Revista Espiritualidad

Mudita, alegría por la felicidad ajena

Por Chocobuda
Mudita, alegría por la felicidad ajena

Si tienes un corazón humano que funciona y te mantiene con vida, seguro te has preguntado alguna vez algo como ¿por qué a esa persona le va bien/tiene esto/puede hacer tal, y yo no?

Este sentimiento puede ser celos o envidia. Comienzo hablando de ellos porque todos nos relacionamos muy bien con ellos. En algún momento de la vida hemos sentido esas emociones. Pero mudita es una emoción justo opuesta a celos y envidia.

Las emociones humanas que reconocemos los occidentales son fáciles de entender porque el rango es muy sencillo. Sabemos perfecto cuando hay alegría, ira, tristeza, soledad o tranquilidad. También notamos cuando se van al extremo; la tristeza puede ser depresión, o la alegría puede ser euforia.

Si hacemos en este momento una exploración rápida de emociones, podemos notar el estado de ánimo en general. Virtualmente todas nuestras emociones están centradas en el ego. Yo estoy enojado. Yo estoy contenta. Yo estoy triste.

Sin embargo, desde la perspectiva budista, hay más emociones disponibles, aunque requieren entrenamiento porque son más un hábito para aprender y desarrollar. Una de ellas es mudita o Alegría por la Fortuna Ajena. Esta la podemos sentir cuando una persona que queremos logra algo y está tan radiante, que podemos sentir su felicidad en nuestro corazón.

Mudita es parte de una colección de enseñanzas llamadas Los Cuatro Inconmensurables (Brahmavihara) que el Buda dejó, y que están documentadas en sutras como el del Loto y el del Diamante. Estas son: Amor Incondicional, Alegría por la felicidad ajena, Compasión y Ecuanimidad. Son virtudes y emociones que necesitan ser entrenadas para poder experimentarlas.

Con mucha frecuencia he escrito sobre Metta Bhavana porque creo que es el primer paso a un mundo mejor. Pero mudita es igual de importante porque es un sentimiento que no se basa en el ego, sino en soltar el ego mismo.

Crear mudita no es fácil, pero siempre es importante dar el primer paso. Hay acciones muy concretas y simples como mirar al rededor y ver a los demás. Si tu compañero o vecino tiene algo lindo como un automóvil o un diploma interesante, en tu mente puedes decir:

Querido/querida XX, que este logro sea una cadena incesante de satisfacciones en tu vida.
Que tu corazón esté lleno de júbilo y tus logros te lleven a una existencia plena y feliz.
Gracias por tu esfuerzo, eres un ejemplo que seguir.

Al igual que las palabras que decimos en la práctica de Metta Bahavana, al principio este verso se siente artificial y forzado. Pero con el paso de las semanas, el júbilo llega a tu corazón y es más fácil ver las cosas buenas que los demás gozan. Esto es liberador porque la invidia se derrumba poco a poco, dejando paso libre a la ecuanimidad.

También es una excelente forma de comenzar a aceptar a los demás como iguales. Así como tú trabajas duro para conseguir lo que tienes, los demás hacemos exactamente lo mismo. Es solo que con la envidia tapando los ojos, es difícil ver el sacrificio detrás de cada logro.

¿No me crees? Compruébalo. Te reto a practicar mudita por al menos 1 semana, con lo explicado en este post. Todas las mañanas antes de iniciar el día, elige a alguien de tu entorno y dedícale esas palabras.

Lo peor que puede pasar es que me escribas diciendo lo mal que estoy

🙂


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