Hay ciertas situaciones, algunas muy habituales y otras menos comunes, que nos provocan una incomodidad difícil de explicar. Voy a retomar mi género predilecto en el blog, las listas, para compartir con vosotros, im-perfectos lectores, algunas de ellas.
En el number oneno puedo poner otra que la que bautizo como “Ascensor time”. ¿Quién prefiere ir acompañado por un vecino a solo en el ascensor? ¡Nadie! Los segundos se hacen minutos, los pisos parecen el Mont Blanc y tu capacidad neuronal para generar conversación se queda a cero. Generalmente se habla del tiempo : que si “qué frío hace”, que si “menudo bochorno”, que si “que falta hace que llueva”… en fin, todo muy superficial y vulgar como diría Alaska. Todo muy incómodo. Porque cuando no hablas ni del tiempo y mantienes la respiración a 10 cm de otro individuo que sólo conoces con suerte de vista… si, esa sensación, ya sabéis a que me refiero.
Esto mío con los ascensores igual es de fábrica, hace poco más de tres años ya os hablé de una situación surrealista que me pasó esperando el ascensor en mi casa, os lo enlazo para aquellos que quieran recordarlo: Ascensores, señoras y tiendas de diseño
Seguimos con el ranking que nos ocupa ¿qué me decís de ese momento en el que vas a recoger a tus hijos al colegio con 5 minutos de antelación? Hay grupos de padres en la puerta y tienes que decidir si te unes a alguien, o si haces cual autista y te das dos vueltas a la manzana. Si eliges la primera opción y no tienes especial afinidad con ningún grupo de padres, volvemos a conversaciones chorra de las de salir del paso. Incómodas. La falsedad siempre me ha parecido perturbadora. Esta se puede equiparar a cualquier tipo de situación similar: encuentro en el parque con otros dueños de perros, toparte en la cola del supermercado con un vecino, coincidir en el vagón de metro con un pseudo conocido…
Por ultimo, pero no por ello menos embarazosa, tenemos las meteduras de pata verbales. Me considero en general prudente pero en algún jardín curioso me he metido. Todavía recuerdo aquella vez que me tocó ser presidenta de mesa electoral y estaba cabreada como una mona por tener que tirarme allí todo un domingo. Hablando con uno de los vocales le solté mi teoría de todos conocida de que esta labor debería ser cubierta por desempleados. ¿Ya sabéis que me dijo el amigo, verdad? Pues eso. Incómodo.Y luego hay toda una lista de pequeñas situaciones inoportunas como cuando te ruge el estómago en mitad del silencio de una reunión, tropezar en la calle, cuando estás resfriado y mientras hablas con alguien sientes como se te cae el moquillo pero no llevas un pañuelo a mano, sacar la ropa del gimnasio y darte cuenta que has metido pantalón corto y vas sin depilar...
Seguro que se me olvidan cienes, no seáis tímidos y contarnos qué os produce malestar vergonzante en vuestra vida.