Revista Cultura y Ocio

Moliensayo ¿Toalla o albornoz?

Publicado el 28 octubre 2014 por Molinos @molinos1282

Moliensayo ¿Toalla o albornoz?Hay dos clases de personas: los que se secan con toalla y los que tienen albornoz. 

Hay tres tipos de personas: los que tienen albornoz pero no lo usan jamás. Esa soy yo. Bueno, jamás no. Si me siento a morir de enfermedad me disfrazo de más enferma envolviéndome en el albornoz encima del pijama y paseando arrastrando los pies por el pasillo y me doy muchísima pena a mi misma. Un baño de autocompasión. Antes de nada centremos el debate. Definamos toalla: las mejores las de Portugal como dicen las madres. Vamos a ver, las mejores son las caras. Es una putada pero esto es así, una buena toalla de esas de enamorarte de ella y tenerla de favorita cuesta pasta (hablamos de 20 euros frente a los 5 de la Ikea), lo bueno es que dura hasta que te aburres de ella. Lo que no son toallas son los trapos esos de colores que venden en Decathlon y que ni secan, ni son sexys, ni nada. Son tan asquerosos que me dan ganas de matar, sacan a pasear mi lado más maquiavélico y empiezo a pensar si servirían para ahorcar a alguien o para llenarlo de naranjas y pegar sin dejar marcas. ¿Quien inventó esas cosas? Mi conclusión es que alguien los creo con la peregrina idea de hacer un combinado trapo de cocina + delantal + batamanta y al descubrir que no había mercado para una prenda tan del futuro dijo "Esto lo voy a vender yo como la toalla que no pesa y seca, total para cuando se den cuenta de que no seca ya la habrán comprado". Si en tu casa sólo hay toallas babosas de esas...deja de leer, hazte un favor a ti mismo y sal a comprarte eso tan antiguo que es "un juego de toallas". Aprovecho para decirte que dentro de él vendrá una minitoalla de uso desconocido en nuestros días pero que creo que en tiempos remotos rimaba con bidé. A lo que iba. Yo soy de toalla. Dos toallas para ser más exactos: una para envolverme desde el pecho hasta las rodillas y otra pequeña para secarme y hacerme un turbante en la cabeza. Inciso.- el turbante en la cabeza es algo prodigioso que hacen las madres y que de pequeños nos parece casi mágico. La toalla que cuelga desmadejada en el toallero tras un juego de manos de tu madre se mantiene erguida y majestuosa encima de la cabeza de tu madre dándole a esa cara conocida un cierto toque misterioso. Cuando tú consigues hacerte el turbante, tras unos segundos de éxtasis contemplativo lo único que ves es que se te pone cara de pan y que a lo mejor deberías depilarte las cejas.- Fin del inciso. A lo que iba otra vez. La toalla favorita ha de ser lo suficientemente mullida y suave como para absorber y no hacerme ronchas pero no demasiado grande ni tan mullida que al doblarla bajo los brazos me impida bajarlos. Si la toalla es de ese tipo paso de ser una aspirante a tia sexy saliendo de la ducha a Et caminando como una geisha. Por supuesto tampoco tiene que ser tan minúscula como para que se vea pelo...esto no hay ni que decirlo. Hablamos de secarnos, no de una peli porno.A lo que íbamos. La toalla es cómoda. Sales de la ducha, tiras de ella, con un movimiento totalmente rutinario te la enganchas alrededor y con la otra toalla pequeña te secas (confieso que yo nunca me seco muy a fondo), te frotas la cabeza y te haces el turbante. Entonces, te quitas la toalla y te embadurnas de crema. Vuelta a envolverte y ya estás lista para salir del baño y vestirte...o no. El albornoz. Vamos a ver, ¿quien inventó el albornoz? Eso está claro, alguien con mucho pudor o un ancestro del inventor de la batamanta. Da igual, lo importante es ¿Quién consiguió dotar al albornoz, una prenda con el mismo sexappeal que un pasamontañas (o menos) de ese toque interesante?Porque es así. Dices albornoz y automaticamente piensas en lujo. En un gran y mullido albornoz blanco a ser posible con el logotipo de un hotel y colocado encima de una atractiva señorita que sale (con el turbante) del baño y en un desayuno con zumo.Mentira. El albornoz es una prenda superflua e incómoda que no mejora en nada a una buena toalla. Sales de la ducha, te pones el albornoz y entonces ¿qué? ¿Te paras a esperar que absorba el agua de tu piel? ¿Te frotas las mangas contra los brazos y las faldillas contra las piernas? ¿Te frotas contra la pared del baño para secarte la espalda como si fueras Balú? Suponiendo que hayas conseguido secarte así, ¿qué haces luego? ¿Te lo desanudas, sacas las mangas, te lo quitas, te das la crema y luego vuelves a ponértelo para salir del baño? Ni siquiera voy a entrar a discutir que si el plan tras la ducha no es vestirte, siempre es más sexy dejar caer una toalla que desenvolverte de un albornoz mojado. El albornoz es además una prenda con un tallaje muy particular. Está pensando para que nadie jamás lleve la talla correcta. Este hecho científicamente comprobado es más evidente en los hombres. Los albornoces siempre son ridiculamente grandes, con mangas que te hacen parecer Obi Wan Kenobi o sospechosamente canijos con pinta de estar pensados como disfraz. Las mujeres tenemos una mínima posibilidad (una entre un millón más o menos) de dar en la vida con un albornoz que por un breve instante nos haga parecer sexys pero un hombre jamás está atractivo con un albornoz. Jamás. O parecerá un chulo escapado de peli hortera de los 70 o un mafioso gordo ruso de los que fuman puros y dan azotitos a las camareras.Hombres del mundo...no os pongáis albornoz.Mujeres del mundo...turbante sí, albornoz jamás. Buscad una toalla de mucho amor, yo la tengo hasta bordada con mi nombre. Con mis propias manos. Eso si que es sexy. 


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