Podríamos catalogar esta historia en varios géneros; suspense, principalmente, matizado por grandes pinceladas de comedia negra con toques dramáticos. De tratamiento minimalista en cuanto al reducido número de personajes y a la escasez de localizaciones, su origen teatral y su evolución argumental la emparentan directamente con La Soga y Extraños en un tren de Alfred Hitchcock, aunque las referencias al realizador británico pueden ampliarse a La sombra de una duda. Las fuentes de inspiración de Cory Finley, director primerizo y autor de un texto inicialmente pensado para las tablas, pueden ir más allá, hasta una pieza de culto gratamente recordada, una joya en el currículum de Peter Jackson, Criaturas celestiales.
Dos adolescentes de clase alta de Connecticut retoman su antigua amistad después de varios años sin verse por lo que se intuye que fue una traumática ruptura. Juntas de nuevo, urden un plan para resolver los problemas de ambas sin importarles el coste ni los efectos colaterales.
La atmósfera oscura y perturbadora del libreto se traslada a la pantalla gracias en gran medida a las dos actrices que encarnan a las protagonistas, pero también a un tratamiento audiovisual que huye en todo momento de la cuarta pared para aprovechar todos los recursos estilísticos que ofrece el séptimo arte. Olivia Cooke, que rodó este filme antes de la explosión en su carrera que va a suponer Ready Player One, dibuja a una joven tan inteligente como inquietante; incapaz de empatizar con nadie, ha de fingir sus sentimientos para que no la tachen de desequilibrada. Los enormes ojos de Anya Taylor-Joy la han convertido en uno de los rostros más significativos del cine de terror. Su Lily transmite ingenuidad y una fragilidad que podría revestir cierta ambigüedad.
La sencillez de la puesta en escena se acompaña de una interesante propuesta en lo cinematográfico. Finley retrata hábilmente el primer encuentro de las dos amigas con un plano-contraplano en el que deliberadamente coloca la cabeza de cada una en el extremo del encuadre más cercano a la otra, dejando todo el aire por detrás, justo al contrario a como se hace habitualmente. Esto crea la misma sensación de incomodidad en el espectador que la que siente una en presencia de la otra, dándonos a entender que algo doloroso las separó en el pasado.
Este juego con las partes de la trama que no se cuentan pero que se sabe que están ahí o con escenas realmente atroces que no se muestran porque alguien las explica con palabras, eleva este trabajo de categoría. Como en Cautivos del mal, lo que no vemos se convierte en algo mucho más terrorífico que cualquier elemento concreto que nos hubieran enseñado. La resolución del momento clave, a través de un plano secuencia con un travelling suave sobre un sillón, dejando que el sonido y la imaginación del público completen lo que sucede, da fe de la sublime maestría de este novato tras las cámaras.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © B Story, Big Indie Pictures, June Pictures. Cortesía de Universal Pictures International Spain. Reservados todos los derechos.
Purasangre
Dirección y guion: Cory Finley
Intérpretes: Olivia Cooke, Anya Taylor-Joy, Anton Yelchin
Música: Erik Friedlander
Fotografía: Lyle Vincent
Montaje: Louise Ford
Duración: 92 min.
Estados Unidos, 2017
Anuncios