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Morella Franz

Publicado el 19 junio 2022 por Hugonote @Casagrande_Jose
Morella Franz

Había pasado casi un lustro desde cuando dio su ultimo respiro el anciano Helmut Franz, luego de una larga batalla legal como esposa del desaparecido Daniel Franz, Morella logro reclamar parte de la cuantiosa herencia que pertenecía a la legendaria familia.

La dama en cuestión no era una Franz, nació como Morella Fichte, pero al casarse con el joven Franz adopto este apellido, el cual siempre odio.

Era una mujer un tanto triste aunque de aspecto frío y duro, había quedado viuda desde el día en que su esposo misteriosamente desapareció hacía ya más de 20 años atrás

Lo poco que lo toco de herencia fue Ligeia, una vieja casa cerca de la playa y bastante lejos del castillo Franz que sin embargo podía observarse a lo lejos desde los ventanales.

Lo que más amaba Morella de vivir en Ligeia era la espectacular vista hacia el mar, le encantaba ver los amaneceres y los atardeceres. Una tarde de invierno, de repente mientras observaba el crepúsculo, vio una especie de resplandor en el horizonte.

Quedo intrigada, lo consulto con los criados de la casa. El mayordomo le informo que probablemente era la luz del Faro, lo cual sería muy raro porque había dejado de operar poco antes de la muerte del viejo Helmut. A saber el lugar estaba desierto y abandonado.

Le informaron que el Faro era parte de los linderos de Ligeia, y también pertenecía a la herencia que había recibido.

Morella intrigada, decidió visitar aquel misterioso paraje, llevando la contraria a las indicaciones de varios de sus criados.

Sin embargo, el jardinero, Don Valdemar se ofreció a llevarla para explorar el sitio, pues estaba apenas a algunos minutos usando un bote de madera.

Conforme se aproximaban a remo se sentía un ambiente pesado, metro a metro, el Faro se revelaba como una construcción no dada a las visitas, ni siquiera las gaviotas se acercaban, la vegetación alrededor estaba completamente muerta y el agua de un aspecto y olor depravado.

Faltaban unos cien metros para llegar cuando Don Valdemar decidió dejar de remar y dijo con cara apesadumbrada - Señora Fichte, podemos parar aquí y regresar, lo aconsejable es dejar en paz ese edificio, en donde solo habita la pestilencia y el infortunio.

-Si ya hemos llegado hasta aquí, es mejor que continuemos, no debe haber secretos que yo no conozca en mi propiedad - respondió con voz autoritaria Morella

El pobre jardinero sintió el peso de la autoridad, trago algo de saliva y sin saber como, remo y remo hasta llegar al islote en donde estaba erigido el Faro. Apenas descendieron en tierra firme, los dos sintieron uno de esos fríos que penetran hasta los huesos y hacen retorcer el alma.

No había ni siquiera una puerta, en su lugar estaba un hueco por entre el cual entraron, Don Valdemar encendió una poderosa linterna para iluminar tan oscuro lugar. Al principio no notaron nada en particular, salvo varias herramientas como picas, palas, martillos, palustres, cemento, mortero, ladrillos sueltos y una pequeña pared que no seguía la curvatura del faro, sino que se veía como un muro puesto tiempo después de manera muy grosera.

El hombreton golpeo la pared y noto como un sonido hueco, inspeccionaron un poco más y notaron que faltaba un solo ladrillo en el muro, con ayuda de la linterna trataron de ver hacia el interior y vaya sorpresa, parecía haber un bulto casi del tamaño de una persona.

- Derribe usted esa pared - ordeno Morella

Con la ayuda de una pica fácilmente pudo Don Valdemar echar abajo el muro falso, y de ese modo descubrieron que el bulto era un esqueleto de alguien vestido como payaso.

Morella hizo un gesto de asco al ver el descubrimiento, iba a ordenar al mayordomo que inspeccionara los restos cuando vio que la pesada pica que portaba el mayordomo se dirigía contra ella.

Le tomo unas cuantas horas a Don Valdemar acomodar a Morella junto a otro cadáver y volver a poner en pie el muro, pero esta vez con tal arte y cuidado que ya no se notaba desde el interior que hubiera habido un parche en la construcción.

Terminada la faena, el Jardinero subió a su bote para regresar en el silencio cómplice de la noche, a lo que piso la otra orilla, escucho la gruesa voz de Madame Marusa, la cocinera principal de la mansión Ligeia.

- ¿Te encargaste de la creatura?

- He vuelto a fallar - dijo con tono de voz quebrada, el Jardinero que parecía haber envejecido un poco

- Comprendo, pues los vientos que vienen de allí, especialmente hoy, vienen cargados de malicia pura, esos seres malignos nunca son fáciles a desterrar. Así que antes de que mueras PROMETEME que volverás al Faro y le prendes fuego. Y si por casualidad al ir allí te encuentras cara a cara con una niña sin nombre no dejes que la piedad y el buen corazón te detenga en tu empresa

- Acepto. Cuando ese día llegue, quiera la providencia en toda su sabiduría que yo no vacile en poner fin al mal que acecha a los que hemos vivido y servido en estos palacios - concluyo Don Valdemar haciendo gesto de enojo.

*Inspirado en Morella y en el Faro de Juan el Portoventolero

* Primera Parte, Caida en el castillo Franz


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