Con esta entrada comienzo mi colaboración, espero que larga y fructífera, con madridiario.es, un medio de comunicación digital dedicado exclusivamente a la Comunidad de Madrid, a sus gentes y lugares, a su devenir cotidiano y a sus noticias. Han tenido la amabilidad de incluirme entre aquellos que desde su terraza nos asomamos al mundo para ir contando lo que vemos acerca de esta ciudad. Para mi es todo un honor y un placer contar con su confianza. Así que estas letras aparecerán tanto en este blog como en sus páginas de opinión.
Para comenzar, lo lógico es que yo escribiera algo en torno a lo que siento por Madrid. Algo que transmitiera mi sentimiento y mi cariño. Pero no voy a hacerlo. Y no por no querer, sino porque he recordado un texto que ya tiene un tiempo que explica a la perfección (o al menos eso creo yo) ese sensación. Lo escribí a petición de un fantástico blog también amante de Madrid, Mis fotos de Madrid, y cuando por alguna u otra razón vuelvo a leerlo, me sigue pareciendo recién escrito y una buena descripción de ciertas cosas que bullen dentro del que firma estas lineas. Espero que así os lo parezca a vosotros y a los desde ahora compañeros en la aventura de madridiario.
Me siento delante del ordenador y quiero escribir sobre Madrid. Pero eso es sumamente dificil. ¿De que escribir? Asi que solamente dejo salir a mis palabras, y que ellas decidan de que hacerlo. De sus ojos hechos ventanas mirando millones de historias transitando por sus brazos hechos calles y sus dedos convertidos en esquinas. Contar historias de enamorados de putas, de monumentos olvidados, de piratas sin barcos, de bares repletos de música de amor y amores sin banda sonora.
Es mucho más fácil vivir de Madrid y no escribir. Vivir de las calles que me vieron jugar y esconderme, de los portales desde los que vi la lluvia que se reflejaba en los coches que encharcaban las aceras y a los que no estábamos atentos atentos. Imaginarme Blade Runner en el edificio de Schweppes de la Gran Vía, o a Bogart y a Ava Gardner salir del taxi del Fary para introducirse en el Chicote. Soñar con goles imposibles en el Bernabeú, mientras tus piernas aun puedan soñarlos, y aun después, que coño, que para eso están los sueños, que se aguanten las piernas. Porque es más facil soñar de Madrid, vivir de Madrid, respirar de Madrid, que escribir de sus gentes.
Ir al parque urbano con el nombre más lógico del mundo, porque que otra cosa te apetece hacer alli que no sea retirarse, que hasta el mismo Diablo no ha hecho otra cosa sino eso. Ir al Rastro para seguir el susodicho de una revista de cotilleos de los años 50, de una figura que sólo está en esa calle para tí, de la chapa del Che, del pañuelo palestino, de la gorra militar, de las mallas blancas, del pollito rosa, del bocata a medio camino entre Campillo y Cascorro. Pasear entre miradas por el verano de la Castellana, subir mirando todos los libros que te comprarías en esta vida y en la otra por la Cuesta de Moyano, suicidarte sin hacerlo en el Acueducto…
Madrid es odiar y amar a manos llenas. A la gente que no para y al que no para a la gente, a las personas que no miran y a aquellos que no ven a las personas. Madrid es entrar un domingo de mayo por Princesa, para llegar a Plaza España y mirar la Gran Vía desde abajo, y sentirse de pueblo, de pueblo grande. Madrid es escribir sin sentido en este ordenador y en este blog tanto como vivirla con los cinco sentidos cada día que pases en, sobre o debajo de ella.
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