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Si bien Isaac Asimov es, posiblemente, el autor de ciencia ficción más conocido entre el público en general, Arthur C. Clarke es el escritor más valorado y preciado dentro de lo que se llama ciencia ficción dura. Veamos su vida literaria.
Arthur C. Clarke se caracteriza por un estilo es lúcido y ameno, coherente y con cierta frialdad literaria bien característica, rozando en ocasiones cierta poesía prosaica. También destacan sus obras por ese creciente optimismo que siente el autor por los logros que puede alcanzar la ciencia humana. Considera que la potencialidad de la humanidad no tiene límites y que aún se encuentra literalmente en pañales. Así, en varias de sus obras una civilización extraterrestre acude a la humanidad para ayudarla en los primeros pasos de esta evolución inevitable. Cita con Rama o 2001 una odisea en el espacio tratan precisamente estas ideas, además de convertirse en grandes clásicos del género y del autor.
Con El centinela, relato precursor a lo que sería su saga más conocida, Clarke entra en contradicción con su reputación. Siendo considerado el más claro exponente de la ciencia ficción dura, en esta obra se ve fuertemente atraído por la mística, aunque también es cierto que este componente suele aparecer como colofón final en muchas de sus aventuras. El mensaje de optimismo, la magnífica infancia del hombre, la expansión del cosmos y la idea que un hermano mayor extraterrestre aguarda y observa nuestros primeros pasos hacia las estrellas. ¿Es o no es poesía mística?
En 1980 gana el premio Hugo con Fuentes del paraíso (1979), una obra magnífica en la que habla de un tema recurrente en su biografía: el ascensor espacial (también mencionado en Cánticos de la lejana Tierra y 3001 Odisea final). Estamos ante su novela mejor reconocida entre los entendidos, aunque no así entre el público en general.
Otros libros destacables de su extensa biografía son La ciudad y las estrellas (1956), donde Clarke se nos revela como un futurista imaginativo de una sociedad humana oprimida dentro de una ciudad cerrada miles de años en el futuro, Las arenas de Marte (1951), novela de aventuras espaciales, El martillo de Dios (1993) en la cual el protagonista es un asteroide que avanza en colisión con la Tierra, El fin de la infancia (1953) donde la raza humana se ve benévolamente sometida por una raza extraterrestre protectora, Alcanza el mañana, una colección de relatos espectacular, o Cánticos de la lejana Tierra (1986), ésta última quizás su novela menos técnica y más humanista. En Las arenas de Marte Clarke recurre al repetido argumento durante su vida literaria del rescate espacial a cargo de una nave civil, tema que aparece en numerosas novelas. Sin embargo, aquí es donde lo emplea por primera vez.
Sus dos novelas más conocidas, Cita con Rama (1973) y 2001 Odisea espacial (1968) son lecturas ineludibles para cualquier fanático de la ciencia ficción. Así Cita con Rama ganó el Nebula, el Hugo, el Locus y el John W. Campbell memorial de 1974. Esta saga tuvo otras dos partes de menor éxito: Rama 2 y El jardín de Rama (1991), ambas coescritas con Gentry Lee.
«Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia».