Revista Cultura y Ocio

Moratones en el alma

Publicado el 06 julio 2011 por Njimenez79

Moratones en el alma

Helena Resano, periodista. Campaña 'Saca tarjeta roja al maltratador'

No te diste cuenta de lo que tenías enfrente hasta que no te viste el moratón en el espejo. Hacía tiempo que renqueabas del alma y te escocían las entrañas, que te parecía que lo mejor que podía pasarte era no oír el despertador mañana. Pero te hacía falta una evidencia.
Le perdonaste los desprecios, aquella forma suya tan sutil de sugerirte que tú a su lado eras poco menos que detrito. No le tomaste en cuenta las voces a destiempo, los portazos a deshora, las malas caras cuando decidías pasar parte de tu escaso tiempo libre con alguien que no fuera él. Las indirectas. Los interrogatorios al regresar a casa.
Tampoco te diste cuenta de que aquella obsesión por regalarte ropa de su gusto era una manera de disfrazarte de lo que tú no habías sido nunca, de robarte tu personalidad, de anularte poco a poco.
Y de pronto aquella noche empezó a acabarse tu ceguera: los golpes, los gritos. Sus insultos. Su manera de llamarte 'puta'. El emprenderla a patadas con los muebles de la habitación. Tú te quitaste del medio porque sabías que eras lo siguiente. Y en cierto modo lo fuiste. No supiste apartarte a tiempo.
Cuando se marchó, miraste alrededor y no reconociste tu habitación. Y te miraste al espejo y tampoco fuiste capaz de saber quién eras. Todo eran restos. Restos de tus cosas esparcidos por el suelo. Restos de tu vida esparcidos por los surcos de llanto que te zurcían la cara.
Aquello debía haber sido el fin, pero le perdonaste. Intentaste que todo volviera a ser como antes, pero te daba miedo que te tocara, te parecía ver en sus ojos restos del odio de aquella noche y a partir de entonces, como si fuera una olla a presión recién abierta, fueron apareciendo ante ti los vapores del veneno con el que te había ido aniquilando el alma.
Volver al pasado no era la solución. El pasado era una trampa para osos. Los buenos tiempos podían cogerse con pinzas y hasta te parece que lo fueron porque tú tragaste quina, porque te empeñaste en que aquello tenía que funcionar.
Presente y futuro. Sin él. 
Ahora ves cómo abandera la causa contra el maltrato y te parece una broma de mal gusto. Si la gente supiera. Pero claro, qué forense puede certificar los moratones del alma.

En lo que va de año, ya son 32 las mujeres asesinadas en España por sus parejas o exparejas.
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