“Murió Antonio Domingo Bussi; hasta el Diablo se va a asustar”. Difundida anoche, la noticia dispara la ocurrencia entre quienes dudamos de la condición todopoderosa de dioses y demonios (por esos creemos en el testaferro del Maligno que Aleksandr Sokurov imaginó para su versión de Fausto).
Si además recordamos las ilustraciones del francés Roger Blachon en este cuento de James Joyce, entonces la fantasía distorsiona todavía más al anfitrión del infierno y admite la inyección de un miedo que en realidad es nuestro. En este ejercicio ilusorio, intervienen las fotos de archivo como las que la versión digital de Perfil publicó el miércoles para acompañar el anuncio de agonía.
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En sintonía con el también fallecido Emilio Eduardo Massera, el ex gobernador de facto de Tucumán tenía una mirada terrible. Ni el paso del tiempo, ni el rostro patibulario, ni la bigotera con oxígeno consiguieron atenuarla.
Aún después de muerto, el represor Antonio Domingo Bussi sigue metiendo miedo. Por eso desde anoche hasta el mismísimo Diablo tiembla en el averno.