Revista Cultura y Ocio

Mudanzas literarias, vistas por anne fadiman

Publicado el 01 julio 2013 por Elena Rius @riusele

MUDANZAS LITERARIAS, VISTAS POR ANNE FADIMAN

Anne Fadiman

Los habituales de este blog saben sin duda de mi admiración por los textos de Anne Fadiman, que cultiva como nadie ese curioso género que ella misma denomina "ensayo familiar". Un género que conoció sus días de gloria a principios del siglo XIX, con autores como Charles Lamb y William Hazlitt como algunos de sus más insignes cultivadores. Mezcla de ensayo crítico y de ensayo personal, el ensayo familiar parte de un punto de vista subjetivo para hablar de temas concretos, permitiéndose frecuentes digresiones que, en manos de un autor hábil e ingenioso no hacen sino acrecentar el deleite del lector.Quien haya leído la anterior recopilación de textos de esta autora, Ex libris, sabrá bien a qué me refiero. Por desgracia, me temo que la versión española de esta obra no resulta fácil de encontrar y, lo que es peor aún, que sus editores no tienen intención de traducir para los lectores hispanos su siguiente obra, titulada en inglés At Large and at Small, visto que el libro se publicó en 2007 y aún no hemos tenido noticia de él por estos lares. Algo incomprensible, puesto que es, se lo aseguro, tan interesante, ameno y lleno de humor como el anterior. No hay en esta ocasión una orientación libresca tan clara, pues los temas que toca son tan variados como los helados o la entomología, pero la presencia constante del mundo literario en todos ellos está garantizada.  

MUDANZAS LITERARIAS, VISTAS POR ANNE FADIMAN

El subtítulo, Confesiones de un hedonista literario,
 le viene que ni pintado.

En espera de que algún editor con buen gusto venga a remediar esta negligencia, no puedo resistirme a tomar prestado un fragmento del ensayo dedicado a las mudanzas, en que la autora combina el relato de una agitada mudanza familiar con un maravilloso repaso de mudanzas literarias. En estos meses de verano, cuando quien más quien menos casi todo el mundo cambia -ni que sea provisionalmente- de residencia, viene bien recordar sus efectos: "No es posible escapar de uno mismo": éste es tanto el temor como la esperanza de la gente que se muda. Si tu intención es cortar las amarras para rehacer tu vida y tu persona, ¿qué ocurre si después de tomarte tantas molestias acabas tan poco alterado como sir Walter? [Se refiere al personaje de Persuasión, sir Walter Elliot a quien sus problemas financieros obligan a dejar su mansión ancestral] Por otro lado, ¿y si tu identidad está tan firmemente adherida a tu antiguo hogar que dejas atrás pequeños fragmentos de ti mismo, y tu nuevo yo queda desgarrado y disminuido?Según el sociólogo James M. Jasper, no es de extrañar que los estadounidenses les pongan a sus coches nombres como Quest [Búsqueda], Explorer, Venturer o Caravan. Nos mudamos más que cualquier otro pueblo. En un año promedio, uno de cada cinco estadounidenses cambia de residencia, mientras que en Japón lo hace sólo uno de cada diez, en Gran Bretaña uno de cada doce y en Alemania uno de cada veinticinco. Cada uno de estos uno entre cinco americanos desdeña la norma que proponen casi todos los libros cuya trama gira en torno a una mudanza: ¡Quédate donde estás! ¿Se les ocurre algún libro alegre sobre una mudanza? A mí no. Está muy bien flotar en la imaginación hacia Troya o hacia Oz, hacia Narnia o Nuncajamás, siempre y cuando vuelvas a donde estabas; de hecho, uno de los temas más frecuentes en las historias de viajes, ya sean reales o imaginarios, son los denodados esfuerzos del protagonista por volver a casa.(Viajar se considera siempre más placentero que mudarse: envidiamos a los corresponsales extranjeros pero compadecemos a los hijos de militares.) Una mudanza típica de los libros infantiles es la que efectúan las heroínas huérfanas de El jardín secreto o La princesita desde la cálida y fecunda India a la fría y sombría Inglaterra. Incluso la serie de La casa de la pradera, en que la familia Ingalls permanece intacta y razonablemente satisfecha a lo largo de sucesivas mudanzas desde los bosques a las praderas y desde las cañadas al lago, va siendo progresivamente menos idílica en cada entrega. Lo más descorazonador de todo son esos libros educativos, ilustrados con fotos de risueños encargados de mudanzas, que ensalzan las alegrías de dejar a tus amigos y comenzar en una nueva escuela. Es posible adivinar que el autor miente porque por regla general el siguiente volumen de la serie tiene un título como ¡Qué divertido es que te saquen las amígdalas!Y cuando nos hacemos mayores, ¿qué es lo que leemos? Martin Chuzzlewitt, en la que el joven Martin se muda a América, cae enfermo y pierde todo su dinero a manos de un estafador; Main Street [la novela de Sinclair Lewis], en la que Carol Kennicott se traslada a Gopher Prarie y se ve sofocada por el provincialismo de la pequeña ciudad; Las uvas de la ira, en la que los Joad se mudan a California y... ya conocen el resto. Desde el nacimiento a la edad adulta, nuestras vidas son un viaje que nos aleja del Edén. Y, puesto que concuerda con nuestra trayectoria vital, esa es la única dirección en que puede viajar el camión de mudanzas de la literatura." 
MUDANZAS LITERARIAS, VISTAS POR ANNE FADIMAN
   (Aprovecho para confesar que las dos novelas de Frances Hodgson Burnett fueron unas de mis lecturas de infancia preferidas. Después de leer el ensayo de Fadiman, entiendo mejor aún el atractivo que ejercían sobre mí: crecer es un largo viaje desde el paraíso original hacia tierras más inhóspitas, sin duda.) 

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