Iniciado en oposición al exclusivo Foro Económico Mundial, el Foro Social Mundial (FSM) se ha constituido, desde que empezó en 2001, en un espacio importante para que los movimientos de la sociedad civil propongan alternativas a los dominantes sistemas económica y socialmente excluyentes, bajo la consigna “Otro mundo es posible”. Los movimientos feministas han sido una fuerza clave para el cambio dentro del FSM, cuestionando políticas que no tienen en cuenta el género y proponiendo nuevas alternativas para el empoderamiento de las mujeres. En el más reciente FSM, realizado en Dakar, Senegal, del 6 al 11 de febrero, AWID se unió a movimientos por los derechos de las mujeres y movimientos campesinos e indígenas que allí concurrieron para discutir alternativas a la crisis sistémica que está afectando en forma desproporcionada a las mujeres y exacerbando las desigualdades existentes.
El país anfitrión del FSM de este año fue Senegal, lo que puso el contexto y las luchas de África en el centro de las discusiones, pero también contribuyó a una búsqueda global más amplia de alternativas a la crisis del sistema capitalista. Millares de participantes marcharon por las calles de Dakar el día de la inauguración, portando mantas coloridas que denunciaban el acaparamiento de tierras, las leyes inmigratorias restrictivas y los subsidios agrícolas en Europa, además de exigir respeto por los derechos de las mujeres, entre otros asuntos.
Uno de los aspectos sobresalientes fue el discurso pronunciado por el Presidente de Bolivia, Evo Morales, en la sesión de apertura del Foro. Esperanza Huanca, directora de la Unidad de Despatriarcalización del Viceministerio de Descolonización, hizo eco de las palabras del mandatario diciendo: “Necesitamos continuar teniendo más foros como éste en nuestros países, para que podamos crear y fortalecer más políticas sociales y solidificar alianzas entre los movimientos a fin de lograr otro mundo posible”.[1]
Según los organizadores, 75,000 personas de 132 países asistieron al FSM para compartir sus experiencias de injusticia y resistencia, poner a prueba nuevos análisis y volver a casa con una inspiración renovada.
Mujeres proponen alternativas de desarrollo en el FSM
El ambiente actual es uno en el que la realidad son drásticos recortes financieros en el financiamiento, reacciones en contra por parte de la derecha y un menor gasto público. Aunque los contextos varían en las regiones, hay un patrón común: a las mujeres se les paga menos que a los hombres, ellas son las primeras que pierden sus empleos en tiempos de crisis, trabajan en grandes cantidades en la economía informal y son las más afectadas por la falta de seguridad social y los recortes en salud y educación, además de que la violencia contra ellas va en aumento.[2]
La intensificación de la crisis sistémica fue el tema principal de algunos talleres auto-organizados en el FSM. Los movimientos laborales reflexionaron sobre la flexibilización y precarización crecientes de los empleos y el número en aumento de personas desempleadas en el mundo. Gina Vargas, de la Articulación Feminista Marcosur, subrayó la importancia de poneren el centro de estos debates tanto la economía del cuidadocomo el rol que las mujeres juegan en el sostenimiento de las familias y comunidades. Se ha determinado que la pérdida de empleo y los recortes en las políticas sociales y la seguridad social tienen un enorme impacto sobre las mujeres y deberían figurar en las agendas de los movimientos y las ONG.[3]
Mujeres campesinas y lideresas indígenas se reunieron en Dakar para compartir y debatir las experiencias de desarrollo alternativo que están teniendo lugar en América Latina, desde una perspectiva de derechos humanos, igualdad de género y derechos de las mujeres. Las participantes en la sesión – organizada por AWID conjuntamente con Vía Campesina-CLOC, Colectivo Cabildeo de Bolivia, CEDEM Chile, Ayuda en Acción Brasil y socios – compartieron experiencias locales en relación con la soberanía alimentaria, el paradigma del “buen vivir” y la agroecología desde una perspectiva feminista y campesina.
Mujeres del asentamiento Esperanza y Vida Nueva de Río Grande do Norte, en el noreste del Brasil, compartieron su ejemplo de un proyecto de de agroecología que propicia la participación de la comunidad en el procesamiento de alimentos, una iniciativa hecha posible gracias a la capacitación impartida por Ayuda en Acción y la ONG Centro Feminista. Según Emilia, una de las mujeres involucradas en el proyecto, “Aparte de las mejoras en nutrición, también beneficia a las mujeres por medio de la organización de grupos y una mayor autoestima... Cada una dice lo que piensa y ninguna está por encima de las demás. El día de procesamiento es entretenido para nosotras. Estamos trabajando en algo por nosotras mismas”.
El principio de soberanía alimentaria – en cuya articulación e implementación ha jugado un papel central el movimiento campesino internacional y latinoamericano liderado por Vía Campesina-CLOC (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo) – es otra interesante alternativa de desarrollo que establece un vínculo con el movimiento por los derechos de las mujeres. En palabas de Francisca Rodríguez, de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) de Chile, la soberanía alimentaria es “un principio, una ética de vida, una manera de ver el mundo y construirlo sobre bases de justicia e igualdad”.
Desde el inicio de la CLOC, las organizaciones de mujeres que pertenecen a ella han participado plenamente en la construcción de un proceso sostenible de producción campesina basado en el principio de la soberanía alimentaria. Tal como señaló Pamela Caro, investigadora del Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM) de Chile: “Discursivamente, la propuesta de soberanía alimentaria está alineada con la justicia de género. ... La pregunta es cómo lograrlo, de manera que dicho reconocimiento no esté teñido de la carga de ser las responsables exclusivas de una función social que debe desprenderse del estereotipo tradicional femenino para transformarse en un vehículo de empoderamiento de género”.
El concepto del “buen vivir” ha cobrado fuerza en Bolivia por haber sido recientemente incluido en la Constitución del país. Sin embargo, el reto de conectar este modelo alternativo con los derechos de las mujeres es inmenso para las campesinas indígenas. El concepto ya existía antes del dominio colonial y ha sido definido como “una manera comunitaria de pensamiento” que critica a la sociedad consumista y el individualismo, proponiendo un modelo de conciencia ecológica que enfatiza la necesidad de construir una relación armoniosa con la naturaleza. Esperanza Huanca, una lideresa indígena de la comunidad Ayllu en Potosí, Bolivia, resaltó la importancia del conocimiento ancestral de las mujeres, “porque recoge la sabiduría que dejaron los ancestros, y los aprendizajes desde la modernidad en la lucha por reconstituir el territorio, las formas de organización y las formas de producción, haciendo frente a la invasión de tendencias que degradan el medio ambiente y atentan contra la vida”.
El discurso dominante de las mujeres indígenas se centra en el concepto de complementariedad o “chachawarmi”,[4] que busca un equilibrio entre las mujeres y los hombres. Sin embargo, esto no significa que no haya obstáculos por superar. “no hay descolonización sin despatriarcalizacion y viceversa. Hay que descolonizar las relaciones sociales, económicas y políticas para emanciparse como pueblos y hay que despatriarcalizar las relaciones de poder que someten a las mujeres”, dijo Martha Lanza, del Colectivo Cabildeo, una organización de campesinas en Bolivia.
Reflexiones y pasos para avanzar
A fin de afrontar la urgente necesidad de cambio estructural y preparar el camino a futuro, 38 Asambleas de Convergencia para la Accióntuvieron lugar el 10 y 11 de febrero. La Asamblea de los Movimientos Sociales y la Asamblea de Convergencia de Mujeres fueron dos de los espacios principales.
Un grupo de trabajo integrado por mujeres de diferentes organizaciones redactó una “Carta de solidaridad con la lucha de las mujeres del mundo” tomando en cuenta los debates que hubo durante los seis días del FSM. El contenido de esta Carta fue presentado la mañana del 11 de febrero a la Asamblea de Convergencia de Mujeres como una propuesta de declaración. Entre otras demandas, la Carta rechaza los intentos por mantener el actual sistema a expensas de las mujeres, diciendo NO a la intolerancia y la persecución contra la diversidad sexual y a las prácticas culturales que dañan la salud, el cuerpo y alma de las mujeres, como también condenando todas las formas de violencia contra las mujeres. La Carta completa está disponible aquí.
El espíritu y ánimo del Foro quedaron bien reflejados en la Declaración de la Asamblea de los Movimientos Sociales, que instó a “construir una integración de otro tipo, a partir del pueblo y para los pueblos y con la participación fundamental de los jóvenes, las mujeres, campesinos y pueblos originarios”.
Inspirada en las luchas de los pueblos de Túnez y Egipto, la Asamblea de los Movimientos Sociales llamó a que “el 20 de marzo sea un día mundial de solidaridad con el levantamiento del pueblo árabe y africano”, además de convocar “a un día de acción global contra el capitalismo el 12 de octubre donde, de todas las maneras posibles, rechazaremos ese sistema que destruye todo a su paso”.
Dolores Sales, lideresa indígena campesina de la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina (CONIC) de Guatemala, dijo: “EL FSM es un espacio de convergencia de luchas y resistencias de diversos movimientos de todo el planeta, el foro dio la oportunidad para conocer otras realidades similares a la nuestra, espacio donde se desnuda la destrucción del capitalismo, un espacio donde se toma fuerzas y se discuten alternativas y estrategias de lucha para defender la vida y la madre tierra”.
Pamela Caro, de CEDEM Chile, agregó: “En la medida en que las reflexiones y conclusiones que emergen del Foro adquieran mayor difusión iremos avanzando hacia la sensibilización de la sociedad global, que nos ayude a presionar hacia los cambios que queremos, en el plano institucional, pero también en el plano cultural; en el espacio público y en las políticas, pero también en las relaciones sociales privadas; en la calle y en la casa”.
Emilia Jomanilis, de Ayuda en Acción Brasil, compartió sus pensamientos: “En este contexto complejo en el que tenemos la globalización y la homogeneización, por una parte, y la fragmentación de la otra, el Foro permite que estos procesos distintos se aproximen en un intento de que la contra hegemonía "trate de hablar una misma lengua", que permite hablar más alto y ser más escuchado en todo el mundo”.
El FSM fue, para los movimientos de mujeres, un espacio donde idear estrategias y construir alianzas con grupos que pueden no estar tradicionalmente vinculados a los asuntos de género, tales como los movimientos indígenas, los movimientos campesinos y el movimiento para la defensa del medio ambiente, en el entendido de que otro mundo no es posible sin justicia de género ni respeto por los derechos de las mujeres.
Notas:
1. Entrevista personal con Alejandra Scampini, Directora de la Iniciativa Estratégica de AWID Influir los Actores y las Prácticas del Desarrollo por los Derechos de las Mujeres, quien asistió al FSM.
2. Para un análisis a fondo, ver los cuadernillos de AWID: El impacto de la crisis en los derechos de las mujeres.
3. Basado en impresiones de Alejandra Scampini.
4. La idea de “chachawarmi” se refiere a los roles mutuamente beneficiosos de los hombres y las mujeres, un uso armonioso y complementario de las fortalezas de ambos sexos. Las mamas y los tatas, lideresas y líderes nativos, parecen poseer igual poder,http://www.mamacash.org/page.php?id=2585.
Por Ana Abelenda y Gabriela De Cicco
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 25 de febrero de 2011. Traducción del inglés: Laura E. Asturias. Título original: ‘Women’s movements present alternatives at the World Social Forum’.