Hace pocos días, paseando a la perrita Effie junto a Jess, en Kilham, decidimos ir en busca de algún escribano cerillo que se dejase ver bien. Esquivando montones de tierra producidos por los topos y boñigas de caballo, caminamos unas decenas de metros, alejándonos del pueblecito, internándonos en la extensa campiña inglesa, que ya verdea como Bolsón Cerrado. En unos altos fresnos que crecían junto a un seto, divisamos una bandada de pájaros del tamaño de un estornino o un poco más grandes. Al mirar por los prismáticos, nos sorprendió ver un grupo mixto bastante grande de zorzales reales
(Turdus pilaris) y estorninos pintos
(Sturnus vulgaris). Al final, llegamos a una rotonda a unos kilómetros al Norte del pueblo y, sin éxito, nos dimos la vuelta para volver a casa. El día soleado hacía despuntar las primeras hojas de los groselleros de los jardines del pueblo, mientras otros frutales ya intentaban florecer. Una pareja de gorriones molineros
(Passer montanus) voló a un cerezo cercano. Esta especie se caracteriza por no presentar dimorfismo sexual, al contrario que los gorriones más comunes que observamos en campos y ciudades. Sobre un tejado, una lavandera pía
(Motacilla alba yarrellii) picoteaba entre las tejas. Conforme caminábamos de vuelta, Effie tiraba con fuerza, intentando morder la hierba del sendero y alguna que otra flor de diente de león. Esto es bastante molesto, sobre todo si en una mano llevas los prismáticos y en la otra la correa del perrete. Entre el canturreo de petirrojos, pinzones y jilgueros, me pareció oír un canto monosilábico, tranquilo, lento. Nos paramos. Detrás de un seto bastante alto, sobresalían unas ramas que ya empezaban a hojear y, entre ellas, una hermosa hembra de
camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula) buscaba los brotes más grandes. ¡Por fin! El camachuelo común era un pájaro que se me estaba resistiendo mucho. Había ido a varios sitios donde se supone que había, incluyendo el jardín de Jess, pero nada. Por fin, a menos de 3 metros de mí, había una hermosa hembra picoteando hojitas verdosas que nacían bajo el sol del febrero inglés. En aquel momento, pensé, de haber llevado la cámara, habría hecho una foto genial. Pero llevaba únicamente los prismáticos. Reconozco que lo hice a propósito. Si bimbaba algo, me dedicaría a mirarlo y, por qué no, para plasmarlo en una imagen, recordaría la posición del animal y haría un dibujo. Porque me he dado cuenta de que el hecho de llevar la cámara conmigo (imagino que esto no me pasará solo a mí), a veces me impide observar el comportamiento del animal, tal y como es. Es como los momentos que se viven con amigos. Conozco a gente que solo va a sitios para la foto, sin disfrutar de la situación y la compañía. Cuando se acaba la sesión fotográfica, hale, nos vamos. Cuando pasan los años, ¿recordarán algo de aquel momento? Solo tendrán la foto. Yo prefiero disfrutar más despacio cuando se trata de aves más o menos fáciles de ver (no os engañéis, como sea un "twitch", la cámara va la primera).
Macho de camachuelo común en Kilham. Acuarela sobre papel, 15 x 21 cm.
Momentos después, veía un macho de camachuelo sentado sobre un seto, muy quieto. Tranquilo, observando unas ramas de alerce que tenía delante de él. Me llama la atención la tranquilidad de los camachuelos. Son pájaros que se lo toman todo con calma. Así lo pude observar días después con
África en una zona cercana al Humber Bridge, una pequeña reserva forestal con algunos prados y estanques donde hay dispuestos unos comederos para aves. Los comederos están separados de la zona de observación por la pared de unos álamos trenzados que forman un túnel, dentro del cual se meten los pajareros para fotografiar y observar los pájaros que acuden a los comederos. África trajo algunos granos y cacahuetes para atraer a los pájaros a los comederos. Como siempre, los primeros en llegar fueron los páridos, junto con pinzones vulgares y petirrojos. Los camachuelos se hacían de rogar. Se acercaban, reclamaban. Pero tardaron bastante en coger confianza y ponerse a comer. Lo bueno es que estos pájaros, cuando se ponen a comer, se quedan en el sitio, no como los carboneros y herrerillos, que llegan, cogen una semilla y al momento se han ido.
En primer plano, un vistoso macho de camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula). Este ejemplar tenía un plumaje ventral más rosado que naranja, más suave comparado con el primero que vi en Kilham.
Al fondo se vislumbra la hembra, menos colorida y de colores pardos y grises.
Macho de camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula). En inglés se le llama Bullfinch, es decir, pinzón-toro. ¿Será por la forma del cuello, que recuerda al del toro?
Lo que decía, a pesar de no haber llevado cámara de fotos la primera vez que los vi, pude tomar cantidad de imágenes de esta especie de fringílido, tan abundante en toda Europa excepto en donde yo nací, en otra ocasión. Lo prefiero así. A veces es mejor esperarse y contemplar lo que se observa, disfrutarlo, y no perder el tiempo haciendo la foto y pensando que hemos visto algo súper interesante. ¿De qué sirve una foto si no podemos ver al animal moverse, alimentarse, volar o cantar, si no hay recuerdo? Mejor lo miro un rato, lo guardo en mi memoria y después hago un boceto.
Macho de pinzón vulgar (Fringilla coelebs), otro de los pájaros comunes en comederos.
¿QUIÉN ERE'?