El acoso laboral, más conocido por el término anglosajón mobbing, es referido a una presión desmedida, así como violencia física y psicológica en el entorno laboral ejercida por parte de un grupo o un solo trabajador hacia otro individuo. La finalidad última de este tipo de acoso es la expulsión de dicho trabajador de su puesto o la modificación de su conducta, ya que puede ser contraria a los propios intereses del acosador.
Las formas de manifestación del mobbing son muy variadas, ya que cuando se quiere hacer daño a otra persona, son muchos los medios y maneras disponibles para hacerlo y pocos los escrúpulos que lo evitan. Generalmente, suelen darse en forma de aislamiento social por parte del grupo o individuo acosador, agresiones verbales, rumores y difamación sobre la víctima, ataques contra su privacidad, violencia física o sexual, etc.
Diversos estudios han demostrado que las estrategias más frecuentes de acoso pretenden incomunicar, intimidar, desprestigiar y entorpecer el progreso de la víctima, afectando al 70% de los acosados. Mientras que las menos frecuentes son simples groserías, aunque no por ello menos importantes. Con ello se ha demostrado que el mobbing no son arrebatos, sino estrategias sofisticadas y bien planeadas para herir profundamente a la víctima.
Perfil de acosador y de la víctima
Los acosadores suelen proyectar hacia el exterior una imagen positiva y amable, y generalmente no son conscientes del daño que pueden generar, manteniendo la auto convicción de no haber hecho nada malo, sino que únicamente son estrictos en el trabajo. Por el contrario, sí es plenamente consciente de sus limitaciones, deficiencias e incompetencias como profesional, por lo que se ve continuamente en vilo respecto a su carrera. Por ello, se dedica a destrozar a otras personas que puedan superarle en algún aspecto laboral.
El acoso puede iniciarse de forma individual, para después continuar adoptando como cómplices a los compañeros de trabajo. El deterioro de la víctima fruto del mobbing es aprovechado por el acosador para intentar dejarla en evidencia y demostrar que es perjudicial para la empresa.
Respecto a la víctima, no existe un perfil concreto que la predisponga a ser acosada, cualquier persona puede sufrir el acoso laboral en algún momento de su vida. Para ello, únicamente debe ser vista por el hostigador como una amenaza hacia su propia persona o puesto de trabajo. A diferencia de lo que suele creerse, las víctimas no tienen por qué ser personas débiles o con dificultades para socializar, sino todo lo contrario. La persona acosada suele ponerse en la diana de su acosador precisamente por ser alguien fuerte, envidiable y con multitud de características positivas, alguien totalmente diferente a lo que éste pretende proyectar.
Aunque los investigadores no hayan dado con la fórmula concreta que determine el perfil psicológico de la víctima, sí se han establecido unas características comunes, que suelen ser percibidas como una amenaza para el acosador al tratarse de cualidades positivas de las que él carece. Por otra parte, el verdugo suele llevar en su trayectoria más de un acoso, no suele tratarse de comportamientos aislados.
Consecuencias del mobbing
El mobbing puede ser visto como una forma específica de estrés laboral, con la diferencia de que no se debe a causas relacionadas al desempeño del trabajo, sino a un temor psicológico por culpa de una actuación hostil hacia la persona. El trauma que supone el acoso en el entorno laboral es mayor o menor dependiendo del apoyo que reciba por parte de otros compañeros de trabajo.
Entre los síntomas, la víctima tiende a revivir los acontecimientos desagradables, especialmente en forma de pesadilla. Además, el shock que provoca la situación en ella presenta un obstáculo a la hora de tomar medidas, ya que suele negar la realidad, siendo difícil organizar la defensa y afrontar la situación.
Por otra parte, la víctima adquiere mecanismos de alerta que se traducen en una hipervigilancia permanente, lo que provoca alteración del sueño y pérdida de apetito. Esto empeora su rendimiento en el trabajo, dando más argumentos al acosador para que le ataque.
El mobbing no afecta en la misma medida a todas las personas, ya que las habilidades y recursos de cada uno para afrontar la situación son muy distintos. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, las consecuencias son devastadoras, afectando no sólo a la víctima, sino también a la sociedad (gastos sanitarios y pérdida de valores) y la organización (peor rendimiento, mal clima laboral y consecuencias económicas negativas).