"La imaginación del cuerpo..."
Antes de comenzar, una dedicatoria... Muchas gracias a Miss. Island por la inspiración de anoche :)
Al comenzar la carrera me fije en un chico moreno, de ojos verdes y cuerpo atlético. Fue mi obsesión por un tiempo, hasta que un día una amiga en común me preguntó acerca de él y lo menos que pude hacer es intentar poner cara de póker y decir que era muy atractivo. Lo que ella me dijo que le había comentado: “que le causaba mucho morbo, y que yo…” Ya os lo podéis imaginar. Nos pasamos como tontos los 7 años de carrera lanzándonos segundas intenciones, miradas, y conversaciones hasta que acabamos por tener una amistad cordial, al fin y al cabo cuando podría haber pasado algo más estaba con Mr. Dreamer y cuando todo acabó nos separamos un poco, para acabar el último año compartiendo esa misma clase con una preciosidad rubia como su novia. Y es que el morbo es otro tipo de atracción, pero no es lo mismo que el amor, aunque claro… ¿El amor al fin y al cabo no puede representarse muchas veces en sexo, rollos de una noche, o el tan esperado “A” (amor verdadero)?
Hay temas que no se suelen tocar, a excepción si te encuentras rodeado de amigos de mucha confianza, tales como el sexo o el morbo. A mí me parece un tema muy común, pero debo de reconocer que a veces si sale el tema con la persona equivocada notas como le cambia la cara, bebe mas de la cuenta o rápidamente cambia la conversación a algo más banal. Y yo me pregunto… ¿Acaso eso no forma parte de nuestra naturaleza? ¿Por qué ocultarlo entonces? Cuando existe una atracción rápidamente pones en marcha todo para que puedas llegar a tener “algo” con la otra persona, pero cuando existe el morbo, lo que piensas primero es poder pasar una noche, dos o varias más, simplemente sintiendo la respiración, el calor… Mientras te inunda esa sensación cálida tan bien conocida. Otra cosa muy distinta es que la línea que separa el morbo a querer algo más es muy fina, a veces se traspasa y otras no, depende de cada uno.
El caso es que todos nos fijamos en todos, en cada una de las partes de su anatomía, especialmente en su mirada, su rostro, su cuerpo atlético, o si tiene una bonita sonrisa. Pero nos lo callamos, simplemente nos quedamos mirando embobados su figura al pasar a nuestro lado. Pensamos en lo estupendo que es y después volvemos a la realidad. A veces el calor nos llena por completo sin saber muy bien qué hacer, perdemos la seguridad de nosotros mismos y comenzamos a decir tonterías delante de la otra persona. Mientras ella piensa en lo estúpido, tú lo único que piensas es que estás delante de alguien que bien merecería un monumento de estos grandes. Y que al igual que una estatua, es fría e inalcanzable pero en los segundos en que compartes con ella unas breves palabras… Piensas que puede pasar algo agradable, aunque ambos sepáis cual es la triste realidad. Lo peor es que a veces ese morbo se convierte en obsesión, y la obsesión en algo febril que no se puede controlar. El objeto de deseo se siente intimidado ante las miradas del otro que a pesar de querer disimularlo, se le nota a 3 km. De distancia, mientras que ese pobre no para de intentar controlar sus propias hormonas.
Yo estoy más acostumbrada al morbo, porque ya me han dicho mas de una y dos veces que soy del tipo de chicas que “suelo poner”. Y con el tiempo acabé relacionando aquello con que solo deseaban llevarme a la cama, pasar un buen rato y hasta la próxima. Así que acabo por pasar de ellos, sonreír y hacerme la ingenua para no decirle cuatro palabras a dicho personaje en cuestión. En mi caso no suelo diferenciar mucho de “cuando me atrae una persona” a “cuando me da mucho morbo”, porque suelo confundir ambas cosas. A veces mientras saboreo sus labios, rápidamente pienso en el error que he cometido, porque al día siguiente recibo una bonita llamada suya y yo corro un tupido velo, y respondo días después poniendo una buena excusa o simplemente no respondo. Pero el individuo en cuestión se da cuenta de lo que ha ocurrido, yo me siento como la peor de las personas, aunque eso no implica que él lo intente de nuevo. Entonces es cuando yo salgo corriendo…