Título original: Assignment Soraya, 1960
Autor: Edward S. Aarons
Colección: Caballo Negro – espionaje
Edita: Bruguera, Barcelona, 1966
Durante la “Spy Craze” de la década de 1960, aparecieron espías de todo tipo, color y calidad tratando de seguir los pasos de James Bond, seduciendo hermosas mujeres, viajando por lugares exóticos, enfrentando complejas conspiraciones políticas y villanos despiadados, usando su licencia para matar con desparpajo y carencia de escrúpulos. La calidad de las historias contadas sobre esos personajes variaban desde el o asombrosamente bueno hasta lo abismal. Las novelas de Sam Durrell, de la que aquí tenemos un ejemplo, está más cerca del primer tipo de historias que de las segundas.
Durrell es un “cajun” del sur del Mississipi, criado por un abuelo jugador profesional de cartas, graduado en Yale, antiguo agente de la OSS durante la Segunda Guerra Mundial y actual operativo para la sección K de la CIA. Es un experto en operaciones delicadas, como la que le incumbe esta vez: traer de vuelta al emir del pequeño principado árabe de Jidrat a fin de que su arribo detenga la inminente revolución preparada entre el líder extremista religioso de la zona y el turbio jefe de policía del lugar. El problema es que el príncipe se ha convertido en un playboy hedonista a quien su país le importa un carajo. Incluso la acción de su esposa – con la que se casó de pequeño por obligación , pero que básicamente ha repudiado- no parece hacer mella en el príncipe. Así que Durrell –antiguo amigo y compañero de universidad del príncipe – debe llevarlo de vuelta, pese a sus protestas, esquivando intentos de asesinato y con el conteo de una revolución que está a punto de estallar.
Lo interesante de la novela es que quienes participan en ellas son personas antes que personajes. Edward S. Aarons les da carnadura a personajes principales y secundarios. Durrell puede ser un espía que no tendría problemas en pelear mano a mano con James Bond o Matt Helm, pero puede ser a su vez sorprendentemente maduro, tierno y reflexivo, sin esa pátina de machismo brutal de ellos. El príncipe Amr hace de manera bastante creíble el paso de príncipe disoluto a gobernante responsable y su esposa Soraya se mueve todo el momento entre su responsabilidad de ser la conciencia dormida del príncipe y sus deseos de vivir de otra manera, preferentemente en los brazos de ese espía americano. Además vemos cómo maneja las cosas el mediocre cónsul americano, solo preocupado por salir de ese horrible lugar que detesta profundamente, com se enfrenta al destino el Iman de Jidrat, reflexivo y resignado a su suerte, abuelo del príncipe, las dudas del complejo jefe de inteligencia soviético, que tiene un drama personal que desgarra su profesionalidad… Hasta el propio coronel Ta’arife, villano principal de la pieza no está cortado con un molde de villano básico: sus razones para hacer lo que hace son lógicas, y es sobre todo su habilidad despiadada y maquiavélica lo que lo pone decididamente del lado de los malos.
La novela en sí recorre el mundo cual película de James Bond, con descripciones verosímiles de los lugares donde visita. Y todo entrelazado en una muy buena trama. Tal vez lo único que no me convence es que le final parece terminado a las apuradas. Como que Aarons echo a volar y, l llegar a l página (pongamos un ejemplo) 100 y tenia que entregar 120 hojas, se quedó sin lugar y tuvo que aterrizar todo lo más rápidamente posible. Con treinta páginas más, el libro sería magnifico
“Misión Soraya” se convirtió en una grata lectura. Vamos a seguir buscando más títulos del autor , porque valió la pena leer las historias de este agente secreto “cajun”. Que es más de lo que puedo decir de las historias del soporífero de Ian Fleming