Oro parece, plata no es. Juguemos a las siete diferencias con un pincho de pollo al curry y una copa de Priorat. Hagámoslo desde lo más profundo del barrio de Sants, desde un restaurante de cuidada estética y artístico nombre. Y hagámoslo desde su barra, que hemos reservado por teléfono. El tiempo del juego dependerá de nosotros; la hora aproximada y el día vendrán condicionados. Qué amenos resultan los estereotipos y trampantojos cuando acabas sorprendiéndote con verdades que gustan. No estamos en Nueva York -quizá sí en Bilbao-, pero bienvenidos al Moma, un bar de contrastes, matices, detalles. O era un restaurante...
Precio medio: Pinchos, 1,50€. Menú de mediodía, 11€. Platos: Huevos estrellados, 6,75€; lomo de atún maridado con soja, 9,90.
Imprescindible: Disfrutar del Pintxo Pote y cenar a tapas cantadas. Guardar sitio para el de Kellogg's.
Horario: De lunes a viernes, de 09.00 a 17.00. Jueves, viernes y sábados, de 20.00 a 02.00h.
Equívocos nominales

Diseño en Sants
La vida siempre nos regala el poder romper con nuestros prejuicios. Moma nos brinda una fantástica oportunidad. Una mirada fugaz nos permite realizar un juicio rápido para tomar una decisión. En Moma, la mirada traiciona, como el nombre. Hablamos con Mónika y nos tranquilizamos: "La gente del barrio al principio no entraba". Nuestros ojos ven moderno, blanco, cuidado, estilo, orden. Resumiendo, muy poco Plaza d'Osca; mucho más Tuset o Born. Lo que sentimos dentro, al bajar el primero de sus escalones no concuerda con el ambiente creado. Decoración rigurosa para un lugar cercano, humano, dónde cabe la palabra improvisación.
Cambio de formato

Kellogg's en pincho

Juguemos a los trampantojos
Porque los sentidos pueden mentir, Moma es un juego y luce con esplandor con los pinchos calientes, los que aparecen cuando el ambiente se anima. Ahí, la joya de la casa es el Ferrero Rocher: una bola de color negro y dorado, pero con morcilla de cebolla, compota de manzana y almendra caramelizada en vez de chocolate. Sigue el juego.
Un vasco sin madera

La guinda final
La parte visual-gastronómica está superada. La social, inherente a nuestra manera de proceder, sumará el séptimo de caballería. Todos esperamos, aunque sea en nuestro subconsciente, un determinado trato según el perfil de local en el que nos adentramos. Moma sugiere rigurosidad, excelencia e incluso frialdad en el trato humano. Nuestro esquema mental vuelve a romperse al chocar con la realidad. Moma te mira a los ojos, te da calor, opinión y quiere aprender de ti. Moma no quiere que seas una mesa, un pinxo o una parte de la barra, sino que seas tu mismo. Aporta.
Ha terminado el juego. Hemos resuelto las siete diferencias, o eran contradicciones, o eran contrastes. Y hemos ganado, quizá un pincho pagado entre amigos que quieren paz. Empieza una nueva partida. Algo nos inventaremos para, codo en barra, discutir de cereales y denominaciones de origen.
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