Revista Cultura y Ocio

Mondrianesco

Por Calvodemora
Mondrianesco
Un cuadro de Mondrian (Composición con rojo, azul y gris, 1927) se va a subastar en Sotheby's por una cantidad que no sabemos decir los pobres. Una vez que has visto un cuadro de Mondrian ya los has visto todos. A K. le fascina el hecho de que Mondrian no había visto ninguno cuando hizo el primero. Imagino el mismo mérito a quien se le ocurrió soplar por una caña de madera y advirtió el milagro de la música. Lo malo de Mondrian no es Mondrian sino el mondrianismo, que consiste en la disciplina que interpreta la geometría del mundo, la contundencia cromática, la limpieza del trazo en las líneas rectas, la voluptuosa plasticidad del plano. Acabo de escribir la voluptuosa plasticidad del plano y me he quedado un poco indispuesto conmigo mismo. Como si hubiese dicho algo importante. De lo que uno no conoce sobra que hable, pero a veces se deja llevar, tienta a la suerte y comete la imprudencia de poder escribir sobre Piet Mondrian sin saber qué hizo o por qué lo hizo. A lo que alcanzo es a entender la influencia. No hay día en que no vea trazos mondrianescos en la calle, en los escaparates, en los títulos de crédito de las películas, en la ropa de las grandes firmas, en portadas de discos o de libros, en tazas de café o en fundas para móviles. No entro en la dificultad de la obra. He aprendido que las cosas sencillas son en ocasiones las que más disciplina necesitan para que no parezcan mediocres o, en el caso menos bueno, malas de solemnidad. Mondrian es solemne, es coherente, es el pintor que los que no sabemos pintar hubiésemos querido ser, pero ya me estoy dejando llevar por mi ignorancia. A ver si viene un experto y me corrige, me pone en mi sitio. Ojalá venga y me diga qué sitio es ese.

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