El 2 de junio de 2014 Juan Carlos I abdicó en su hijo Felipe. Hace tres meses informó de sus planes a Rajoy y Rubalcaba. Acordaron posponer el anuncio hasta después de elecciones para no desnaturalizar la campaña. Casualmente o no, el anuncio se produjo después de que en las elecciones europeas PP y PSOE, los grandes partidos que han cimentado el reinado de Juan Carlos, y hayan sufrido un duro correctivo en las elecciones. Vamos, el momento ideal para reforzar al PP+SOE que cuando quieren se pelean aunque cuando les interesa, van de la mano. Dentro del timing también hay que destacar que para una normal sucesión, interesaba que todavía estuviera Rubalcaba al frente del PSOE y así evitar que la dirección del partido escuchara a sus votantes y militantes de mayoría republicana.
Juan Carlos sigue la estela de otros monarcas europeos que han abdicado para garantizar la estabilidad institucional y propiciar la modernización de la Corona. Hay que agradecerle que renunciara a los poderes absolutos heredados del dictador, su intervención contra los golpistas del 23-F y la decisión de abdicar en quien constitucionalmente está designado para ello.
Por otro lado, es verdad que los 39 años de su reinado han sido el periodo de mayor prosperidad y libertad de la historia de España. Pero es de un enorme servilismo o de una gran ingenuidad analizar que el mérito de esa prosperidad y de esa democracia corresponde a una Jefatura del Estado sin poder ejecutivo como afirma Ignacio Escolar.
Todo esto es correcto, sin embargo, a menudo se ha confundido la democracia con la monarquía. ¿Hubiera habido democracia sin el rey? Pues sí. Probablemente el proceso hubiera sido más costoso y extenso pero a la larga hubieran triunfado los anhelos de la gran mayoría de los ciudadanos españoles en favor de la democracia.
La estabilidad de los primeros años del reinado, es hoy el inmovilismo que expresa el bipartidismo y que es el principal enemigo de la calidad democrática. Cuando Juan Carlos fue elegido rey la frase era: “el debate no es monarquía o república, sino dictadura o democracia” pero ahora esta dicotomía ya no tiene sentido.
Como bien dice Oriol Bartomeu, se trata de una victoria lampedusiana, que todo cambie para que sigan mandando los mismos. Es muy interesante leer su artículo: http://www.elperiodico.cat/ca/noticias/opinio/victoria-lampedusiana-3288738
No tengo nada en contra de Felipe de Borbón, es más me parecería un buen candidato para ser presidente de la república pero eso sí, creo que los ciudadanos tenemos derecho a elegir quien nos gobierna aunque sea un monarca parlamentario constitucional sin ningún poder ejecutivo y más embajador que otro cosa. Pero lo quiero elegir yo y todos los demás ciudadanos. No quiero que me impongan a un señor que no he elegido. Eso es deocracia, elegir a dedo.
Actualmente, los partidos favorables a la república son minoría (IU, Podemos, Equo, ERC). A pesar de ello, los monárquicos o más bien juancarlistas, tienen miedo a las urnas. ¿A que tienen miedo si tan seguros están del apoyo de la ciudadanía al rey y la monarquía? ¿O es que tienen miedo de perder su chiringuito? Yo lo tengo claro: apuesto por la república y por el derecho a decidir la forma de estado entre todos los ciudadanos.