Mitos del amor romántico

Cuando hablamos de sexualidad nos referimos a todas aquellas vivencias que son resultado de ser seres sexuados. En consecuencia, nuestra sexualidad influye en cómo nos definimos, cómo nos percibimos y cómo nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos/as. Nuestra sexualidad es construida desde la infancia a partir de las representaciones culturales. De esta manera, el sistema sexo – género establece las normas sobre cómo deben comportarse las personas en función del sexo asignado al nacer. Algo similar ocurre cuando hablamos de amor.

   Hoy en día, imperan aún en nuestra sociedad muchos mitos de cómo es una persona en función de su sexo biológico los cuales asumimos como reales y normalizamos. Por ejemplo: para las mujeres todavía existe un desconocimiento sobre el cuerpo femenino, los procesos como la menstruación o la menopausia son tratados de manera despectiva, se invisibiliza la sexualidad femenina y no se valoran sus genitales. Mientras que en el caso de los hombres, se valora positivamente el autoconocimiento de sus genitales y su sexualidad, promoviéndose un rol activo y protagonista en las relaciones sexuales.

   No obstante, nuestra cultura no solo establece cómo deben comportarse las personas sino que también proporciona un modelo de conducta amorosa que acabamos normalizando y asumiendo como parte de nuestra realidad. Es decir, nos indican cómo nos enamoramos, qué debemos sentir, cuándo, por quién sí y por quién no tener determinados sentimientos. Como consecuencia, se desarrollan una serie de creencias en relación al amor que dificultan el establecimiento de relaciones saludables ya que se aceptan, toleran e incluso se justifican comportamientos abusivos u ofensivos.

¿Cuáles son los mitos del amor romántico?

Entre los mitos del amor romántico podemos destacar:

• El amor “verdadero” lo perdona y/o aguanta todo. El amor todo lo puede, siendo suficiente por si solo para que una relación funcione.
• La “media naranja”. Existe una persona complementaria a mí que llenará mi vacío y mi soledad.
• El amor de pareja se convierte en el centro y en la referencia de nuestra existencia.
• El amor es lo más importante y requiere entrega total.
• Cuando hay amor no hace falta comunicación. Si la otra persona me ama sabrá qué me pasa cuando estoy enfadado, triste, etc, sin necesidad de que me lo pregunte.
• Mito de los celos. Si no siento celos en mi relación es porque no amo verdaderamente a mi pareja.
• Mito de la fidelidad y de la exclusividad. Si estoy enamorado/a no me puedo sentir atraído/a por otras personas. En caso de que esto me ocurriese significaría que no amo de verdad a mi pareja. Es decir, la exclusividad y fidelidad «real y ficticia» serían pruebas de amor.
• El amor verdadero está predestinado. Existe «el amor de tu vida» y éste es para siempre, sin importar el tiempo, las circunstancias y la evolución de cada persona.

Consecuencias de los mitos del amor romántico

Entre las consecuencias de estos mitos podemos encontrar posiciones de dependencia dentro de la pareja al considerar que nuestro bienestar depende de la otra persona o la violencia de género, así como la exposición de los menores a la misma.

En las mujeres, la asunción de este modelo conlleva que se aferren a la pareja como proyecto de vida, de forma que soportan humillaciones, insultos, faltas de respeto, limitaciones de la libertad, etc, mientras que los hombres emplean este modelo del amor romántico como estrategia para controlar y dominar a las mujeres. Por ende, entre otros indicadores, podemos detectar la violencia de género en la mujer a través de las consecuencias emocionales y afectivas que se generan.

Entre esta sintomatología depresiva podemos destacar: inhibición o falta de expresividad, sentimientos generalizados de indefensión, temores generalizados, pánico y fobias, dependencia y labilidad afectiva, sentimientos de rabia, estados de ansiedad, insatisfacción o inquietud, impulsos suicidas, tristeza permanente, autoevaluaciones negativas, destrucción de la autoestima (sentimientos de fracaso, visión negativista y catastrófica sobre sí misma, infravaloración, sentimientos de incapacidad para sentirse competente y de inutilidad, o pobre concepto físico), ideas de culpa o responsabilidad por causar los malos tratos, por no ser capaz de pararlos y por tolerarlos o sentimientos de vergüenza, falta de concentración o dificultad para tomar decisiones, y sentimientos de desesperanza.

Cómo abordar esta problemática

En los menores expuestos a la violencia de género, diferentes estudios han encontrado que los niños muestran conductas agresivas y antisociales mientras que las niñas presentan alteraciones emocionales relacionadas con la tristeza, quejas somáticas y conductas de miedo. La educación afectivo-sexual proporciona los conocimientos necesarios, para una reflexión crítica de los mitos y estereotipos que predominan, ayudando a no promover relaciones de riesgo y relaciones de abuso, y favoreciendo una vivencia respetuosa, saludable y satisfactoria de la propia sexualidad. Para ello, según la psicóloga Fátima López Herrera, es de vital importancia abordar las identidades y cómo construyo mi concepto de ser mujer y hombre, los cuerpos y la manera en la que me relaciono con mi propio cuerpo, los vínculos amorosos y de qué forma me enamoro, y el deseo y cómo vivo mi placer.

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