Revista Ciencia

Mis tonterías favoritas de las humanidades

Por Daniel_galarza
"La filosofía no ha muerto, pero está gravemente enferma"  Mario Bunge. Mis tonterías favoritas de las humanidadesLuego de un tiempo pensando en que el artículo de mis 10 tonterías favoritas quedó incompleto, me decidí a escribir este nuevo top 10 para no quedarme con esa sensación. Por supuesto, hacer una segunda parte hablando de pseudociencias, supersticiones y choradas sobrenaturales que más me gustan era simplemente imposible, ya que el resto de estas cosas me suele causar mas molestia que otra cosa. Pero ahí fue cuando pensé entonces la filosofía, las ciencias sociales y las humanidades en general; me dije a mí mismo: "mi mismo, hay un montón de burradas filosóficas y choradas humanistas, ¿por qué no haces un artículo con eso?" y me contesté a mí mismo con un "sí, ¿por qué no?"

Bueno, yo se que estaban bien interesados en saber cómo es que llegué a pensar en hacer este artículo, pero si les sigo platicando de lo mismo no podremos ver este top (ya que los aburriría tanto que no leerían todo). Mejor les platico de forma breve por qué considero las siguientes doctrinas como choradas comparables a la memoria del agua, los ovnis o la Atlántida.

Si bien cosas como la filosofía, la historia, el arte, la literatura, la sociología... enriquecieron (y siguen enriqueciendo) la cultura, lo cierto es que en estas disciplinas y manifestaciones humanas (vaya, gran descubrimiento, por eso se llaman humanidades) están llenas de afirmaciones imposibles de verificar, que llegan a ser irrelevantes e incluso carecer de sentido lógico. Los practicantes y estudiosos de la filosofía, la sociología o la antropología, suelen cometer errores, sesgos en sus investigaciones y falacias en sus afirmaciones. ¿Quiere decir que no existe nada de esto en ciencias como la biología o la astronomía?¡Por supuesto que también existe! Pero sin duda alguna, es mas fácil encontrar choradas en una revista arbitrada de sociología o de filosofía que en una revista de ciencia como Nature o Scientific American, ya que ejemplos como los dos últimos se guían principalmente por la evidencia en favor del estudio y por la claridad del lenguaje en el que se desarrolla el discurso, más que por la ideología o doctrina filosófica con la que sus editores estén comprometidos.

 Ejemplo de esto nos lo dio un profesor de física que estaba harto de que los filósofos y sociólogos de la ciencia con aires posmodernos hablaran de relativismos y subjetivismos en la ciencia. Ese profesor de física no fue otro más que Alan Sokal. En la edición primavera/verano de 1996, la revista humanista Social Text publicó un artículo cuyo título sonaba interesante: La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica. El artículo no era otra cosa sino un montón de sinsentidos sobre conceptos de física, pero con algunas citas "coherentes" de pensadores como Lacan y sus concepciones sobre las matemáticas.

Lo que se esperaría de una revista supuestamente arbitrada por expertos científicos sociales, era que se rechazara el artículo como una broma de mal gusto, dándose cuenta de los sinsentidos del escrito. O si quiera, que los editores de Social Text investigaran más a fondo de qué se trataba el asunto. En vez de eso, ya que el artículo citaba autores célebres que suelen ser citados por sociólogos de la ciencia, y a pesar de estar en un lenguaje oscurantista que se hacía pasar por reflexión profunda y cuyo contenido no era más que una tontería, Social Text publicó el artículo presumiendo y elogiando tan "académica" información que confirmaba las creencias relativistas propias de la pseudofilosofía posmoderna.

Sokal daría a conocer al poco tiempo que el escrito no era sino una broma con la que buscaba llamar la atención sobre cómo aquellos que se hacen llamar "científicos sociales" y "humanistas" abusaban de términos científicos hasta el punto de retorcer  e interpretar de forma sesgada las ciencias naturales. Sokal, no contento con haber expuesto el ridículo manejo y administración de datos por parte de Social Text, escribió un libro titulado Imposturas Intelectuales, continuando con la dura crítica a escritores "de renombre" como Lacan, Deleuze, Guattari, entre otros (en este primer libro solo se buscó criticar pensadores posmodernistas franceses) que solo han abusado de términos científicos creando pensamientos oscurantistas.

Los críticos de Sokal afirmaron que la crítica hecha en su libro no se trataba más que de un ataque nacionalista en el que se buscaba mostrar que Francia produce intelectuales de "menor calidad" que en Inglaterra. Estas críticas hechas desde la ignorancia, fueron rebatidas por los autores de Imposturas Intelectuales (junto a Sokal, escribe J. Bricmont) con una respuesta simple y bastante clara:

Esta pregunta (el por qué se critican autores franceses y no de otra nacionalidad) no afecta a la validez o invalidez de los autores franceses aquí examinados: aunque hubiera otros abusos tan enormes, ello no justificaría estos. De todos modos, se explican los criterios de selección de los autores:como no se trata de escribir una enciclopedia en 10 volúmenes sobre "El sinsentido desde Platón", hubo que seleccionar. Los criterios fueron: abusos que estén de moda en el pensamiento actual, no hayan sido analizados antes, y sobre los que los autores puedan aportar alguna luz, por ser en materias de su competencia (matemáticas, física).
Si bien, me podría detener comentando las Imposturas Intelectuales, lo mejor sería que, para no hacerla más larga, consulten ustedes mismos el libro, además de algunas lecturas adicionales. O sea ¡INVESTIGUEN! En fin, si algo nos ha mostrado ejemplos como el de Sokal, es que las humanidades están plagadas de charlatanería y pseudofilosofías que, en vez de enriquecer el conocimiento o el debate, solo generan oscurantismo intelectual, volviendo escolástica a estudios como la sociología, la antropología o la psicología, e ideología barata a disciplinas como la filosofía. 

¿Significa que en ciencias como biología o astronomía no existen sesgos, pseudociencia o ideología? Claro que no, desde luego que también es posible encontrar estudios sesgados de ciencia patológica, sin embargo, la constante crítica autocorregible que estas ciencias practican hacen que sus tropiezos no duren mucho y no pasen a mayores, cosa que no sucede en humanidades y ciencias sociales, pues estas, al tomar de fundamento doctrinas sesgadas que carecen de sustento, crean un conjunto de afirmaciones falsas que, debido a su lenguaje oscuro, es difícil distinguir con claridad. Este problema ha existido desde tiempos de Platón (quien tiene por cierto, una cola enorme que le pisen). 

Espero con el paso del tiempo poder profundizar en estos agujeros de las humanidades. Por el momento, les dejo con este top 10 de las tonterías mas chistosas (a mi juicio) de las ciencias sociales y la filosofía. Esperando lo disfruten, y por supuesto, las críticas racionales, con sustento, son bienvenidas.

10. ¡Relativismo cultural everywhere! Uno de los discursos que más se les suele escuchar a pensadores de tinte posmoderno es la idea de que todo en la cultura es relativo. No se habla de un relativismo filosófico (en el que no hay conocimiento absoluto sino conocimiento relativo a la época y le ubicación geográfica), sino de un relativismo cultural en el que cosas como la belleza, el bien, el mal, lo correcto, lo incorrecto, el verdadero y el falso conocimiento, la religión, el gobierno, la ciencia... no son conceptos que se puedan definir de forma objetiva, sino que son relativos a un marco de referencias del tipo histórico-cultural. 


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Bajo esta postura se asegura que no existe razón alguna para juzgar, por ejemplo, el que alguna cultura considere el sacrificio humano como moralmente correcto o que teorías científicas solo son válidas debido al zeitgeist o espíritu de la época. En otra época o en otro lugar, la validez de la teoría de la evolución (por poner un ejemplo) es igual a la validez de la creencia en que el mundo es sostenido por elefantes parados encima de una tortuga.

Los relativistas culturales consideran que postular leyes de la física o proponer algo como la declaración universal de los derechos humanos no son más que sinsentidos, pues no existe una validez universal mas allá del contexto histórico en el que se sostienen dichas afirmaciones, doctrinas o posturas.

 Algo curioso del relativismo cultural es que, de ser verdad, esta "verdad" o "validez" es solo relativa al contexto histórico y las convenciones sociales que lo acepten. O sea, el relativismo cultural es por definición auto-aniquilante. Por lo que, o es falso o no tiene sentido si quiera. Sin embargo, algunos de sus partidarios suelen irse por una variable más específica: el relativismo moral.

Decir que no existen parámetros objetivos más allá del consenso  y el acuerdo social en la moral, es simplemente ignorar revelaciones fundamentales sobre la conducta humana expuestas de forma verificable por ciencias como la psicobiología, las neurociencias y la genética.

 Debido a la complejidad del tema, no podré profundizar mucho más, considerando que los argumentos hasta aquí expuestos sean suficientes para que quede claro el por qué considero al relativismo cultural como una chistosa magufada que, si bien carece de partidarios populares, suele colarse en algunos discursos filosóficos y sociológicos cuando se analizan cosas como la moral, el conocimiento o la problemática social en general. Aunque con el tiempo estoy seguro que escribiré más cosas sobre esta postura, creo que está de más el decir que ¡INVESTIGUEN!

Véase más: Una Introducción a la Filosofía Moral, de James Rachels, FCE; Relativism, entrada de la Stanford Encyclopedia of Phillosophy.

9.  ¿Dos culturas? Una de las ideas más usuales, no solo en las aulas de la licenciatura en filosofía, sino que incluso en las calles mismas, es la que afirma que las humanidades (entendiendo por estas a la filosofía, la literatura, el arte y las ciencias sociales) son una forma de cultura paralela a la ciencia (usualmente estereotipada con las ciencias naturales). Así, se dice, tenemos "dos culturas": por un lado las humanidades y por otro lado las ciencias. El término derivado de una conferencia del físico y novelista inglés C. P. Snow pronunciada en 1959, ha sido criticado tanto por "humanistas" como por "científicos" que consideran esta idea errónea.

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Sin concentrarnos en la conferencia de Snow, y atendiendo al uso "popular" de esta idea, podemos decir que su uso (o abuso) no solo se puede encontrar en los escritos de filósofos o sociólogos, sino también en afirmaciones de biólogos o físicos. Cada lado asegura ser diferente al otro, y en más de una ocasión cada lado suele adjudicarse "superioridad" por encima del lado contrario. Mientras algunos filósofos de la ciencia suelen pensar que su trabajo es meta-analítico y por tanto, va más allá de la ciencia, algunos científicos aseguran que labores como la filosófica, la literaria o la humanista, si bien son labores con cierta belleza, éstas son inútiles y no solo no tienen nada que ver con la ciencia, sino que éstas solo retrasan la buena investigación científica.

Algunas afirmaciones van más allá, asegurando que cosas como la ciencia, la tecnología o la ingeniería deshumanizan la cultura. Nada más alejado de la realidad, pues basta con preguntarse ¿qué otra especie conocida es capaz de hacer ciencia, crear tecnología o de solucionar problemas basándose en la ingeniería? Hasta donde sabemos, estas cosas son exclusivamente producto humano, por lo que investigar sobre los mecanismo de la evolución, la forma de las órbitas de los planetas o los experimentos dentro de colisionadores de partículas, más humanos no podrían ser.

Hoy en día es imposible hablar de dos culturas, pues la ciencia influye en la sociedad tanto o más como lo hacen el arte o la literatura. "Hace un siglo, quien ignoraba La Iliada era tildado de ignorante. Hoy lo es, con igual justicia, quien ignora los rudimentos de la física, la biología, de la economía y de las ciencias formales. Con razón, porque estas disciplinas nos ayudan mejor que Homero a desenvolvernos en la vida moderna; y no solo son más útiles, sino también son intelectualmente más ricas", asegura Mario Bunge en su conferencia Filosofar científicamente y encarar la ciencia filosóficamente. No está de más dejar en claro que, si bien la ciencia es indispensable para una cultura inteligente y basada en el conocimiento, esto no excluye al arte, la literatura, la filosofía o las humanidades en general.

En realidad, no hay necesidad de excluir una de la otra. Hoy en día es innegable que una reflexión filosófica, para que no se considere estéril  y para estar al margen de la problemática actual debe sustentarse en el conocimiento científico, del mismo modo que es innegable que una perspectiva histórica y filosófica de la ciencia es más enriquecedora para comprender la ciencia como manifestación humana. Las teorías en ciencias sociales no pueden desligarse de forma absoluta de los conocimientos y teorías en biología, genética, neurociencias o bioquímica. Ignorar estos determinantes en el ser humano, tanto como individuo como animal social, es dar una explicación incompleta del ser humano.

Véase más: La Ciencia por Gusto. Una invitación a la cultura científica, de Martín Bónfil Olivera, Edit. Paidos; La Ciencia, su Método y su Filosofía, de Mario Bunge, Edit. Siglo Veinte.

8.  Razón y fe... ¿eh? Desde tiempos inmemoriales, grandes pensadores han llegado asegurar que la razón -irónicamente- no tiene sentido si no es guiada por la fe, y más en específico, guiada por la fe en un ser superior. Así tenemos interminables hojas impresas con apología basadas en el pensamiento de autores que van desde Aristóteles, San Anselmo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Occam, Dunns Scoto hasta René Descartes, G. W. Leibniz, John Locke, William Paley y CS Peirce (¿incluiría alguien en su sano juicio a Ray Comfort o Dinesh D'Souza? No lo creo). Esta afirmación ha sido expuesta por otros grandes pensadores como un sinsentido irracional. Estas discusiones han permitido enriquecer una rama de la filosofía tradicional en la que se analiza la argumentación de cada bando, denominada epistemología religiosa.


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Haiga sido como haiga sido, en la apología religiosa actual se sigue asegurando que la mayor certeza que se puede tener es que la razón debe guiarse mediante la fe, y la fe puede basarse con toda seguridad en la razón. El problema, más allá de si realmente puede la fe basarse en la razón, parece ser uno del tipo conceptual. ¿Qué se entiende por "razón" cuando se dice que ésta apoya la "fe"? ¿Y qué se entiende por "fe"?  Resulta ser que razón se ha entendido de distintas formas. La "razón" de la que hablaba Descartes, por ejemplo, no es la misma "razón" a la que se refiere hoy día Richard Dawkins en el nombre de su fundación.

La razón en filosofía y teología suele entenderse como el principio para una investigación metodológica , ya sea intelectual, moral, estética o religiosa. En el racionalismo, la razón es el único principio por el cual se puede obtener algún conocimiento confiable. Es justamente debido a esto que no se puede confiar en los sentidos, ya que la información obtenida a raíz de estos es contingente y engañosa. El ser humano, es el único ser terrestre dotado de razón, pero ésta se mira como una clase de capacidad o "esencia" del alma. Y es el alma la que nos es dada por un ente creador cuya existencia es la razón de todo: Dios. Los filósofos racionalistas que defendieron esta tesis (aun hoy día no falta alguno por ahí) concluyeron que ese Dios, no es exactamente el dios personal de las religiones abrahámicas, sino una clase de causa primera (desde luego no todos pensaron así; Descartes cree que el Dios cristiano es el dios verdadero y único que dota de razón y propósito, opinión sostenida también por los pensadores medievales), una clase de motor teleológico que dota de propósito a todo.

El problema con esta visión (la del racionalismo clásico), es que presenta contradicciones tanto en la forma en la que asegura se obtiene el conocimiento, así como la demostración del origen de la razón. Los racionalistas de tintes cartesianos defendían la existencia de ese "dios filosófico" usando el argumento ontológico, en el que se asegura que la existencia es parte de la perfección. Ya que Dios es perfecto, y no se puede ser perfecto si no existe, Dios por tanto existe. ¿Cómo "sabemos" que Dios es perfecto? Por qué, decía Descartes, se puede pensar en la perfección. Pero como el ser humano es un ser imperfecto, éste no puede ser el origen de la idea de perfección. Por tanto, la idea de perfección la tuvo que haber puesto en nuestra mente un ser perfecto. Y no pudo haber sido otro sino Dios, ya que él es perfecto.

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La defensa de la fe por medio de la razón (entendiéndola como la forma lógica de argumentar de manera válida) o el sustento y trascendencia de la razón a través de la fe son temas lo bastante complejos como para crear tomos enciclopédicos (incluso el buen Ratzinger se unió al debate con su libro El Dios de la fe y el Dios de los filósofos). Hay que considerar que este es uno de los debates filosóficos más antiguos. Un punto importante a recordar es que, si bien es un debate bastante complejo, habría que preguntarse si este tiene algo que ver con la realidad. Es decir, ¿acaso afirmar que la razón es una cualidad del alma, la cuál es puesta por Dios, puede demostrarse como una afirmación verdadera más allá de la imaginación? La verdad es que no; también es un hecho que estas afirmaciones no aportan nada original al conocimiento, ni mucho menos ayuda a saber cómo funciona el conocimiento. Esto es justamente lo que me gusta llamar como filosofía basura. Podrá ser interesante, pero es francamente un pseudoproblema que no resuelve nada, que se desvía del punto central y se dirige hacia indemostrables irrelevantes.

La ambigüedad de conceptos como el de razón (del cuál casi pareciera que se abusó en la tradición filosófica) desaparece si lo miramos como una facultad propia de un organismo consciente y no como un principio de alguna doctrina medio oscurantista.  Cuando se habla de "razón" se suele referir a esa facultad en la que un ser consciente con cierta capacidad intelectual es capaz de cuestionar, hallar coherencia (o contradicción) dentro de conceptos y enunciados, y de este modo inducir o deducir otros antes no establecidos. Si nos ponemos racionalistas críticos, diremos que la razón es esa facultad intelectual que nos permite analizar, criticar y (de ser posible) refutar algún enunciado o afirmación en específico. Es justamente a este tipo de definición en el que el concepto "razón" es menos ambiguo, confuso y se vuelve claro, mas "racional".

Bajo este concepto, resulta obvio que la fe, entendida como la creencia en algo o alguien en específico sin tener evidencia alguna de la existencia de ese algo o alguien, es incompatible con la razón. Ésta última exige análisis, crítica y verificabilidad para poder ser considerado como "razonable" o "racional". Ahora, no es lo mismo decir que la fe puede sustentarse en la razón a decir que la fe puede ser defendida racionalmente. En el primer caso (sobre todo en lo que concierne a la fe religiosa) resulta contradictorio y por demás imposible; en el segundo caso queda claro, a partir de la historia de la filosofía, que es posible argumentar de forma más o menos clara en favor de la fe, del mismo modo en que cualquiera puede argumentar en favor de cualquier cosa. Solo porque algo pueda ser defendido racionalmente no significa que lo que se defiende sea racional, y mucho menos que sea verdadero.

Véase más: Faith and Reason, entrada de la Internet Encyclopedia of Phillosophy.

7. Historicismo. El historicismo suele definirse como la tendencia ideológica en la que se mira a la historia con un fin en el sentido teleológico. O sea, en cristiano, es la idea de que la historia muestra el rumbo de la civilización humana, mirando a la disciplina histórica como una ciencia que es capaz de hacer predicciones. Considera toda la realidad como el producto de un devenir histórico, el cual culminará en algo (depende del historicista al que se pregunte, en qué termina todo).

Algo que suele diferenciar a las ciencias sociales de las famosas ciencias naturales, es que el marco teórico de las primeras no suelen presentarse con el fin de predecir los fenómenos que se están estudiando, sino que se busca a lo mucho, describirlos y de este modo definirlos. En física, por ejemplo, la gravedad no solo es una teoría que ayuda a describir las órbitas de algún cuerpo celeste que se esté estudiando, sino que además ayuda a predecir la trayectoria del mismo objeto de estudio en un tiempo futuro. Esto no es posible con una teoría en sociología o antropología; tampoco con los conocimientos en historia.

Sin embargo, lo que busca el historicismo es justamente hacer de la historia (y de las ciencias sociales en general) una ciencia predictiva, descubriendo los "ritmos", "patrones" o incluso "leyes" que subyacen la evolución de la historia. No son pocos los ejemplos de doctrinas historicistas que van desde las fumadas filosóficas de Hegel hasta la psicohistoria; pero no existe doctrina historicista más famosa que la del marxismo.

El análisis de la historia, según el marxismo, demuestra que entre más antiguos los periodos históricos, se encuentra mayor injusticia. Sin embargo, hay un punto de partida (el comunismo primitivo) en el que las tribus humanas eran justas, en las que no existía la propiedad privada y todos obtenían lo que merecían de acuerdo al valor de su trabajo en la tribu. De la etapa del comunismo primitivo le siguió la edad esclavista (la antigüedad), en la que la injusticia comienza a aumentar, se fundan la aristocracia, la discriminación y las creencias religiosas. La aparición de la aristocracia causa a la larga que la humanidad "progrese" hacia el periodo feudalista en el que ya no se considera el concepto esclavo, pero aun hay injusticia en la distribución de los bienes materiales. Por último, haciendo analogía con el mundo moderno, surge la era del capitalismo en la que los deudores y esclavos desaparecen para dar existencia a los proletarios, los cuales son explotados por la clase alta o burguesía. Hasta aquí, podríamos decir que la concepción marxista sería una visión interesante, pero lo chistoso es que aquí no termina.

El marxismo, como si fuera una clase de ley física, continua diciendo que el capitalismo, así como las eras históricas anteriores, tendrá un final  y la siguiente fase no será otra más que el comunismo. Esta filosofía asegura que la historia sigue un fin teleológico, al más puro estilo del mesianismo religioso, en el que la humanidad entera encontrará la salvación. Las interpretaciones utópicas del marxismo se la deben a los autores posteriores a Marx, pues éste nunca escribió sobre lo que pasaría o lo que vendría una vez el comunismo fuera la visión dominante en la civilización humana. Sea como sea, la pregunta más obvia que alguien podría hacer es ¿en qué se basa el marxismo para predecir el devenir histórico? Un marxista ingenuo podría respondernos que tiene de apoyo el socialismo científico y el materialismo histórico, pero lo cierto es que esto es solo responder con la misma pregunta, es como decir: sabemos que el marxismo tiene razón porque los métodos marxistas así nos lo aseguran.

El marxismo es un excelente ejemplo de los fallos del historicismo, pero bueno, dejemos por el momento a esta doctrina filosófica y concentrémonos de nuevo en el historicismo propiamente dicho. La principal falla en la predicción historicista se encuentra en el hecho en que no se puede hacer predicción alguna sobre el futuro de la sociedad basándose únicamente en la historia. Consideremos fenómenos extremos en la sociedad para que quede más claro el hecho de no poder predecir nada a partir de la historia: consideremos, quién pudo haber predicho la bomba atómica, el período de Guerra Fría, la Guerra de Vietnam, la llegada de las redes sociales, la epidemia de influenza A H1N1 o la crisis financiera de 2008-2010. Aun con el mejor "método" historicista, nadie fue capaz de predecir que algo de esto sucedería. ¿Aún así hay alguien que pueda decir lo contrario?

Véase más: La Miseria del Historicismo, de Karl Popper, Edit. Alianza.

6. La psicosis del Psicoanálisis. Una de las pseudociencias más alabadas en humanidades, de la que existen asociaciones que suenan muy académicas y muy serias, es el psicoanálisis. Esta chorada es más citada hoy en día en filosofía que en psicología, pues la mayoría de las universidades han dejado de lado el viejo programa en psicología de mirarlo por escuelas o corrientes, presentando la carrera por temas y problemáticas en psicología basados en la evidencia y el conocimiento científico. Vamos, ahora se busca estudiar con seriedad la psicología científica.

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La teoría psicoanalítica, en palabras del investigador Robert Todd Carroll, es posiblemente "el abuelo de toda psicoterapia pseudocientífica, solo superada por la cienciología como el proveedor campeón de afirmaciones falsas y engañosas sobre la mente, la salud y la enfermedad mental." Creada por el psiquiatra Sigmund Freud, el psicoanálisis es la disciplina [pseudo]psicológica que trata principalmente la exploración del inconsciente por medio de la asociación libre por parte del paciente y en la interpretación por parte del psicoanalista. Es decir, la práctica en la que el paciente trata de hacer una introspección o análisis de sí mismo con la ayuda de la guía o interpretación del psicoanalista.

De acuerdo a los seguidores de Freud, el proceso "dialéctico" en el que se desarrolla una terapia psicoanalítica resulta más benéfico que el análisis científico de los trastornos mentales. Por ejemplo, el tratamiento para enfermedades y problemas como la esquizofrenia, la depresión, el autismo, la drogadicción y la homosexualidad (sí, el psicoanálisis considera a la homosexualidad como un trastorno mental), no consiste sino en hacer una introspección en busca de trastornos en la infancia del paciente, pues de acuerdo a esta idea, todo esto es causado por un mal desarrollo de las etapas sexuales en la infancia, ignorando todo lo relacionado a las enfermedades mentales y las ciencias como la neurología, la psiquiatría o la genética.

De acuerdo a esto, el origen de la mayoría de los trastornos mentales se puede encontrar en la memoria reprimida del paciente, llegando a retroceder hasta la infancia, en la que seguramente encontraremos que de niño, el paciente sufrió de alguna desviación en su sexualidad. Probablemente el paciente se enamoró de su madre (si el paciente es mujer entonces se enamoró de su padre cuando era niña), de modo que el complejo de Edipo sería el responsable de los futuros problemas mentales del paciente. Hay que tener en cuenta que este método de diagnóstico se basa en la "profesionalidad" e interpretación del psicoanalista. Es decir, no contamos con pruebas, solo con opiniones de una "autoridad en el tema."

El marco teórico del psicoanálisis, además de ignorar por completo la psicobiología y las neurociencias y de ser una disciplina aislada que no se sustenta ni sustenta otras disciplinas, es además infalsable. O sea, busca explicar un amplio espectro de fenómenos verificables con una teoría inverificable y que además, al tratar de refutar o verificar, hace de dicho análisis una "confirmación" de la teoría. Es decir, ahora en cristiano: si uno asegura haber encontrado un fallo en la interpretación psicoanalítica, el psicoanalista puede lanzarse gritando que eso es causado por algún trastorno que tuviste en la infancia. Básicamente, para el psicoanálisis todo el mundo está enfermo mentalmente (excepto el psicoanalista, ese tipo siempre es bien objetivo -FAIL!-). Por esto y por su historial del terror anticientífico es que el psicoanálisis tiene la etiqueta PSEUDOCIENCIA pegada en la frente y con mayúsculas.

A pesar de todo esto, todavía hoy es posible encontrar un enorme apoyo por parte de universidades y programas de salud pública a diplomados y carreras con orientación psicoanalítica. La Asociación Psicoanalítica Mexicana es un buen ejemplo de este atropello a la razón en el mundo académico, la cual aconseja cuándo acudir con un psicoanalista y describe el desarrollo de una sesión psicoanalítica para niños.

Véase más: Seudociencia e Ideología, de Mario Bunge, Edit. Alianza; El psicoanálisis, una pseudociencia escondida a la vista de todos,  entrada de Alerta Pseudociencia; Psychoanalysis, entrada de The Skeptic's Dictionary.


5. Evolución vs Filosofía. Una de las mayores figuras de la filosofía de la ciencia moderna es sin duda alguna Karl Popper, filósofo y lógico de origen austriaco, a quien se le debe la propuesta del racionalismo crítico como teoría que explica el mecanismo de la investigación científica. Popper fue reconocido por sus argumentos en defensa de la ciencia y la denuncia de pseudociencias como el historicismo, el psicoanálisis y el socialismo [pseudo]científico.

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Darwin facepalm.

Aunque de una tendencia cartesiana en la que aseguró básicamente que la mente es algo imposible de conocer de forma científica, ya que la mente no pertenece al mismo campo empírico que la materia (su filosofía de la mente sin duda se parece más a la parapsicología y el espiritismo), Popper aseguraba que la característica principal de la ciencia es que ésta es falsable. Es decir, toda teoría científica, para considerarse como tal, debe tener la posibilidad de ser refutada por medio de contra-ejemplos o contra-argumentos y de este modo ser corregida, aumentada o reemplazada por una mejor teoría igualmente falsable.

Todo enunciado que se haga pasar por científico que no sea falsable, de acuerdo a esta corriente, no es científico, sino metafísico o pseudocientífico. Esto es en parte, y de forma ridículamente resumida, la tesis principal del racionalismo crítico. La Lógica de la Investigación Científica (1934), el primer libro publicado de Popper donde expuso su propuesta, casi de inmediato comenzó a ganar adeptos entre los académicos (tanto filósofos como científicos), siendo el racionalismo crítico una alternativa que prometía mucho mas que el positivismo lógico, que ya en esas épocas estaba prácticamente muerto. Para finales de los años 40 y principios de los 50 del siglo pasado, el racionalismo crítico ya era el paradigma de la filosofía de la ciencia anglosajona.

Popper buscó analizar mediante su propuesta todo enunciado científico, tratando esclarecer y demostrando cuáles eran auténticos enunciados científicos y cuales solo eran metafísica o pseudociencia. Así, en uno de sus análisis, Popper habla sobre la síntesis neodarwiniana (usualmente refiriéndose a ésta simplemente como teoría de la selección natural). Popper, además de ser hombre de filosofía era un hombre de ciencia, y por lo tanto uno esperaría argumentos en pro de la evolución como teoría científica teniendo sus encontronazos con los antidarwinistas de su época. En vez de eso, Popper afirma lo siguiente:


No parece haber mucha diferencia -si es que la hay- entre decir 'los que sobreviven son los más aptos' y la tautología 'los que sobreviven son los que sobreviven'. Esto es así porque me temo que no hay más criterio de aptitud que la supervivencia efectiva, de manera que del hecho de que haya sobrevivido un organismo concluimos que era el más apto o el más adaptado a las condiciones vitales.
O sea, que la teoría de la evolución expuesta en la síntesis neodarwiniana no vendría a ser otra cosa más que metafísica y no una auténtica teoría científica. Eso sí, es metafísica muy útil pues ayuda a mantener el interés en los fenómenos de variación y adaptación,  según Popper. Are you fucking serius? Tan increíble como puede parecer, según Popper la teoría de la evolución, al ser una tautología, resulta ser infalsable y por tanto, concluye, no es una teoría científica. Este punto de vista fue expuesto en su libro Conocimiento objetivo: un enfoque evolucionista (1972) y probablemente se trate de la mayor metida de pata por parte de este filósofo. Sobra decir que los creacionistas se aprovecharon de estas afirmaciones utilizándolas como argumentos en contra de la enseñanza de la evolución en las clases de ciencias. Después de todo, la evolución, de estar Popper en lo correcto, no sería ciencia. También sobra decir que no falta el creacionista del diseño inteligente que en tiempos actuales utiliza estas afirmaciones (junto a otras como la de los fósiles de transición, la complejidad irreductible y la supuesta imposibilidad evolutiva a causa de la segunda ley de la termodinámica).

Algo que los creacionistas suelen ignorar (ya sea por ser auténticos ignorantes o por conveniencia) es que en 1977 en una conferencia pronunciada en el Darwin College de Cambridge, titulada Natural Selection and the Emergence of Mind, Popper corrigió su opinión, pidiendo lo que se podría considerar una disculpa pública por su metida de pata.

La teoría de la evolución solo puede mirarse como tautológica si y solo si se le reduce a un solo enunciado tan simplista en el que pierde todo sentido: "los más aptos son aquellos que sobreviven", la cual se podría interpretar como "los que sobreviven son los más aptos y los más aptos son los que sobreviven", cayendo en un razonamiento circular; si esto fuera lo que ocurre con la teoría de la evolución sin duda alguna tendríamos que admitir que ésta no es una teoría científica. Sin embargo, este no es el caso en el mundo real.
En primer lugar, hay que notar que Popper busca referirse únicamente a la teoría de la selección natural, la cual no es la única teoría evolucionista presente en la biología evolutiva (si bien, es cierto que se trata de la teoría paradigmática por excelencia), por lo que acusar de metafísica a la evolución solo por decir que la selección natural es metafísica no tendría sentido. El segundo punto es que la selección natural no es metafísica, es un mecanismo corroborado por la evidencia, y que, por cierto, es una teoría falsable. Bastaría con encontrar algún organismo u órgano el cuál fuera imposible de evolucionar; es decir, encontrar un caso válido de complejidad irreductible tiraría abajo la teoría de la evolución, tal como ya lo afirmaba el propio Darwin. Es eso o podríamos encontrar el fósil de un burro en el periodo Cámbrico, lo que ocurra primero.
Popper fue acertado en otro punto respecto a la selección natural: y es que ésta no puede explicar todos los fenómenos evolutivos conocidos. En este punto tiene razón, y de hecho, es algo que los biólogos reconocen. Frente a esto, se han postulado otras teorías que no contradicen en sí a la selección natural, que van desde la selección sexual hasta el equilibrio puntuado.
Por último, el enunciado que usó Popper para resumir la teoría de la evolución no se adecua a las teorías darwinianas.  El enunciado que diría así: "Los organismos mejor dotados se reproducen más que los peor dotados, sustituyéndolos en la población", sería sin duda una tautología imposible de negar. Pero este enunciado no es el más adecuado para sintetizar la síntesis moderna (vaya juego de palabras, ¿verdad?). Un enunciado correcto sería: "En una población surgen al azar características hereditarias que pueden hacer que los organismos que las posean presenten una mayor probabilidad de reproducirse y transmitirlas a la siguiente generación, por lo que estas características acabarán por extenderse en la población". A diferencia del ejemplo tautológico de Popper, este enunciado presenta tres hipótesis contrastables como premisas, tal como nos muestra La Ciencia y sus Demonios:
1* En una población aparecen caracteres de novo al azar.
2*Algunos de estos caracteres son heredados por la descendencia de forma no diluida.
3*Al menos algunas de estas características hereditarias producen una mayor ventaja reproductiva.
tautología: Los portadores de estas características se reproducen más que los que no las poseen.
consecuencia: Estas características acaban por extenderse al conjunto de la población.
Las premisas son contrastables, y de hecho están actualmente comprobadas, por lo que aquí, hasta el popperiano más conservador tendría que admitir que aquí se analiza claramente un enunciado científico, no metafísico. El punto más importante a destacar aquí es que los enunciados de las teorías evolutivas no concluyen aquí para ser entendidas, pero me detendré con este tema, ya que, considero, queda claro que afirmar desde la perspectiva epostemológica que la teoría de la evolución es una idea metafísica, queda expuesta solo como una metida de pata algo vergonzosa. Aun cuando la selección natural se demostrase como una teoría falsa (en algún universo paralelo), no podría asegurarse que ésta no fue una teoría científica.

Véase más: La selección natural en Popper y Peirce, ensayo de Josep Corcó; Redibujando a Darwin II: ¿la selección natural es una tautología?, artículo de J. M. Hernández en La Ciencia y sus Demonios.

4. Anarquismo epistémico e Inconmensurabilidad. La metida de pata de Popper con respecto a la biología evolutiva puede verse como un caso que al poco tiempo se aclaró, pero en filosofía de la ciencia hay otros casos imposibles de salvar. Los dos mejores ejemplos de ello son los de Paul Feyerabend y Thomas Kuhn. Si usted busca enriquecer su cultura científica con argumentos y corrientes filosóficas y considera estos autores, siento decirle que está buscando por el camino equivocado. Feyerabend y Kuhn representan lo que el epistemólogo Mario Bunge llama pseudoepistemología: una filosofía de la ciencia oscura que  aporta poco o nada para comprender la ciencia, sino todo lo contrario, la confunde, que es además en esencia anticientífica y ayuda a la promoción de la pseudociencia.


Mis tonterías favoritas de las humanidades

Los inseparables Thomas Kuhn (izquierda) y Paul Feyerabend
(derecha), serían dos de los autores que mas tarde
inspiraron la basura del posmodernismo.

Ambos filósofos eran buenos amigos, y buscaban enriquecer la epistemología de su época con algunos debates entre ellos mismos. Aunque se suele atribuir a Kuhn el concepto de inconmensurabilidad en los paradigmas científicos, lo cierto es que fue una propuesta creada tanto por Kuhn como por Feyerabend (aunque se entiende diferente en cada autor). Esta idea se la encuentra en el libro que le dio fama mundial al primero: La estructura de las revoluciones científicas (1962). En él, se asegura que la inconmensurabilidad en las teorías científicas es la imposibilidad de comparación entre dos teorías distintas que tratan sobre el mismo fenómeno a explicar, siempre que no existe el mismo lenguaje teórico común. De este modo, propuestas como la física aristotélica no podría compararse con la física newtoniana (ejemplo "paradigmático" para Kuhn), ni decir que una es mas "verdadera" o "correcta" que la otra, a pesar de que existan evidencias para apoyar una y no otra. 

Otro ejemplo de la implicación de esta idea vendría ser la teoría geocéntrica vs la teoría heliocéntrica. Debido a que no hablan en el mismo lenguaje teórico, podríamos asegurar que ambas poseen la misma validez. Hay que resaltar que la revolución científica no se da, según esto, por las nuevas evidencias que apoyan nuevas teorías, sino que las teorías se apoyan más que nada por la pura convención social. O sea, las pruebas no importan, lo que importa es la convención social de que algo es verdadero. Otra de las implicaciones es que, debido a la propia inconmensurabilidad, una teoría no puede surgir en dos lugares a la vez, en dos mentes a la vez que no tengan relación alguna (la teoría de la selección natural es un buen contra-ejemplo, pues al mismo tiempo en que Darwin escribía El Origen de las Especies, el explorador Alfred Russel Wallace comenzaba a describir la naturaleza evolutiva con una teoría bastante similar). Desde luego, la obra de Kuhn no es solo esto (necesitaríamos todo un curso de licenciatura para aprender más o menos de forma clara la propuesta de este filósofo e historiador de la ciencia, y por supuesto, con un verdadero especialista en el tema). En la estructura de las revoluciones científicas maneja cuatro conceptos clave: hecho científico, paradigma científico, inconmensurabilidad y revolución científica. Según Kuhn, la inconmensurabilidad no viene a ser algo "negativo" en el quehacer científico, sino más bien es lo que permitiría que se den las revoluciones científicas, las cuales suceden cuando se busca romper con el orden establecido (ciencia normal) por el paradigma dominante.

El paradigma dominante es siempre opuesto al nuevo paradigma con el que se le busca reemplazar (nuevamente, piensen en los ejemplos de física aristotélica sustituido por la física newtoniana o la teoría geocéntrica sustituida por la heliocéntrica). Para esto, Kuhn afirmaba que todas las ciencias solo poseen un solo paradigma y no podía haber más que uno en cada disciplina científica. Este es quizá uno de los errores más obvios de Kuhn, ya que es falso que las ciencias sean mono-paradigmáticas. El mejor ejemplo que todo filósofo y sociólogo de la ciencia suele usar para referirse a la ciencia misma, es la física. Uno bien podría asegurar que antes de la relatividad, el único paradigma en física era el de la mecánica clásica sostenida por los principios de Newton y Faraday. Sin embargo, afirmar que la física clásica sea el único paradigma es falso; se tienen además el paradigma de las leyes de la electromagnética matematizadas por Maxwell; también podemos contar a las leyes de la termodinámica como otro paradigma distinto; coexistiendo con estos, llegó hacía 1915 la teoría de la relatividad de Einstein, que, si bien modificó algunos puntos de la física clásica, no la sustituyó por completo (y tampoco era ese su objetivo); junto a estas dos últimas, encontramos también el paradigma de la física cuántica, con lo cuál estamos contando por lo menos 5 paradigmas en la física (la física newtoniana que si bien hoy día no es la misma que hace un siglo, las leyes de la electromagnética, la termodinámica, la relatividad y la física cuántica).

Otro punto a criticar de las afirmaciones base de Kuhn es la implicación epistemológica que habría si de verdad las teorías científicas fueran inconmensurables, y un nuevo paradigma destruyera por completo al viejo paradigma. Si esto fuera así, deberíamos pensar que el paradigma de la geometría euclidiana fue destruido por completo por geometrías mas complejas (solo por nombrar un ejemplo: la geometría analítica), y entonces debería de dejar de enseñarse dicho tipo de matemática "obsoleta". Si fuera verdad, las leyes del movimiento y demás enunciados que se encuentran en la física newtoniana debieron de haber quedado sin uso luego de la teoría de la relatividad. Podemos seguir con los "si fuera verdad entonces..." pero para no hacerla demasiado larga, resaltemos el punto: ¡esto no es lo que sucede en la ciencia! Cuando ocurre un cambio de paradigma (es decir, cuando hay una revolución científica) no siempre se da el caso que el esquema ya establecido se derrumba de forma total. En veces se corrige solo algunos puntos, en otros casos se sustituyen otros, e incluso, como se ve en los paradigmas de la física o la coexistencia de las teorías evolutivas en biología, se da el caso de que un paradigma coexiste con otros.  

Para terminar con Kuhn y concentrarnos en su amigo Feyerabend, hay que resaltar que su discurso es propio de un oscurantista más que de un filósofo de ideas claras. La profesora e investigadora de lingüística y filosofía de origen británico, Margaret Masterman, encontró que a lo largo de las obras de Kuhn es posible identificar hasta 22 conceptos diferentes usados para referirse a paradigma. Esta misma confusión fue aceptada por Kuhn, quien en su último libro (que habla sobre física cuántica) no usó ni una sola vez dicha palabra. Para muchos defensores de las ideas expuestas en la estructura de las revoluciones científicas (sociólogos con tendencias posmodernas), les suele sorprender el descubrir que Kuhn, al final de su vida, se retractó en más de una de sus tesis expuestas en el mencionado libro, llegando afirmar incluso que estaba harto de hablar de paradigmas y revoluciones científicas.

Si bien, podríamos decir que Kuhn fue un intelectual sincero que aceptó la crítica y la refutación, no podemos decir de Feyerabend lo mismo, ya que éste es uno de esos ejemplos más puros de la filosofía basura en su mayor esplendor. Feyerabend es conocido por la doctrina del anarquismo epistemológico expuesta en su principal obra Contra el método (1975). Feyerabend escribió Contra el método con el fin de comenzar un debate intelectual con su amigo Imre Lakatos; se suponía que  Lakatos respondería con otra publicación pero el tiempo de vida de Lakatos se terminó, dejando a Feyerabend con una obra cuya tesis principal es: en ciencia "todo vale". 
El anarquismo epistemológico propone una "ciencia mas humanista" que la ciencia basada en las leyes y el orden. De este modo, asegura Feyerabend, la ciencia no es mas válida o superior que cualquier otra manifestación humana. El ejemplo ideal de Feyerabend es el arte, y para él, no hay grandes diferencias entre ciencia y arte, uno no es mejor que el otro, ni tampoco arroja más conocimiento uno que otro. El verdadero conflicto es la implicación que trae con esto afirmaciones de este tipo. Al decir que la ciencia no es más válida que cualquier otra manifestación de la cultura, se puede fácilmente inferir que cosas como la religión, el esoterismo y la pseudociencia son tan válidas como la ciencia y tienen tanto derecho a reclamar la verdad como lo hacen las teorías científicas.
De este modo, no hay diferencia entre astronomía y astrología, biología evolutiva y creacionismo, medicina de curanderismo o de brujería e ingeniería. Todo vale. Feyerabend defiende el principio de inconmensurabilidad, el de anarquismo epistemológico y el subjetivismo extremo, en donde afirma que nada existe de forma objetiva, sino que todo viene a existir de forma conceptual. Resulta fácil ver por qué algunos lo llamaron "el peor enemigo de la ciencia", ya que su propuesta de una "ciencia más humanista" no se vuelve más que una filosofía anticientífica que se basa en una supuesta democracia para decir qué es un enunciado científico y que no lo es. Feyerabend es uno de los filósofos favoritos tanto de anticientíficos como de posmodernos.
Sin embargo, así como son evidentes las implicaciones dañinas de sus tesis, es evidente que éstas son falsas. Resulta ser que Feyerabend, si bien conocía más o menos de ciencia, nunca pasó de ser (en palabras de Mario Bunge) un aficionado en el tema que solo estuvo rondando de un extremo a otro. No existen argumentos sólidos que puedan defender las afirmaciones del anarquismo epistemológico, y en todo caso, la utilidad de éste es nula pues no busca interpretar la ciencia, sino volverla un sinsentido en la que cualquier cosa puede llamarse ciencia.
Un punto interesante es cómo Feyerabend llegó a la idea de que "todo vale" en la ciencia. Él mismo relata que cuando joven padecía de una enfermedad crónica y que estaba harto de los tratamientos médicos que no lo curaban. Un día paseando por las calles de Londres, se encontró con un cartel de curanderismo e inmediatamente pensó que no perdería nada ir a probar. Según relata, la curandera, luego de una breve entrevista le recetó algunas yerbas. Luego de esto, asegura Feyerabend, se curó, concluyendo que el curanderismo debía ser igual de válido que la medicina (sino es que más aun). De aquí, no fue tan difícil extrapolar la conclusión a toda la ciencia. De modo que a raíz de un posible caso de efecto placebo, se llegó a una filosofía caótica que cuyo éxito y notoriedad se puede comprender más por su contexto histórico que por sus argumentos válidos.
Las ideas oscuras de Feyerabend, junto a las de los primeros años de fama de Kuhn, representan una de las bases principales por sobre las cuales se construiría una nueva forma de pseudofilosofía: el posmodernismo, el cual retoma las ideas de que no existe verdad objetiva, que por tanto todo es válido, que hay una inconmensurabilidad en los paradigmas y revoluciones científicas y que éstos son solo aceptados por las convenciones sociales más que por la carga de la prueba. Posturas radicales que no merecen llamarse (en mi opinión) filosofía de la ciencia... es más, ni siquiera filosofía.
Véase más: Seudociencia e Ideología, de Mario Bunge; Cápsulas, de Mario Bunge, Edit. Gedisa; ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? de Alan Chalmers, Edit. Siglo XXI; El desarrollo moderno de la filosofía de la ciencia, de C. Ulises Moulines, UNAM.


3. Filosofía de la Naturaleza y Filosofía del Espíritu. Dejando de lado (por el momento) a las choradas en filosofía de la ciencia, nos devolvemos al campo de la filosofía tradicional, ahora a mirar a uno de los filósofos más admirados pero menos leído: Hegel.

Mis tonterías favoritas de las humanidades

Considerado por algunos como el filósofo más importante del siglo XIX y de la era moderna (yo considero que el más importante del siglo XIX fue Marx, y el más importante de la era moderna fue Russell), y para aquellos que deseen secarse el cerebro un rato, existe la versión en pdf de la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas (1817) en las que Hegel hace gala de su lenguaje oscurantista hablando de lo que él considera filosofía de la lógica, filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu.

Hegel representa el culmen del idealismo alemán, una etapa en la historia de la filosofía que comienza con Kant. Si de algo se destacó este conjunto de autores es por su complejidad y oscurantismo con el que describieron su pensamiento (excepto Kant, quien, si bien, es un autor complejo, no es tan oscuro como sus sucesores). Se supone que el propósito de la filosofía hegeliana era crear una ontología completa y sistemática con un punto de partida "lógico". Su Fenomonología del Espíritu (1807), uno de los libros más extraños que uno puede leer, asegura entre sus tesis principales (y una de las revelaciones más asombrosas para muchos) que el espíritu absoluto es aquel que, una vez adquirida plena consciencia es capaz de conocerse a sí mismo. Uno no puede evitar el preguntarse si fue necesario que se talaran tantos árboles para poder publicar páginas y páginas que concluyen en eso.

Algo increíble es que muchos sean capaces de reconocerle genialidad a un tipo cuyo pensamiento se expresa más o menos así: La Idea en su ser en y para sí misma, al regresar del gran círculo en que, a partir de su ser en sí, recorrió los sucesivos momentos de su alteridad, constituye el objeto de la filosofía del espíritu. Cuando uno lee afirmaciones de este tipo uno no puede hacer otra cosa más que poner una cara, como esta:

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En fin, explicar el rebuscado pensamiento de Hegel es tan fácil como demostrar la existencia de un dragón en mi garaje, así que tratemos de concentrarnos en dos conceptos ampliamente manejados en sus obras: la filosofía de la naturaleza y la filosofía del espíritu (y créanme que con eso tendremos más que suficiente). No se vayan a confundir con la filosofía natural, la cual básicamente es un concepto sinónimo de física, creado antes de que la física fuera una disciplina propiamente dicha. La filosofía de la naturaleza es... bueno, Hegel no ofrece un concepto simple (qué raro, ¿no?), de hecho, no estoy tan seguro de que Hegel se haya preocupado por dar algún concepto simple de entender.

La filosofía de la naturaleza sería esa parte poco desarrollada o más desatendida de la filosofía hegeliana, en la que la naturaleza son "las cosas" (¡wow!); la naturaleza es esa cosa en la cual se aliena y exterioriza la idea (sea lo que signifique eso). En la naturaleza existen tres momentos dialécticos de exteriorización. Estos son el mundo mecánico, el mundo físico y el mundo orgánico. Las características del primer "mundo" son el espacio, el tiempo y el movimiento; en el segundo, se encuentra la materia y las "cosas individualizadas" que a través de los procesos químicos, interactúan mutuamente siendo la vida resultado de dichas interacciones. Por último en el "mundo orgánico" la vida aparece "en forma meramente objetivada en los organismo vegetales, mientras que en los organismos animales aparece en forma de subjetividad."  Ante esto, Hegel se cuestiona sobre cuál es el sentido de la naturaleza, ante lo que se responde que éste no es otro más que en hacer posible la aparición de la consciencia y el pensamiento. La naturaleza, desde el origen del universo hasta ahora tendría, entonces, un fin, un propósito, y este no sería otro que el de la creación de un ente cuyo espíritu se vuelve consciente de su propia consciencia y así, logra conocerse a sí mismo. Si así fuera, creo que sería un desperdicio de universo el que este exista solo para que nosotros existamos. Pero continuemos con las marihuanadas, digo, con la filosofía hegeliana. Con la existencia del pensamiento y la consciencia se supera el "reino" de la necesidad para llegar al "reino" de la libertad. Pásame de la que te fumas, no seas codo Hegel. Como si esto fuera poco, la filosofía del espíritu, la parte más acabada y detallada del hegelianismo, expuesta en la última parte de la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas de manera más amplia (en la Fenomenología del Espíritu se puede decir que aun se queda corto y necesita fumar más hierba para extender su discurso), y por este mismo punto es que resulta más difícil de explicarla. Según Hegel, el espíritu es la tercera forma de la idea (las otras dos son la lógica y la naturaleza; por eso la división en la Enciclopedia en filosofía de la lógica, filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu). Como ya se dijo, esta idea se corresponde con la de consciencia de uno mismo, llegando a ser la forma plena del espíritu absoluto. 

El absoluto como Espíritu, según Hegel se desenvuelve en tres momentos: ‘‘en sí’’, ‘‘por sí’’ y el ‘‘para sí’’. El ‘‘en sí’’ es la ‘‘conciencia’’; el ‘‘por sí’’ es la ‘‘autoconciencia’’ y el ‘‘para sí’’ es el ‘‘espíritu’’.
Explica Juan Bosco Cuadra, catedrático de filosofía en Ave Maria University. Si le entendieron bueno, y si no, pues qué le vamos hacer. Solo se puede continuar con esto. Para Hegel, el espíritu se divide en tres momentos: la consciencia, la autoconsciencia y el espíritu absoluto. En la consciencia se comienza por la sensación o la "certeza de la sensación", luego pasa a la percepción la cual es la sensación de lo múltiple en la unidad del objeto. Después, en la autoconsciencia, tal como nos dice Bosco Cuadra "es cuando la conciencia se repliega sobre sí misma. Es 'el saber de sí mismo en relación con el anterior (la conciencia), que es el saber de otro'. Es la conciencia lúcida, que se capta así misma como centro. Del conocimiento implícito de la conciencia (‘‘en sí’’) para al conocimiento explícito de la auto- conciencia (‘‘para sí’’). Y la síntesis de ambas Hegel le da el nombre de 'Razón'." Si aun no les parece suficiente, en el momento del absoluto, Hegel hace un intento de filosofía especulativa de la religión. Analiza primero las formas orientales de espiritualidad (lo que llama religión natural), para después continuar con la religiosidad griega (religión estética) y termina en la religión cristiana (la religión revelada) con una interpretación personal, oscura, como todo en Hegel. El maestro oscurantista del idealismo alemán concluye basado en su filosofía de las religiones que es el cristianismo la doctrina que "ha introducido en la conciencia humana una relación completamente libre con el infinito y, a la par ha traído la posibilidad del conocimiento racional del espíritu en su absoluta infinitud’’.
O sea, acaba diciendo que el espíritu no es otra cosa más que libertad e independencia... o algo así. Sin embargo (estoy seguro que esperaban que esta tortura acabara; por lo menos yo sí), aquí no termina la cosa, pues después de "explicar" todo lo anterior, Hegel hace una división de la filosofía del espíritu en la Enciclopedia: el espíritu subjetivo que se caracteriza por los seres pensantes y libres; el espíritu objetivo que se caracteriza por las actividades libres en el mundo moral y social, y el espíritu absoluto o espíritu infinito como la gran síntesis universal y total del espíritu hacia sí mismo. Si nos fijamos, su obra nos acaba diciendo exactamente lo mismo todo el tiempo: que el culmen de todo es cuando el espíritu en su acto de autoconsciencia se acaba conociendo a sí mismo. ¿Tanta chorada para eso? Pues sí, básicamente sí. Desde luego, no ha faltado quien salga con fumadas extras que afirma que su filosofía del espíritu defiende una tesis parecida a la de la ciencia moderna cuando nos dice que somos polvo de estrellas y que como tal, somos la forma en la que el Cosmos se conoce a sí mismo (¡oh por Dios!, el espíritu absoluto en la ciencia; solo hay una explicación para esto: Hegel). Desde luego que esto no es sino una chorada extra, ya que Hegel no confía en los sentidos ni en la ciencia. Lo que es más, su filosofía busca ser anticientífica pues no solo ignora todo lo relacionado con física y psicología, sino que además asegura que los trabajos de los científicos como Newton en realidad son inútiles (de hecho, en la introducción de la Fenomenología del Espíritu, asegura que Newton solo era un gran tonto, ¡mother of God!). Las críticas a estas choradas no se hicieron esperar, tanto desde la filosofía como desde la ciencia. Desde la filosofía, uno de los anti-hegelianos más notorios fue Arthur Schopenhauer, quien desde los inicios atacó las afirmaciones de Hegel. Las anécdotas históricas de la filosofía, aseguran que estos ataques de Shopenhauer, más que inspirarse en la racionalidad y la lógica, muy probablemente venían motivados desde la envidia académica, pues mientras Hegel tenía en sus aulas a grupos completos, Schopenhauer (impartiendo clases en la misma universidad) tenía tres o cuatro alumnos que asistían a su cátedra. Pero posiblemente el anti-hegeliano más famoso fue Karl Marx, quien, irónicamente, también es el hegeliano más famoso. Marx en La miseria de la filosofía (1847), expone la decadencia e incongruencia del sistema hegeliano; sin embargo, la filosofía marxista retoma la dialéctica hegeliana, así como su ideliasmo invirtiéndolo y convirtiéndolo en materialismo. También retoma la postura historicista propia de la filosofía especulativa de la historia de Hegel.  La principal crítica a Hegel, sin embargo, viene desde la filosofía analítica y la epistemología científica, las cuales acusan al hegelianismo, y con justas razones, de ser una filosofía oscurantista que no enseña nada en realidad. Y es que si se analiza con detenimiento, es fácil darse cuenta que solo le da vueltas al mismo asunto, queriéndolo hacer ver como algo "trascendental" cuando en realidad no es más que un cuerpo de afirmaciones vacío de contenido real. No ayuda a comprender en lo más mínimo el funcionamiento de la naturaleza o del ser humano; es una filosofía teleológica con postulados metafísicos imposibles de corroborar y tiene un extra de ignorar y atacar a la ciencia, queriéndose ver la filosofía hegeliana como una alternativa paralela a ésta para comprender el mundo. Si este era el objetivo de Hegel, le duela a quien le duela, hay que admitir que estuvo bastante lejos de cumplirlo; y lo mismo podemos decir de sus discípulos (incluido Marx). Hegel es sin duda, la máxima expresión de pseudofilosofía. Véase más: Georg Wilhelm Friedrich Hegel, artículo de la Stanford Encyclopedia of Phillosophy.  2.El [pseudo]problema mente-cuerpo. Dejando de lado la pseudofilosofía tan admirada en tantas partes, pasamos a concentrarnos en un problema tan discutido como el de la unión entre razón y fe. El problema mente-cuerpo, representa el principal debate en la historia de la filosofía de la mente. Esta disciplina filosófica, oficialmente creada a partir de las Meditaciones metafísicas de René Descartes, suele cuestionarse sobre qué es la mente, de qué se compone y cómo la mente (aparentemente inmaterial) controla el cuerpo (lo material). Si bien es posible encontrar reflexiones sobre el problema de la mente desde épocas antiguas, lo cierto es que Descartes viene a dar el punto de partida para una disciplina filosófica aparte. Se trata pues de una rama especializada de la metafísica que busca explicar o razonar sobre la mente.

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Esta disciplina es fundada con el problema mente-cuerpo que Descartes concluye que la solución es aceptar que la mente es algo incognoscible, inmaterial, que no se puede investigar con los método convencionales (incluyendo el propio método cartesiano). Según él, este problema es igual que el problema de Dios, no puede analizarse ni conocerse si no es a través de la razón misma. Descartes utiliza el término de "distinción real" para referirse a la diferencia entre dos tipos de sustancias totalmente diferentes (una sustancia es algo que no depende de ninguna otra cosa para existir. Descartes plantea que la mente, Dios y la extensión son las tres sustancias fundamentales. La res cogitans, la res infinita y la res extensa).

Esta forma de pensar nos parecería precientífica, propia del siglo XVII, sin embargo la idea de que la mente es algo inmaterial que no puede conocerse de forma empírica o científica fue defendida por pensadores modernos como Karl Popper, y aun hoy es posible encontrar defensores de una pseudociencia denominada neurociencia no materialista, en la que se sigue pensando en la mente como sinónimo de alma. El problema, desde la filosofía clásica tiene dos corrientes que se contraponen: por un lado el dualismo (postura defendida por Descartes y Popper) que postula que mente y cuerpo tienen existencia independientes y en diferentes planos; y por el otro el monismo, defendido por la corriente del materialismo, que postula que la mente no es más que una manifestación de la materia, y que por tanto no posee una existencia independiente del cuerpo. 

El debate pronto dejó de ocupar solo a los filósofos, y comenzaron a entrar los psicólogos, y más adelante los neurocientíficos. La tendencia hacía una filosofía científica de la mente fue relegando cada vez más a los defensores del dualismo, pues cada vez se volvía más obvio que la mente era algo que tenía que ver con el cerebro y el sistema nervioso. También entraron al debate los filósofos analíticos quienes asestaron un duro golpe a la metafísica dentro de la disciplina, al tachar al problema mente-cuerpo como un pseudoproblema en el que se confunden los conceptos. En vez de preguntarse sobre qué es la mente, decían, hay que preguntarse cómo funcionan los procesos mentales. Esta crítica se caracteriza en filosofía analítica precisamente por su des-escencialización, dejando de lado las preguntas del "qué es..." para concentrarse en el "cómo se entiende" o "cómo funciona". Este camino es similar al de la ciencia misma. De esta forma es que hoy en día, más que definir "mente" se suele definir "proceso mental" como todo proceso neurológico, el cuál evolucionó hasta lo que hoy entendemos como mente humana. Entres estos procesos se encuentran el de la percepción, la memoria, el razonamiento, la consciencia, el sentimiento, el juicio, etc.

Cada proceso mental es explicado de forma individual desde la neurociencia, la bioquímica y la biología evolutivas, esencialmente como formas de manifestación de la materia

Los defensores actuales del dualismo y la neurociencia no materialista, suelen argumentar que los procesos neuronales y la evolución biológica no pueden explicar de forma plena fenómenos como la consciencia y la voluntad. Las neurociencias, dicen estos mismos, no pueden explicar satisfactoriamente el proceso por el cual una sustancia en el cerebro provoca que uno tenga una imagen de algún recuerdo al usar la memoria o produzca algún razonamiento cuando está pensando de forma lógica. Aunque esta objeción es válida, lo cierto es que de esta no se sigue que la visión del materialismo científico esté equivocada, solo porque aún no es capaz de explicar de forma plena los procesos mentales. Sería lo mismo que asegurar que, como no podemos saber de forma absoluta cómo se originó la vida, entonces debemos concluir que la evolución y  la abiogénesis se equivocan, y que entonces Dios es la explicación. Es decir, se recurre al mismo juego del dios de los huecos.

Los postulados originales de Descartes fueron refutados por la filosofía analítica, más específicamente por el filósofo Gilbert Ryle en El concepto de lo mental (1949) quien se burla de Descartes con una parodia filosófica conocida como el fantasma en la máquina. Mientras tanto, la filosofía de la mente en la actualidad se enriquece de las neurociencias, la psicobiología y la filosofía crítica de la psicología, dejando de lado problemas obsoletos y pseudoproblemas para abrir paso a los nuevos problemas que traen consigo las ciencias cognitivas.

Véase más: Mind, entrada de The Skeptic's Dictionary; Rene Descartes: The mind-body distinction, entrada de The Internet Encyclopedia of Phillosophy; El Concepto de lo Mental, de Gilbert Ryle, Edit. Paidos; Filosofía de la Psicología, de Mario Bunge, Edit. Siglo XXI.

1. Posmodernismo. Por fin, llegamos al número uno de este top. Si ustedes han comprendido hasta aquí todas estas ideas-choradas, deberían considerar seriamente en estudiar filosofía (sí, esperando romperse la cabeza sin recibir muchas gratificaciones económicas que digamos. Ustedes deciden). Si usted no comprendió algunos de los puntos (o todos), no se preocupe, vuelva a releerlo, y si aun así no los comprende, o de verdad hago un pésimo trabajo como introductor en este tipo de temas o usted debería consultar con un psicólogo. Sea el caso que sea, continuemos con la máxima chorada de moda en las humanidades: el posmodernismo.

La primera vez que escuché hablar de postmodernismo fue a un profesor de prepa (no recuerdo de qué materia), explicándonos que ésta era la era en la que actualmente nos encontramos desde la segunda mitad del siglo XX. Nada más alejado de la realidad, exponiendo la poca comprensión de esta corriente (tal vez por ser demasiado oscura o por ser demasiado aburrida) en la sociedad en general. Uno esperaría que, con un nombre tan llamativo que parece ser el concepto que define una época nueva, revolucionaría con algo más que aportar que la época moderna (según esto, superada hace más de 50 años), tuviera mayor influencia que ésta última. Sin embargo esto no es así. El postmodernismo tiene mayor influencia en algunos sociólogos y filósofos que con aires de profundidad se alejan demasiado de los fenómenos sociales del mundo real, dejando que las choradas incomprensibles afloren por sí mismas.


Mis tonterías favoritas de las humanidades El postmodernismo se define como el movimiento [pseudo]cultural que busca hacer una crítica a los fundamentos del modernismo. Resulta difícil definir una doctrina postmodernista en específico, aunque los autores que se encuentran entre la lista postmoderna podemos nombrar a Michel Foucault, Jacques Lacan, Jacques Derrida, Jean-Francois Lyotard (quien se suele decir fue el fundador de esta corriente), y Friedrich Nietzsche (aunque existen algunas polémicas al respecto de llamarlo postmodernista, dado que es anterior a dicha corriente de pensamiento), entre otros. Todos y cada uno se caracterizan por una retórica tan ininteligible como la de sus antecesores de los que tomarían tantas ideas: Hegel, Husserl, Heidegger, Feyerabend y Kuhn, solo por nombrar algunos. Como supuesto movimiento intelectual, busca afectar no solo la filosfía, sino también busca tener perspectivas postmodernas en política, arte, literatura y ciencia. Para no irnos con demasiado choro (como si ya nos hiciera falta), dejaré de lado la literatura y el arte postmoderno para que ustedes se lo investiguen, y me concentraré en las implicaciones epistemológicas, filosóficas y éticas de esta corriente.

Lyotard, es uno de los autores que defiende en sus obras la idea de una "ciencia postmoderna" como una alternativa al sistema establecido de la ciencia. Este tipo de afirmaciones es típica de los autores postmodernos, asegurando que lo establecido en "la razón y la praxis" es malo y que tiene que sustituirse. Presentando la idea de que algunos avances y paradigmas científicos han influido o provocado conflictos dentro de la ciencia, el postmodernismo comienza su retórica extraña afirmando cosas aun más extrañas. Alan Sokal en Imposturas Intelectuales, nos da un ejemplo de las afirmaciones de Lyotard:


Los ejemplos que da de la "nueva ciencia" a menudo se basan en errores. Así, dice que la medida de la densidad de un gas no da un sólo valor, sino "muchos valores incompatibles entre sí", según la escala a la que se mida: si es muy pequeña escala, puede dar cero (si no pilla ninguna molécula dentro del vol. medido) o un valor muy grande (si pilla a una, y el recinto no es mucho mayor). La densidad, de suyo, es una medida macroscópica, que sólo tiene sentido cuando se coge dentro a un número grande de moléculas; pero igual da: si decimos que la densidad depende de la escala, incluyendo la escala en el propio enunciado, son perfectamente compatibles.
Y continúa con un ejemplo más: 
Una de las teorías científicas de las que más se ha abusado es la llamada "teoría del caos". Existen muchos fenómenos físicos regidos por leyes deterministas que sin embargo presentan gran dependencia respecto a las condiciones iniciales. Con una diferencia mínima en dichas condiciones (que puede ser menor que la que podamos medir) el resultado final puede diferir en mucho: es la clásica frase que dice que el batir de las alas de una mariposa en Madagascar puede desencadenar a los tres meses un huracán en Florida.

Según sea la inexactitud de las mediciones iniciales, el sistema "real" se irá diferenciando con el tiempo más o menos respecto al calculado. Suponiendo que el error posible de medida se redujera a la mitad, en determinados sistemas el tiempo durante el que la estimación sería fiable se haría el doble; se llaman "no caóticos". En otros, simplemente se les añadiría una cantidad (procesos de curva exponencial); son "caóticos".

Las conclusiones "filosóficas" que se han sacado de esto son algo precipitadas: se ha dicho que marca un tope a la ciencia, etc. En realidad, la ciencia siempre tuvo topes: ya en el siglo XIX se sabía que nunca se podría medir la trayectoria de todas las partículas de un gas, para ello se desarrolló la mecánica estadística.
El postmodernismo peca de irracional. No solo ignora los hechos demostrables y los reduce a enunciados en los que la convención social es la que los hace válidos (como si se necesitara creer en agujeros negros o estrellas de neutrones para que éstas existan), sino que además, abusa de forma grotesca de conceptos científicos y epistemológicos, torciéndolos a su imagen y semejanza. Ejemplos de esto lo podemos encontrar en las obras de Feyerabend, Lacan o Nietzsche, por mencionar solo ejemplos que destacan en su prosa oscura y anticientífica. Otro punto a destacar es que el postmodernismo no destaca en solución de problemas filosóficos, ni aporta conocimientos relevantes. De hecho, ni siquiera es rico en el debate, pues su retórica se basa en la negación de los métodos racionales del conocimiento, aportando formas oscuras (y en más de una ocasión) ridículas de sistemas. No hay mejor ejemplo de esto que el anarquismo epistémico y el relativismo cultural que se lanza desde las trincheras postmodernistas a diestra y siniestra. En fin, el postmodernismo es (en mi opinión) la máxima joya de la tontería, la pseudofilosofía y la irracionalidad en humanidades. 

Da tristeza saber que existen filósofos, antropólogos y sociólogos con tendencia postmodernistas que toman como vacas sagradas a autores como Lacan o Foucault, o tomando como obras maestras a títulos como La nada de todo, Teoría egológica, Falocracia matemática, Dialéctica de la ebriedad, El placer del suicidio, Semiótica del orgasmo u Orgasmo del signo

Véase más: "Postmodernism", entrada de RationalWiki; "The Art of Darkness", por Maarten Boudry en Scientia Salon;  Imposturas Intelectuales, de Alan Sokal y Jean Bricmont, Edit. Paidos; El postmodernismo, ¡Vaya Timo! de Gabriel Andrade, Edit. Laetoli.

Algunas reflexiones finales

Luego de ver la cantidad de basura en la filosofía y las ciencias sociales, ¿puede considerarse a estas disciplinas como algo serio? ¿Realmente pueden ofrecer algo útil, ya sea desde un punto de vista pragmático o intelectual? Yo respondería con un temeroso sí. La filosofía tiene dos puntos a su favor: tiene la misma curiosidad que la ciencia, y está abierta al debate racional. Desde la filosofía es posible analizar de forma lógica algún enunciado en busca de falsos presupuestos, pseudoproblemas causados por la confusión de conceptos y la definición de conceptos verificables. 


Mis tonterías favoritas de las humanidades

Ciencia y Humanidades
son dos manifestaciones de una misma cosa:
la cultura.

En cuanto a las ciencias sociales, si bien, es cierto que están plagadas de pseudociencias e ideologías irracionales, la realidad es que algunas críticas que se suelen hacer desde las "ciencias duras" pueden estar injustificadas. Por ejemplo, la crítica de que en sociología o historia es imposible predecir el curso que tomarán los fenómenos que se estudian o que no cuentan con un auténtico método científico como el que tiene la biología o la física. Antes de hacer este tipo de críticas, hay que ponernos a pensar si realmente la predección es el objetivo de toda ciencia, y si es posible crear ciencia sin predecir fenómenos. Otro punto en favor, es que se está haciendo un auténtico esfuerzo por sustentar a las ciencias sociales en la evidencia, así como en el conocimiento obtenido por otras disciplinas tales como la neurociencia, la psicología fisiológica, la biología evolutiva, la antropología física y la genética. La multidisciplinariedad es la esperanza de las ciencias sociales.

Por último, hay que resaltar que uno de los errores fundamentales, cometido tanto por humanistas como por científicos y cientificistas, es la creencia errada de que existe una división radical e insalvable entre ciencia y humanidades (las dos culturas). Es cierto que las humanidades sin la ciencia son ciegas (tal y como hemos visto con estos pocos ejemplos), pero la ciencia sin las humanidades quedan incompletas, les guste o no, ya que hay algo cierto en las afirmaciones de autores como los que hemos visto: la ciencia es una más de las manifestaciones culturales, y como tal, forma parte de ese todo que se conoce como cultura. No es una manifestación separada, ni una verdad revelada; es una creación humana, una forma en la que podemos comprender de con alto grado de certeza, la naturaleza y el ser humano en específico, basados en la evidencia que sostiene a las teorías científicas.

Estas son, creo yo, las razones por las cuales no desechar la filosofía y las humanidades como pura charlatanería... pero sin duda, todas ellas (así como en las mismas ciencias) deben ser sometidas al análisis crítico y la verificación de sus afirmaciones, buscando no caer en oscurantismos absurdos como los del postmodernismo.

SI TE INTERESA ESTE TEMA

*El artículo La mayor parte de la ciencia sociale es pseudociencia, analiza el cómo el relativismo y el reduccionismo cultural han dañado las disciplinas humanísticas.

*Imposturas Intelectuales, de Alan Sokal y Jean Bricmont, Edit. Paidos.

*Seudociencia e Ideología, de Mario Bunge, Edit. Alianza.

*Crisis y Reconstrucción de la Filosofía, de Mario Bunge, Edit.Gedisa.


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