Revista Viajes
TEMPLO WANNIAN EN LA MONTAÑA EMEI
Pretendo esta mañana ascender hasta el fabuloso templo de Wannian y disfrutar de los senderos y la naturaleza pródiga que circuye la montaña de Emei. Quiere sin embargo el sino anublar este día preñándolo de lluvia torrencial y contumaz, para hastío de los numerosos visitantes concitados en este lugar.
Entre las gotas de lluvia queda desdibujado un paisaje dominado por las montañas y el verdor. Me miran con más súplica que curiosidad los vendedores de chubasqueros, paraguas y cayados, aparejos nada desdeñables en un día tan proceloso como el que me acompaña hoy.
Para iniciar el ascenso tomamos un autobús que me regala panorámicas muy “asturianas”, si evoco los escenarios análogos de bosques, valles, cascadas y valles tan consuetudinarios en esas regiones norteñas.
Como ya viene siendo habitual, mi “compromiso” con el templo Wannian lo sellará una interminable ristra de escalones empinadísimos, como de sacrosanto vía crucis…
Sin embargo, el calvario me compensa después con este templo formidable y hermosísimo que engulle en su interior un enorme elefante albo sagrado, protector del lugar. También hay gran cantidad de efigies de Buda en miniatura.BUDAS EN MINIATURA TRAS LA EFIGIE PRINCIPAL.
CASCADA EN UN SENDERO
En el camino encuentro algunos puentes colgantes, algunos de ellos, valga la redundante cacofonía, se hallan en un estado entre calamitoso y pavoroso. Para atemperar un poco el ánimo, dado que la lluvia se muestra renuente a remitir, nada mejor que curiosear un poco por los numerosos puestos de venta, repletos de toda suerte de “cacharrería” china: pulseras, llaveros, incienso, velas, souvenirs de toda índole, imágenes de Buda, llaveros, imanes…
Culmina el día, y de regreso me espera la ilusión de la alborada con un lavado de cara menos lluvioso y más sorpresivo en mi próxima estación: XIAN. INCENSARIOS
MONJES ORANDO