La beata María de Oignies fue una de las primeras mujeres que se unió a un singular estilo de vida religioso que defendía el seguimiento de Jesucristo pobre y se alejaba de las reglas monásticas que imperaban en la Europa medieval. Estas mujeres fueron conocidas como beguinas.
Un matrimonio santoMaría de Oignies pertenecía a la alta sociedad de Nivelles, en Brabante. Aunque desde muy pequeña se despertó en ella un sentimiento religioso muy acentuado, su familia la obligó a casarse a los 14 años. La joven aceptó sumisa la decidión de sus pades y se casó con Luis de Nivelles; pero no se olvidó de su vocación.
El matrimonio no fue óbstaculo para Maria y su devoción religiosa. Consiguió convencer a su marido para que viviesen una relación más fraternal que matrimonial. Luis no sólo respetó la decisión de su devota esposa sino que la siguió en su labor asistencial. El matrimonio dio todo el tiempo y dinero que pudo en ayudar a los enfermos de la leprosería de Willambroux.
De esposa a beguinaEl amor y respeto de Luis hacia su esposa llegó hasta el punto de dejarla marchar cuando María, a la edad de 30 años decidió recluirse en una celda en la comunidad de beguinas de Oignies. Así, María entró a formar parte de uno de los movimientos religiosos femeninos más originales de la Edad Media. Las beguinas datan de 1170 aproximadamente y surgieron en la zona de Bélgica. Mujeres de alta alcúrnia, que vivían entre lujos y bienes, habían decidido unirse en comunidades religiosas con tres objetivos clave: la oración, el trabajo y la caridad. Las primeras comunidades de beguinas se organizaban como si fueran pequeñas aldeas, con casas alrededor de las zonas comunes, la iglesia, y los lugares de comida y trabajo. Entre las beguinas también se incluían hombres.
El hecho de no seguir una regla determinada y aprovada por la Curia romana, vivían siguiendo simplemenete una forma de vida, o la aceptación de hombres en sus comunidades fueron algunos de sus puntos débiles que las acercaron a la acusación de herejía.
Su gran defensorLas beguinas tuvieron muchos detractores pero también hombres de iglesia que defendieron su modo de vivir. Roberto de Grossatesta, Roberto de Sorbon o el mismísimo rey santo Luis IX de Francia, llamado irónicamente el pobre rey de las beguinas. Jaques de Vitry, canónigo agustiniano y futuro obispo de Acre fue otro de sus defensores. Confesor y amigo de María, defendió siempre a las beguinas. A su muerte, en 1213, Jaques elaboró una intensa biografía de María conocida como la Vita Mariae Oigniac.