil Young,Dylan... My Back Pages por ivaxavi

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