Título Original: Much Ado About Nothing Director: Joss Whedon Guión: Joss Whedon Fotografía: Jay Hunter Música: Joss Whedon Intérpretes: Amy Acker, Alexis Denisof, Nathan Fillion, Clark Gregg, Reed Diamond, Fran Kranz, Jillian Morgese, Sean Maher, Spencer Treat Clark, Riki Lindhome, Ashley Johnson, Emma Bates, Tom Lenk, Brian McElhaney, Joshua Zar, Paul M. Meston, Romy Rosemont Distribuidora: Betta Pictures
Fecha de estreno: 20/12/2013 Muchas veces he hablado de mi admiración al trabajo de Joss Whedon. A día de hoy, en Hollywood, es posible que no haya otro autor que conozca perfectamente cada uno de los medios para los que trabaja y que sepa adaptarse a la perfección a todos ellos, añadiendo además un componente 'freak' a sus obras, que las hace ser veneradas por el mundo fandom. Whedon ha entendido excelentemente la televisión, desde la fantasía de Buffy, al western de Firefly o el musical de Dr. Horrible, sabiendo siempre adaptarse al lenguaje necesario. Ha escrito comics, demostrando esa misma versatilidad, Fray o sus tomos de Astonishing X-Men son de las mejores obras que se han publicado en el noveno arte en lo que va de siglo. Cuando tuvo que ponerse como cabeza del proyecto Marvel, no sólo dirigió de manera extraordinaria la película Los Vengadores, si no que empezó a orquestar todo para que funcionara como el mecanismo de un reloj, como hemos podido ver en las posteriores películas de la franquicia y en la serie Agentes de S.H.I.E.L.D. E incluso se permitió el lujo de reescribir todas las claves del slasher, y darle una vuelta de tuerca en una obra como La cabaña en el bosque, que es ya una obra de culto por derecho propio. Pero parece que la mente de Whedon nunca deja de trabajar, y es ahí desde donde nace su versión shakesperiana de Mucho ruido y pocas nueces, posiblemente el autor necesitaba un descanso del ajetreado estrés marvelita, y decidió hacer esta pequeña película en su mansión de California. La película, se rodó en menos de dos semanas, con un reparto lleno de amigos, algo que establece una chispa y una complicidad entre los actores que ayuda a que todo fluya a la perfección. Adaptada a la actualidad, y aprovechando el toque mediterráneo de su casa, Whedon opta por no cambiar una línea del texto de Shakespeare, y sin embargo, es capaz de hacer ver a sus actores hablando en verso y en inglés antiguo, como si fuera algo completamente natural. La película nos habla de Benedict y Beatriz, dos solteros orgullosos de su condición, que serán traicionados por sus amigos para hacerles enamorarse entre ellos. Mientras que Claudio, a punto de casarse con Hero, la prima de Beatriz, será engañado para hacerle creer que su futura esposa es una adultera. Whedon, que siempre ha tenido un gran sentido del humor, y jamás ha dejado a ninguna de sus obras exentas de el ácido humor que le caracteriza, entiende exquisitamente la forma de hacer comedia de Shakespeare, y sabe manejar esto perfectamente, haciendo que nada de lo que suena parezca antiguo o artificioso. Casi, de manera natural, viste al texto de Shakespeare del espíritu de la mejor screwball. En uno de los mejores momentos de la película, cuando tratan de engañar a Benedict primero, y a Beatriz después, para que se enamoren el uno de la otra, tenemos la completa sensación de viajar en el tiempo. El verso del texto se disipa, uno se cree que esos hombres hablan entre ellos de esa forma tan arcaica como si fuera algo habitual, mientras, que las reacciones de los protagonistas, nos evocan a los traviesos comportamientos de Cary Grant y Katharine Hepburn, que parecen reencarnados en los espíritus de dos fantásticos Alexis Denisof y Amy Acker. Los dos, forman una pareja formidable, que se entiende de maravilla (ambos actores ya habían sido pareja en Ángel, otra de las creaciones de Whedon). Pero entre tanta locura, hay un personaje que destaca con luz propia, y es el absurdo Dogberry al que da vida Nathan Fillion, un tipo tan extraño y singular, que roba todas y cada una de las escenas en las que aparece. Como si fuera la reencarnación del completo sinsentido de la obra, se siente a la vez, el personaje más estúpido y más coherente, algo que además, Fillion, con su particular carisma, sabe encarnar perfectamente. Hacía muchos años que una obra de Shakespeare no era llevada a la gran pantalla de una forma tan formidable. Joss Whedon hace americano y contemporáneo al autor inglés, y lo hace, respetando la naturaleza de su texto, sin concesiones y reduciéndolo al mínimo. El hecho de utilizar su casa como decorado, también da una nueva dimensión a la película, y es que el realizador conoce y exprime cada rincón, sabe donde esconder la cámara y cuáles son los mejores puntos para su creación, juega con su piscina, sus escaleras y sus escondites. Y hasta se permite el lujo que pese a que el blanco y negro, formidablemente fotogafiado, sea algo constante, la presencia de malabaristas y de esa fiesta tan bella, hagan irradiar el color desde su interior. Lo mejor de Mucho ruido y pocas nueces es que se siente como poco más que un picnic entre amigos decidiendo pasar el rato, y sin embargo, son capaces de realizar una película con un alma verdaderamente auténtica, fresca, natural y notablemente interpretada. Una vez más Whedon, vuelve a demostrar que es un director ecléctico, que es capaz de realizar cualquier trabajo que se lo antoje, y desenvolverse en él como pez en el agua. Y pocos autores hay a día de hoy a ese nivel.Revista Cine
Mucho ruido y pocas nueces. Shakespeare en California
Publicado el 17 diciembre 2013 por Banacafalata
MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES