En la Roma de principios del siglo XVI, en pleno Renacimiento, papa Julio II (Rex Harrison) encarga a Miguel Ángel (Charlton Heston) que pinte el techo de la Capilla Sixtina, pero el artista, que se siente escultor y no pintor, rechaza el trabajo. El Papa le obliga a aceptarlo, y la obra se convierte en un largo enfrentamiento de férreas voluntades, avivado por constantes diferencias artísticas y temperamentales. Adaptada por Philip Dunne a partir de un bestseller de Irving Stone, Carol Reed dirige una historia en la que destaca la interpretación de Charlton Heston, especializado por entonces en encarnar a personajes míticos de la humanidad, así como la recreación de la Italia del Quinquecento, en la que el mecenazgo artístico como elemento de impulso político a golpe de prestigio propagandístico convive con las guerras internas y la amenaza de intervención de potencias como Francia o España. En ese barullo político hay, no obstante, espacio para el arte y para la religión, e incluso para acentuar las semejanzas entre la creación artística y la divinidad.