Coescrita por William Faulkner, todo en esta película de Howard Hawks apunta al gran espectáculo panorámico, desde las grandes escenas de masas a la colosal partitura de Dimitri Tiomkin, y, sobre todo, el tema central, la ficción dramática que acompaña el proceso de construcción de la pirámide de Keops. No obstante, la película llega a un punto de inflexión en el que vira hacia una atmósfera más intimista en la que las relaciones de los personajes y la intriga sobre su desenlace se imponen al gran formato. La combinación de ambos estilos e intereses alcanza su fusión en el perturbador clímax final, grandioso colofón que culmina tanto la estética monumental como el juego dramático en un único acto.