No hubo una nueva exhibición de fútbol mágico en la Champions League, no hubo alegría para el Barcelona, ni goles imposibles para que Messi salga en cada programa del mundo. Pero el espectáculo, para el futbolero nato que ama cada aspecto del juego, estuvo presente igual, porque José Mourinho, muchas veces tildado injustamente de defensivo anti-fútbol, dio una lección sublime de estrategia y planificación. Sincronizó las piezas a la perfección para bloquear el funcionamiento celestial del equipo de Guardiola y desdibujar a sus intérpretes más determinantes. Y no solo se limitó a imposibilitarlo, en San Siro, sino que también lo castigó con tres goles -protagonismo exclusivo de Diego Milito-, para quedarse la primera mitad de la semifinal por 3-1 y poner contra las cuerdas al Pep Team.
El Barcelona es una sinfonía, la que arrasó con todo a su paso la temporada pasada y bajó algunos decibéles en la presente. En esta campaña, algunos equipos tomaron nota de cómo hacerlo desafinar -el Espanyol lo hizo el sábado pasado-, casi siempre agrupándose el equipo entero en su propio terreno y sacrificando enteramente la parte ofensiva para no salir humillado. Así mismo le jugó este Inter en los dos choques de la fase de grupos, sin exigir a Valdés. Este Inter semifinalista, que perdió el liderazgo en la Serie A, fue muy diferente. Entre Lucio, Samuel, Maircon, Zanetti, Cambiasso y Motta, hicieron estéril a Xavi y las pelotas que tocó. Lo mismo con Messi, al que encarcelaron y apenas le permitieron patear una vez con peligro al arco, siempre esperándolo de manera escalonada y sin regalarle un milímetro para respirar. Especialmente efectivo fue el marcaje de Zanetti, desde el lateral izquierdo y con pierna cambiada, para frenar al rosarino por la banda.
Un cóctel de intensidad colectiva -Pandev, Eto´o y Milito, los primeros defensores- y potencia para generar un gran atascamiento, instalar cepos, enmarañar e incomodar al máximo, dejándoles tener la pelota solamente en zonas intrascendentes del campo de juego. Partido perfecto para que Samuel confirmara su presencia en el Mundial y para que Cambiasso y Zanetti expusieran de Maradona en no contar con ellos. Y la gran estrella fue Diego Milito, como para fulminar las dudas sobre si debe o no ir a Sudáfrica. El ex Racing armó la jugada del 1-1 de Sneijder, volvió a brindar una asistencia para el 2-1 de Maicon y se encargó de poner el gol vital del 3-1. Gol, asistencias y ferocidad en el goleador argentino del Inter.
El Barça se quedó sin sus poderes, reducido como cualquier mortal más. No tuvo cambio de ritmo, no lastimó cuando tuvo la pelota -salvo en el 1-0 de Pedro- y sufrió la anulación completa de Messi. Y tuvo un día fatal en la parte defensiva, haciendo agua por el lado de Dani Alves, perforado continuamente por Milito. La artillería del Barcelona quedó desarmada y el arma de destrucción masiva que es Leo Messi, desmantalado. Mourinho lo hizo.
- Mirá los goles en Roja Directa