Tener pasión por lo que uno hace es uno de los secretos de la felicidad.
Si nos enfrentamos todos los días a tareas que nos motivan, nos interesan y que nos gustan en sí mismas tendremos una vida más feliz que si lo que realizamos a diario lo llevamos a cabo por lograr algo a cambio. Es mucho más feliz el que trabaja en algo que le gusta que aquel que lo hace solo por conseguir un sueldo a fin de mes. Todos lo sabemos y sin embargo, pocos lo conseguimos.
Como padres, sería fantástico promover que nuestros hijos sí puedan conseguirlo. Y el secreto está en la motivación intrínseca.
La motivación es un impulso que hace que hagamos algo, así de sencillo. Pero esta motivación puede estar alentada porque lo que hacemos nos gusta en sí mismo y entonces es una motivación intrínseca, o porque queremos conseguir algo a cambio y entonces hablamos de motivación extrínseca.
Si nuestros hijos estudian física porque siempre les ha interesado el funcionamiento de las cosas que tienen a su alrededor serán mucho más felices que si lo hacen porque quieren la bici prometida si aprueban o si lo hacen porque quieren evitar un castigo o una reprimenda.
El secreto de la felicidad de nuestros hijos está en que las cosas que hagan les motiven en sí mismas y no en que quieran conseguir algo por realizarlas.
¿Cómo podemos favorecer la motivación intrínseca?
Para promover desde casa la motivación intrínseca y minimizar lo posible la extrínseca sólo hay dos secretos: evitar el uso de recompensas externas y fomentar que las actividades supongan un reto y despierten su inquietud innata. Vamos a ver cómo hacerlo.
1º Evita el uso de recompensas externas
Si la pregunta es: ¿Es malo ofrecer una bici como recompensa por estudiar? Mi respuesta es clara: Sí, es malo. El mensaje que le estamos dando a nuestros hijos cuando hacemos esto es que estudiar en sí mismo no es interesante, que sólo hay que hacerlo para conseguir cosas materiales. Al estudiar por conseguir algo material a cambio, lo que estamos haciendo es quitarle todo el interés a estudiar. Con aprobar nos vale para conseguir lo que queremos: la bici.
El interés y la inquietud por conocer y comprender mejor nuestro entorno es innato. Por eso, cuando recompensamos esta actividad con algo externo lo estamos estropeando. El problema que tiene este tipo de motivación es que es temporal y depende del regalo. Si no hay bici, ya no me interesa estudiar. Esa es la moraleja que estamos enseñando. Supone una motivación muy débil, puede que estudiar se convierta en algo tan difícil, que incluso prefieran renunciar a la bici a seguir estudiando.
En definitiva, el uso de recompensas para controlar la conducta (te regalo algo a cambio de que hagas algo) debilita la motivación “buena” y favorece la “mala” con lo que siempre es preferible apoyar, desafiar y felicitar que regalar o prometer.
2º Fomenta que las actividades supongan un reto y despierten su inquietud innata
La gratificación porque algo nos gusta en sí mismo es el mejor motivo para hacerlo. Si a tu hijo le gusta el deporte, no le prometas un regalo si gana una competición. Felicítale si lo consigue, anímale a seguir intentándolo si no lo consigue, hazle ver que su esfuerzo es algo increíble y que practicar a diario es en sí mismo satisfactorio.
Si te pide ayuda con los deberes, no le prometas un postre más rico en la cena si resuelve el problema. Siéntate y ayúdale a pensar formas de resolverlo (¡Nunca lo resuelvas por él!). ¿Y si lo buscas por internet? Uff, ¡qué problema más difícil ¿no?! Necesito que me lo expliques desde el principio (esto le ayudará reflexionar sobre ello y hallar la solución) ¿Ya lo tienes? ¿Cómo se hacía? ¡Ah, genial, al final lo has conseguido!
La motivación intrínseca tiene muchas más ventajas que la extrínseca. Es cierto que quizás es más difícil de conseguir, sobre todo en nuestra sociedad actual donde todo es muy rápido y queremos resultados fáciles y ¡ya!. Sin embargo, la motivación intrínseca tiene muchísimos beneficios:
- Es una fuente inagotable de autoestima positiva para nuestros hijos. Tener interés por algo en sí mismo y llevarlo a cabo es de las cosas más satisfactorias que podemos hacer. El concepto que tenemos de nosotros mismos mejora de forma increíble cuando conseguimos algo que nos motiva. Nuestros hijos pueden crecer mucho más seguros de sus posibilidades si están satisfechos con lo que hacen que si dependen de algo externo para esforzarse.
- El rendimiento es mucho mayor. Hacemos mejor las cosas que nos apasionan que aquellas que hacemos por conseguir algo a cambio. Si nuestros hijos estudian porque les gusta aprender, hacen deporte porque les motiva hacerlo cada día mejor o van a clases de pintura porque les encanta, su rendimiento en esas actividades será mucho mayor. Estudiarán más, serán mejores pintando y buscarán cada día mejorar en los deportes.
- Empuja a que se propongan nuevas metas. Si algo te apasiona, siempre querrás más. Por eso, cuanto más les guste lo que hacen, más objetivos se pondrán y más disfrutarán consiguiéndolos.
- Hace que disfruten más de la vida. Aprender a realizar actividades por el simple placer de realizarlas sin esperar nada a cambio es aprender a disfrutar de la vida. Si pueden disfrutar aprendiendo, jugando o investigando tendrán una infancia mucho más significativa.
Y tú, ¿crees que fomentas la motivación intrínseca? ¿Siempre, o sólo en las cosas que a ti también te gustan? ¿Alguna idea más de cómo favorecer la motivación “buena”?
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